LA MAYORDOMÍA DE SU AMOR
LA MAYORDOMÍA DE SU AMOR
INTRODUCCIÓN"El plan de salvación se fundó en un sacrificio tan ancho, tan profundo ya tan alto que es inconmensurable. Cristo no envió a sus ángeles a este mundo caído mientras Él se quedó en el cielo; si no que Él mismo descendió a la lid soportando la afrenta. Llegó a ser un hombre de dolores y experimentado en quebrantos; Él mismo llevó nuestras enfermedades, cargo nuestras debilidades. Y la falta de abnegación en sus profesos seguidores es mirada por Dios como una negación del nombre de cristiano. Los que profesan ser uno con Cristo y complacen sus deseos egoístas de ropa, muebles y alimentos ricos y costosos, son cristianos solamente de nombre. Ser cristiano es ser semejante a Cristo".
"Y sin embargo, cuán ciertas son las palabras del apóstol: 'Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús’. Muchos cristianos no tienen obras correspondientes al nombre que llevan. Ellos actúan como si nunca hubieran oído el plan de redención realizado a un costo infinito. La mayoría se propone hacerse un nombre en el mundo; adoptan sus formas de ceremonias y viven para la satisfacción del yo. Ellos siguen tras sus propósitos con tanto afán como lo hace el mundo y así restringen su poder de ayudar a establecer el reino de Dios..."
"¿Cómo pueden aquellos por quienes Cristo tanto sacrificó, seguir gozando egoístamente de sus dones? Su amor y abnegación son sin igual, y cuando este amor entre en la experiencia de sus seguidores, ellos identificarán sus intereses con los de su Redentor. Su obra será edificar el reino de Cristo. Se consagrarán a sí mismo y también consagrarán sus posesiones a él y usarán ambas cosas según lo requiera su causa". (Counsels on Stewardship, págs, 54 y 55).
SE REVELA EL AMOR DE DIOS
¿Por qué la encarnación de Cristo era absolutamente necesaria? 1° Juan 4:8 y 9. [8]. "El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor. [9]. Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él".
NOTA. "Solamente el amor daría el libre albedrío a sus criaturas y correría el riesgo de incurrir en el sufrimiento que el pecado ha traído a la divinidad y a los ángeles tanto como al hombre caído. Solamente el amor se preocuparía en conseguir el alegre servicio voluntario de los que tenían la libertad de seguir su propio camino. Y cuando el pecado llegó, solamente el amor podía tener la paciencia y la voluntad de trazar un plan que permitiera al universo llegar a una comprensión completa de los hechos básicos en el gran conflicto entre el bien y el mal, y de esta forma asegurar contra cualquier ulterior surgimiento del egoísmo y el odio. En la lucha contra el pecado, Dios siendo verdaderamente amor, sólo puede usar verdad y amor, mientras que Satanás emplea astutas mentiras y fuerza cruel. Solamente el amor podía inspirar el plan que permitiera que el Hijo primero redimiera la raza humana de la culpa y el poder del pecado mediante su vida terrenal, su muerte y su resurrección, y luego llegara a ser la cabeza de una nueva raza sin pecado". (SDA Bible Commentary, 1° Juan 4:8).
¿Cuál fue una de las razones de la venida de Cristo entre los hombres? Hebreos 2:17. "Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos, y llegó a ser el sumo sacerdote lleno de comprensión, pero también fiel en el servicio de Dios, que les consigue el perdón".
NOTA. "Cristo debía llegar a ser hombre tan completo y acabadamente, que nunca pudiera decirse que él sea ajeno a cualquier tentación, dolor, prueba o sufrimiento por los cuales hayan pasado los hombres". (Id., Hebreos 2:17).
¿Las obras de quién serán exterminadas del universo? Hebreos 2:14. "Puesto que esos hijos son de carne y sangre, Jesús también experimentó esta misma condición y, al morir, le quitó su poder al que reinaba por medio de la muerte, es decir, al diablo".
NOTA. "Cuando pensaba tener a Cristo en su poder, cuando la tumba fue sellada y Cristo estaba dentro, Satanás se regocijó grandemente. Pero Cristo desató las ligaduras de la muerte y salió de la tumba, porque 'era imposible que fuese retenido por ella'. (Hechos 2:24). No solamente Cristo mismo resucitó, sino que 'se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que habían dormido se levantaron' y salieron 'de los sepulcros, después de la resurrección de él'. Mateo 27:52 y 53). Y así, aunque 'el hombre fuerte armado guarda su palacio...viene otro más fuerte que él y le vence'. (Lucas 11:21 y 22). El hombre más fuerte, Cristo, entró en el reino de la muerte, y en la muerte venció al que tenía el poder de la muerte, llevó sus cautivos y despojó su casa. (Mateo 12:29); 'Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos". (Colosenses 2:15. Id, Hebreos 2:14).
NUESTRA FE NOS UNE EN EL AMOR DE DIOS
¿Cuán estrechamente entrelazados están los intereses de Cristo con sus verdaderos seguidores? Romanos 8:17. "Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria".
NOTA. "En el plan de Dios para la completa restauración del hombre, la calidad de hijo y de heredero van juntas (compárese con Gálatas 4:7). Si hemos nacido de nuevo como sus hijos y somos adoptados como tales, Dios nos tratará también como herederos. La heredad es el reino de gloria (Mateo 25:34; 1° Pedro 1:4 y 5). Y la vida eterna (Romanos 2:7). Los hijos de Dios esperan ansiosamente la plena posesión de esta heredad (Romanos 8:18-25; Compárese con 1° Juan 3:1-3)". (Id, Romanos 8:17).
¿Cómo llegamos a ser hijos de Dios? Gálatas 3:26. "Ustedes están en Cristo Jesús, y todos son hijos de Dios gracias a la fe".
NOTA. "La Justicia de Dios se reveló especialmente en la muerte de Cristo..., pero la revelación se repite en la proclamación continua del evangelio y en la experiencia espiritual de cada persona que escucha y cree en el evangelio (Gálatas 1:16). El hombre nunca podría concebir o alcanzar la justicia divina solamente mediante su razón y su filosofía, sin ninguna otra ayuda. La justicia de Dios es una revelación de Dios". (Id, Romanos 1:17)
¿Cómo se revela Cristo al mundo? Gálatas 2:20. "Y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Todo lo que vivo en lo humano lo vivo con la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí".
NOTA. "Este es el secreto de una vida cristiana de éxito. Cristo morando adentro y viviendo afuera de nosotros en la misma vida perfecta que él vivió aquí en la tierra. El amor de Cristo lo constriñe (2° Corintios 5:14) y la justicia de Cristo llega a ser una realidad en su vida (Romanos 8:3 y 4)". (Id, Gálatas 2:20).
¿Qué podemos hacer que sea agradable a Dios? Hebreos 13:16. "No se olviden de compartir y de hacer el bien, pues tales sacrificios son los que agradan a Dios".
NOTA. "Los ritos y las ceremonias formales no tienen significado para Dios. Él quiere que los hombres lo adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:23), o sea, reflejando su carácter y demostrando su amor y devoción a él en una vida de servicio para otros". (Id, Hebreos 13:16).
EL ENCARGO DE DIOS PARA EL HOMBRE
Siendo que Cristo es nuestro sumo Sacerdote en el cielo, ¿Qué se nos anima a hacer? Hebreos 4:14 y 15. [14]. "Tenemos, pues, un Sumo Sacerdote excepcional, que ha entrado en el mismo cielo, Jesús, el Hijo de Dios. Esto es suficiente para que nos mantengamos firmes en la fe que profesamos. [15]. Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado".
¿Qué caracteriza la conducta diaria del cristiano? Efesios 5:2. "Es capaz de comprender a los ignorantes y a los extraviados, pues también lleva el peso de su propia debilidad".
NOTA. "La ofrenda hecha a Dios sin espíritu de reverencia y gratitud, él no la acepta. Es el corazón humilde, agradecido reverente lo que hace que la ofrenda sea como un olor agradable y acepto delante de Dios. Los hijos de Israel podían haber dado toda su sustancia, pero si lo hubiesen hecho con espíritu de autosuficiencia o fariseísmo, como si Dios fuera a obtener una deuda con ellos debido a sus favores, sus ofrendas no habrían sido aceptadas sino despreciadas por Él en forma extrema. Es nuestro privilegio, al administrar cuidadosamente los bienes de nuestro Señor, el aumentar nuestras reservas, de manera que podamos impartir a los que hayan caído en estrechez. Así llegamos a ser la mano derecha del Señor para realizar sus benévolos propósitos". (Comentario de Elena G. de White en SDA Bible Commentary, tomo 6, pág. 1118).
¿Qué grandes principios se combinan en el verdadero cristiano? 1° Tesalonicenses 1:3. "Recordamos ante Dios, nuestro Padre, su fe que produce frutos, su amor que sabe actuar, su espera de Cristo Jesús, nuestro Señor, que no se desanima".
NOTA. "Pablo se espacia en tres destacadas cualidades que poseían los tesalonicenses: fe, amor y esperanza. En Colosenses 1:4 y 5, 1° Tesalonicenses 5:8 y especialmente en el famoso capítulo del amor (1° Corintios |3), él expone estas tres virtudes como los elementos fundamentales del carácter cristiano. Aquí se ocupa de las evidencias externas de estas virtudes, porque habla de lo que él notó cuando estaba con ellos y ahora recuerda. 'La obra de vuestra fe, se refiere a las actividades, espirituales o temporales, que eran inspiradas por la fe. Esta frase revela la naturaleza práctica de la verdadera fe que demuestra su existencia mediante obras cristianas". (SDA Bible Commentary, 1° Tesalonicenses 1:3).
Para que el Evangelio sea realmente eficaz, ¿Qué debe motivar su predicación? Hebreos 4: 2. "Nosotros, igual que ellos, recibimos una buena nueva, pero a ellos de nada les sirvió haberla oído, porque no creyeron ni se unieron a los que escucharon esas palabras"
NOTA. "Es una cosa peligrosa escuchar una orden Divina si lo que se oye no se traduce en hechos, porque el oír trae inevitablemente aparejada la responsabilidad de la acción correspondiente. Los 'hijos de Dios' son aquellos que siguen la directiva de su espíritu (Romanos 8:14). La obediencia transforma las palabras de Cristo en parte del carácter personal. (SDA Bible Commentary, Mateo 7:24).
¿Qué dos principios inseparables dirigen la vida de los seguidores de Cristo? Apocalipsis 14:2. "Este es el tiempo de aguantar para los santos, para todos aquellos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús".
NOTA. "¿Disminuirán los Adventistas del Séptimo Día su dedicación cuando todas sus posibilidades y facultades debieran ser puestas del lado del Señor, cuando de sus labios debiera salir un testimonio decidido, noble y elevador? 'Por eso he amado tus mandamientos más que el oro y más que oro muy puro".
"Cuando la Ley de Dios sea objeto de las mayores burlas y del mayor desprecio, entonces es el tiempo para que cada verdadero seguidor de Cristo, aquellos cuyos corazones hayan sido entregados a Dios, estén firmemente del lado de la fe una vez entregado a los santos, 'entonces os volveréis y discerniréis entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve".
"Es en el tiempo de la batalla cuando se necesitan los valientes". (Comentario de Elena G. de White en SDA Bible Commentary, tomo 7, págs. 981,982).
¿Cuál es el verdadero y último propósito de la fe? 1° Pedro 1: 8 y 9. [8]. "Ustedes lo aman sin haberlo visto; ahora creen en Él sin verlo, y nadie sabría expresar su alegría celestial [9]. Al tener ya ahora eso mismo que pretende la fe, la salvación de sus almas". [10]. Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios.
NOTA. "El gozo de la unión espiritual con Cristo está más allá de la comprensión de los inconversos y más allá de la capacidad de descripción del creyente cristiano".
"Aunque la plenitud de una experiencia glorificada es solamente posible después de la segunda venida de Cristo, el cristiano puede gustar ahora (Véase Hebreos 6:5), la dulzura de la presencia de Dios a medida que permita que su vida sea dirigida por el Espíritu Santo". (SDA Bible Commentary, 1° Pedro 1:8).
11. ¿Qué bienes administrarán los buenos mayordomos al mundo que los circunda? 1° Pedro 4:10. "Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios".
LA VERDAD QUE TODOS DEBEMOS ENTENDER
LA VERDAD QUE TODOS DEBEMOS ENTENDER
TEXTO CLAVE: Malaquías 3:8 INTRODUCCION:Hay dos elementos que innegablemente ayudan a un ser humano a entender el propósito de su existencia y la forma como debe conducirse en su paso por este mundo. El primer elemento consiste en llegar a entender quién es Dios y cómo actúa, y en segundo lugar una percepción verdadera de qué y quiénes somos. Este último elemento depende de que aceptemos una verdad fundamental. Esta misma verdad afecta decididamente nuestra actitud con respecto a todo lo que tenemos, y nuestro enfoque con relación a la dadivosidad. Para algunos de nosotros esta verdad en particular viene a ser una sorpresa, para otros resulta un trago amargo y para otros es completamente inaceptable. De todas formas no debemos olvidar, que la verdad no depende de nuestra aceptación o rechazo. A veces cuando escuchamos ciertas verdades de nuestra fe, declaradas o expresadas, decimos: "No lo creo" o "No estoy de acuerdo con eso"; pero la verdad es verdad, aunque no nos guste, no la creamos o no la aceptemos. La verdad no surge por consenso popular o mayoría de votos, por opiniones individuales o preferencias personales. La verdad es verdad por sí misma.
No podemos por ejemplo, decretar que Dios deje de existir, sencillamente declarando que Dios no existe o diciendo que no creemos en Dios. La existencia de Dios es una realidad aunque creamos en El o no. Dios es real, la palabra de Dios es verdadera, las promesas de Dios son infalibles, el poder de Dios es real, aunque lo aceptemos o no. Con razón el salmista declaró: "Dice el necio en su corazón no hay Dios" (Salmo 14:1). Dios no depende de nosotros para existir, pero nosotros sí dependemos de Dios para nuestra existencia.
CUAL ES LA VERDAD?
La verdad difícil que debemos aceptar si hemos de tener una comprensión correcta de qué y quiénes somos, una actitud correcta con respecto a todo lo que poseemos y un enfoque correcto de dadivosidad es ésta: DIOS ES EL DUEÑO DE TODO, Y NOSOTROS SOMOS DUEÑOS DE NADA. En la práctica esta es una verdad difícil de escuchar y aceptar. Posiblemente mientras la decimos hay alguna persona aquí pensando: "¿Está usted diciendo que realmente no soy dueño del carro que manejo, que tiene mi nombre en el título de propiedad, y de la ropa que uso, la casa que está a mi nombre o el dinero que tengo a mi cuenta en el banco?" "¿Está usted diciendo que no soy el dueño de estas cosas, cuando he trabajado duro para obtener todo lo que tengo? Nadie me dio nada, como se atreve a decirme que no soy dueño de mis pertenencias, después de haber trabajado por ellas fielmente durante muchos años, batallando contra las inclemencias del clima y luchando entre el tráfico, trabajando con compañeros difíciles, trabajando arduamente y durante muchas horas para jefes, y compañías que no aprecian el esfuerzo, ganando menos de lo que merezco para poder comprar lo que tengo; y encima de eso usted me dice que nada de lo que tengo me pertenece? Pastor, por favor hablemos en serio".
ENTENDAMOS LA VERDAD
Aún cuando usted pueda estar pensando así, esa es exactamente la verdad que debo presentarle. Trabajamos arduamente para tener el privilegio de poseer algunas cosas en esta vida y utilizar algunas cosas para disfrutar o hacer la vida más fácil. Sin embargo, la posesión y los privilegios de gozar y utilizar las cosas no constituyen pertenencia. Las estrellas son nuestras para contemplarlas, pero no nos pertenecen. El calor del sol es nuestro para disfrutarlo, pero no nos pertenece. La música es para nuestro deleite, pero no nos pertenece. El amor es nuestro para gozar de él pero no nos pertenece. Podemos tener compañía: esposa, esposo, hijos o amigos, pero no nos pertenecen. El problema con tantas relaciones es que a veces olvidamos que no somos dueños de las personas. La realidad es que Dios no nos da seres queridos y compañeros, amigos e hijos para hacer lo que queramos con ellos, no somos dueños de nadie.
Ni siquiera somos dueños de nosotros mismos. No podemos despertarnos en la mañana, no podemos determinar nuestra salud, no podemos detener nuestro envejecimiento, no podemos evitar que llegue la muerte, ni siquiera podemos hacer el bien. Hasta un hombre como el apóstol Pablo reconoció que aunque deseaba hacer el bien no tenía la capacidad de hacerlo ( Romanos 7:18-19 última parte).
Si usted cree que le pertenece el carro que maneja, trate de llevárselo cuando se muera. Si usted cree que esa casa que compró o el dinero que ha ahorrado en el banco le pertenecen trate de llevárselos a la tumba. Podemos comprarnos cosas pero no las podemos llevar con nosotros. Los faraones de Egipto creían que podían llevar sus riquezas con ellos al otro mundo. Edificaban grandes pirámides para albergar sus atesoradas posesiones para poderlas disfrutar aún después de la muerte. No se en qué parte del otro mundo se encuentran los faraones, pero las cosas que enterraron con ellos están dispersas en museos y colecciones privadas alrededor del mundo para deleite de otros.
Aunque nos entierren con el carro o con la ropa favorita, aunque nos coloquen nuestro dinero en el ataúd, no llevaremos nada con nosotros. Nuestras pertenencias permanecerán enterradas mientras nuestras almas responden ante un Dios justo y recto. Eso fue lo que descubrió el rico insensato en la parábola de Lucas 12. Y eso fue lo que descubrió el hombre rico en la parábola de Lucas 16. Job dio en el clavo cuando dijo, "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito"(Job 1:21).
LO UNICO QUE PRESENTAREMOS
Cuando nos presentemos frente al tribunal de Cristo, llevaremos con nosotros todo lo que realmente nos pertenece: nuestro carácter. Nuestro carácter es verdaderamente nuestro; hemos trabajado por él y lo hemos ganado. No podemos pasarle nuestro carácter a los demás y los demás no pueden pasarnos el de ellos. Nuestro carácter, lo que somos, no lo que poseemos. Nuestro carácter, quienes somos en realidad, no quienes creemos o pretendemos ser. Nuestro carácter, nuestra integridad y honestidad, nuestra devoción a la verdad y la virtud, nuestra pasión por la justicia, nuestro amor por los demás. Nuestro carácter nos seguirá por la eternidad. Cuando se abra el Libro de la Vida, no se examinará nuestra cuenta bancaria, sino que se pesará nuestro carácter en la balanza, entre el juicio y la gracia de Dios.
En la mañana de aquel día eterno, tendremos nuestra fe, la fe por la que hemos vivido, la fe mediante la cual hemos alabado y servido a Dios; la fe que nos ha hecho una bendición para otros, la fe que nos ha inspirado a dar tanto, a menudo, por tanto tiempo. No podemos legar nuestra fe a otros, y las personas no pueden heredarnos su fe. Cada uno de nosotros debe llegar a un conocimiento personal y pleno de Dios individualmente. Nuestra experiencia con Dios, nuestro testimonios, nuestra profundidad espiritual son nuestras. Otros podrían tener experiencias similares, ya que no es un secreto lo que Dios puede hacer, lo que Dios ha hecho y hará por los demás. Sin embargo, no hay dos individuos que sean iguales, así como no hay dos vidas que sean iguales, así como no hay dos copos de nieve que sean iguales, y no hay dos experiencias terrenales con Dios que sean exactamente iguales. En mi vida, he tenido que luchar contra algunas cosas que usted no ha tenido que enfrentar y en su vida, ha tenido cargas que yo no he tenido. Cada una de nuestras vidas tienen las marcas de la obra especial de Dios. Por eso es que algunos de nosotros gritamos, otros lloramos, otros reímos y otros sólo cerramos nuestros ojos. Cuando nos presentemos frente a Dios, nos presentaremos con una fe que es exclusivamente nuestra.
CUIDANDO LO MAS IMPORTANTE
Nuestro carácter y nuestra fe son casi todo lo que realmente nos pertenece y que nos acompañará más allá de la tumba, a la eternidad.. Todo lo demás que poseemos, pertenece a Dios. Sólo administramos las bendiciones que Dios nos da directamente o que adquirimos gracias a la salud, la fuerza y la sabiduría que El nos da.
Este es el momento en que cada uno de nosotros debe examinar su vida y preguntar, ¿Qué clase de administrador soy? ¿Cómo administramos el cuerpo que habitamos? "¿O ignoráis, pregunta 1ra. Corintios 6:19-20, que vuestro cuerpo es templo de Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo".
¿Cómo estamos administrando nuestra Mente? Jesús nos recuerda el mandamiento de Dios: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22:37) ¿Cómo estamos administrando nuestro tiempo? El salmista declaró: "Tú eres mi Dios. En tus manos están mis tiempos..." (Salmo 31:14-15). ¿Cómo administramos nuestra juventud? Eclesiastés nos dice: "Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas no tengo en ellos contentamiento" (Eclesiastés 12:1). ¿Cómo administramos nuestra vida? Jesús dijo: "No os afanéis, pues, diciendo Qué comeremos? O qué vestiremos?... Vuestro Padre Celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:31-33).
Cuando administramos mal lo que nos pertenece esto se convierte en negligencia, insensibilidad y falta de visión, pero cuando administramos mal lo que pertenece a Dios, se convierte en un robo.
Un elemento adicional que debería ser revisado a la luz de lo que venimos estudiando tiene que ver con la forma como administramos el dinero de Dios. El profeta Malaquías, hablando por Dios, hace una pregunta crucial: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas" (Malaquías 3:8-9). Robamos al tomar o retener lo que pertenece a otro. En su palabra Dios ha pedido que devolvamos un mínimo de una décima parte de todo lo que poseemos como expresión de agradecimiento. Levítico 27:30 nos dice: "Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová".
LO QUE DIOS PIDE O LO QUE QUEREMOS DAR
Muchos sentimos que debemos darle a Dios lo que queramos, sin directriz alguna. Una vez, un predicador visitó a un barbero que estaba en contra de las promesas y los diezmos. El barbero dijo: "Siento que una persona debe dar a Dios lo que quiera". Cuando el barbero terminó de cortarle el cabello, el predicador le dio 5 pesos. El barbero le dijo indignado: "Señor predicador, los cortes de pelo valen 40 pesos". El predicador respondió: "Creo que le escuché decir que debemos darle a Dios lo que queramos darle y yo sé que usted no es más que Dios".
Notemos lo siguiente: Le damos a la compañía de electricidad lo que nos pida, pero le damos a Dios, quien nos da la luz del sol y ojo para contemplarlo, lo que queremos. Damos a la compañía de teléfonos lo que nos pida, pero damos a Dios, quien nos da el don del habla, lo que queremos. En el supermercado damos lo que nos pidan, pero le damos a Dios quien hace crecer las cosechas, lo que queremos. Damos a la compañía de acueductos lo que nos pida, pero le damos a Dios, quien nos envía lluvia gratuita para regar el césped, los campos y los ríos, lo que queremos. Damos al gobierno cualquier impuesto que pida, pero le damos a Dios, quien mantiene naciones enteras en la palma de su mano, lo que queremos. Vamos a conciertos, eventos deportivos y pagamos lo que pidan para entrar, pero llegamos a la iglesia, donde se proclama el evangelio de salvación para nuestras almas y nos molestamos si solicitan una cantidad especial. Damos al doctor lo que cobre, pero le damos a Dios, quien nos despierta en las mañanas y le da movimiento a nuestras extremidades, lo que queremos. Damos a los abogados lo que nos cobren por defender nuestros casos, pero damos a Dios, cuyo hijo Jesús murió en el Calvario para redimirnos, lo que queremos. "Robará el Hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis en qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas".
QUE VAMOS A HACER
O vivimos como ladrones o vivimos confiadamente. Algunos hemos estado viviendo como ladrones. Hemos estado reteniendo lo que es del Señor durante mucho tiempo. Hemos estado reteniendo la alabanza que pertenece a Dios, talentos que pertenecen a Dios, habilidades y conocimientos que pertenecen a Dios y una vida que pertenece a Dios durante mucho tiempo. Algunos hemos estado viviendo de esta forma por tanto tiempo que nos sentimos avergonzados de admitir nuestra falta de fe y nuestra incapacidad de vivir y dar conforme a la Palabra de Dios. Algunos tenemos miedo de vivir de cualquier otra forma. Y algunos no creemos que podemos vivir de otra forma.
En esta hora le imploro por la Palabra y el poder del Espíritu de Dios, que no permita que el orgullo, el temor o la terquedad obstruyan el paso para las bendiciones, la paz y el gozo que provienen de una vida de confianza en el señor. Nunca piense que es muy tarde para empezar a vivir dependiendo de Dios. Las Buenas Nuevas del evangelio nos dicen que si tenemos el deseo y la voluntad de ser mejores, no es demasiado tarde. Si Zaqueo, el despreciado publicano pudo empezar a vivir confiadamente cuando dijo: "La mitad de mis bienes doy a los pobre; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado". (Lucas 19:8), entonces no es demasiado tarde para usted. Si el muy equivocado Saulo pudo empezar a vivir dependiendo de Dios en el camino a Damasco, cuando preguntó: (Hechos 9) "¿Señor qué quieres que yo haga?" Entonces no es muy tarde para usted. Si un hijo pródigo pudo caer en razón nuevamente en un corral lleno de cerdos y decidirse a confiar en el amor de un padre compasivo y regresar a su hogar, entonces no es muy tarde para usted. Si un ladrón agonizante pudo reconocer la majestad de Cristo, aún estirado y colgando de una cruz, fue movido a decirle a Jesús: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino"; si ese ladrón moribundo pudo recibir la promesa: "Estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:42-43), entonces no es muy tarde para usted.
CONCLUSION
Dejemos de retener lo que es de Dios. Seamos honestos con Dios y empecemos a vivir confiadamente. Creamos que Dios cuidará de nosotros y suplirá nuestras necesidades. En momentos de crisis, confiemos en que Dios abrirá un camino donde no lo hay. En momentos de aflicción, creamos que Dios peleará nuestras batallas. En momentos de pruebas, confiemos en que Dios Justificará nuestra fe. En momentos de soledad, creamos que Dios nunca nos dejará. Confiemos en que Dios cumplirá su palabra que dice: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." (Malaquías 3:10).
LA MAYORDOMÍA DE LA ORACIÓN
LA MAYORDOMÍA DE LA ORACIÓN
INTRODUCCIÓN
"Si consultamos nuestras dudas y temores o procuramos resolver cada cosa que no veamos claramente, antes de tener fe, solamente se acrecentarán y profundizarán las perplejidades. Más si venimos a Dios sintiéndonos desamparados y necesitados, como realmente somos, si venimos con humildad y con la verdadera certidumbre de la fe le presentamos nuestras necesidades a Aquel cuyo conocimiento es infinito, a quien nada se le oculta y quien gobierna todas las cosas por su voluntad y palabra, él puede y quiere atender nuestro clamor y hacer resplandecer su luz en nuestro corazón. Por la oración sincera nos ponemos en comunicación con la mente del Infinito. Quizá no tengamos al instante ninguna prueba notable de que el rostro de nuestro Redentor está inclinado hacia nosotros con compasión y amor; sin embargo es así. No podemos sentir su toque manifiesto, más su mano nos sustenta con amor y piadosa ternura". (El Camino a Cristo, págs. 96 y 97).
NUESTRA MAYORDOMÍA DE LA ORACIÓN
En su oración intercesora, ¿Por quiénes especialmente oró Jesús? Juan 17:9, 20. [9]. "Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que son tuyos y que tú me diste. [20]. No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra".
NOTA. "Participando del Espíritu de Dios, conformándose a la ley de Dios el hombre llega a ser partícipe de la naturaleza divina. Cristo lleva a sus discípulos a una unión viviente consigo y con el Padre. Mediante la obra del espíritu Santo sobre la mente humana, el hombre es hecho completo en Cristo Jesús. La unidad con Cristo establece lazos de unión de unos con otros" (Comentario de Elena G. de White en SDA Biblie Commentary, tomo 5, pág. 1148).
¿Qué instrucción dio Jesús en cuanto a las oraciones del cristiano por sus enemigos? Mateo 5:44. "Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores".
NOTA. Somos inducidos a simpatizar con Cristo, asociándonos a sus padecimientos. Cada acto de sacrificio personal por el bien de otros robustece el espíritu de caridad en el corazón y lo une más fuertemente al Redentor del mundo, quien, 'siendo él rico, por vuestra causa se hizo pobre, para que vosotros, por medio de su pobreza, llegaseis a ser ricos'. Y solamente cuando cumplimos así el designio que Dios tenía al crearnos, puede la vida ser una bendición para nosotros". (El Camino a Cristo, pág. 79).
Cuando Sodoma fue destruida, ¿Las oraciones de quién fueron recordadas por Dios? Génesis 19:29. "Cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe, mientras arrasaba las ciudades donde Lot había vivido".
Compárese con Génesis 18: 16-33. [16]. "Los hombres se levantaron y marcharon en dirección de Sodoma, mientras Abrahán los acompañaba para indicarles el camino. [17]. Y Yavé se preguntó: "¿Ocultaré a Abrahán lo que voy a hacer, [18]. cuando justamente quiero que salga de él una nación grande y poderosa, y que a través de él sean bendecidas todas las naciones de la tierra?. [19]. Pues lo he escogido para que ordene a sus hijos y a los de su raza después de él, que guarden el camino de Yavé y vivan según la justicia y haciendo el bien, para que Yavé cumpla con Abrahán todo lo que le ha prometido". [20]. Dijo entonces Yavé: "Las quejas contra Sodoma y Gomorra son enormes, y su pecado es en verdad muy grande. [21]. Voy a visitarlos, y comprobaré si han actuado según esas quejas que han llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré". [22]. Los hombres partieron y se dirigieron a Sodoma, mientras Yavé se quedaba de pie delante de Abrahán. [23]. Se acercó entonces Abrahán y le dijo: "¿Es cierto que vas a exterminar al justo junto con el malvado? [24]. Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿es cierto que vas a acabar con todos y no perdonar el lugar en atención a esos cincuenta justos? [25]. ¡Tú no vas a hacer algo semejante, permitir que el bueno sea tratado igual que el malvado! ¿O es que el juez de toda la tierra no aceptará lo que es justo?" [26]. Yavé le dijo: "Si encuentro en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar en atención a ellos". [27]. Abrahán volvió a hablar: "Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza, [28]. Pero si faltan cinco justos para llegar a los cincuenta, ¿destruirás la ciudad por esos cinco que faltan?" Yavé respondió: "No habrá destrucción si encuentro allí cuarenta y cinco hombres justos."[29]. Abrahán insistió: "Pero a lo mejor se encuentran allí sólo cuarenta justos". Yavé contestó: "En atención a esos cuarenta, no lo haré". [30]. Abrahán continuó todavía: "No se enoje mi Señor si sigo hablando, pero tal vez no se encuentren más que treinta justos". Yavé contestó: "No lo haré si encuentro allí treinta justos". [31]. Abrasan insistió: "Sé que es una osadía por mi parte hablar así a mi Señor; pero, ¿y si se encuentran allí solamente veinte justos?" Yavé contestó: "No destruiré el lugar, en atención a esos veinte." [32]. Abraham dijo: "Vaya, no se enoje mi Señor, y hablaré por última vez. Puede ser que se encuentren allí sólo diez". Yavé dijo: "En atención a esos diez, no destruiré la ciudad". [33]. Cuando Yavé terminó de hablar con Abrahán se fue, mientras Abrahán volvió a su casa".
NOTA. "No pudiendo salvar las ciudades por las cuales imploraba Abrahán, el Señor sin embargo contestó su oración intercesora perdonando a aquellos que estaban dispuestos a abandonarlas. Por causa de Abrahán, según se nos dice aquí, fue ofrecida la salvación a la familia de Lot". (SDA Bible Commentary, Génesis 19:29).
¿Qué posibilitó la liberación de Pedro de la prisión?. Hechos 12.5. "Y mientras Pedro era custodiado en la cárcel, toda la Iglesia oraba incesantemente por él a Dios".
NOTA. Una iglesia en oración y la resignación de Pedro al propósito de Dios, hicieron posible liberación. "El apóstol no estaba intimidado por la situación. Desde su recuperación después de la negación de Cristo, había estado arrostrando valientemente el peligro y había mostrado un noble arrojo y firmeza al predicar a un Salvador crucificado, resucitado y ascendido al cielo. Al yacer en su celda rememoró las palabras que Dios le había dicho: "De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras". Pedro creí que había llegado para él el tiempo de deponer su vida por causa de Cristo". (Comentario de Elena G, de White en SDA Bible Commentary, tomo 6, pág. 1061).
LA ORACIÓN DE UNOS POR OTROS
¿Qué deberían hacer los cristianos a favor de los enfermos? Santiago 5: 5 y 16. [15]. "La oración hecha con fe salvará al que no puede levantarse; el Señor hará que se levante; y si ha cometido pecados, se le perdonarán. [16]. Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante".
NOTA. "Cuando hayamos orado por el restablecimiento del enfermo, no perdamos la fe en Dios, cualquiera que sea el desenlace del caso. Si tenemos que presenciar el fallecimiento, apuremos el amargo cáliz, recordando que la mano de un Padre nos lo acerca a los labios. Pero si el enfermo recobra la salud, no debe olvidar que al ser objeto de la gracia curativa contrajo nueva obligación para con el Creador". (El Ministerio de Curación, pág. 178).
¿Qué estará haciendo el creyente sincero y ferviente a la venida de Cristo?. Lucas 12: 35-37. [35]. "Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas. [36]. Sean como personas que esperan que su patrón regrese de la boda para abrirle apenas llegue y golpee a la puerta. [37]. Felices los sirvientes a los que el patrón encuentre velando a su llegada. Yo les aseguro que él mismo se pondrá el delantal, los hará sentar a la mesa y los servirá uno por uno".
1° Pedro 4:7. [7]. "Si el oro debe ser probado pasando por el fuego, y es sólo cosa pasajera, con mayor razón su fe, que vale mucho más. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús".
NOTA. "La vigilancia es la tónica de esta breve parábola. Aquí por primera vez Jesús enseña públicamente en cuanto a su segunda venida. Ya se vislumbra el fin de un ministerio terreno. Por lo tanto trata de preparar a los hombres para su ascensión y su regreso en poder y gloria. El énfasis de la parábola es sobre la vida correcta en vista del regreso del Maestro". (SDA, Bible Commentary, Lucas 12:35).
¿Por qué cosa pidió especialmente Pablo a sus conversos que oraran? Efesios 6:18 y 19. [18]. "Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos. [19]. Rueguen también por mí, para que, al hablar, se me den palabras y no me falte el coraje para dar a conocer el misterio del Evangelio".
NOTA. "Esta conmovedora referencia por parte del valiente guerrero a sus propias necesidades revela su humildad y su dependencia de otros para ser comprendido y sostenido. Él necesitaba oraciones intercesoras en su favor y a menudo expresó esa necesidad" (Romanos 15:30; 2° Corintios 1:11; Filipenses 1:19; Colosenses 4:3). (Id, Efesios 6:19).
¿Cuál es el deber del cristiano en cuanto a las autoridades civiles? 1° Timoteo 2: 1 y 2. [1]. "Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, sin distinción de personas; [2]. por los jefes de estado y todos los gobernantes, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con toda piedad y dignidad".
NOTA. "Puede ser que a veces los requerimientos del gobierno sean contrarios a la ley de Dios y bajo estas circunstancias el cristiano debe obedecer a Dios antes que a los hombres. (Hechos 4:19; 5:29). El argumento de Pablo es que el poder político de los gobiernos humanos ha sido confiado a los hombres por Dios, de acuerdo a su propósito, para el bienestar del hombre. Su continuación en el poder o la pérdida de su autoridad están en sus manos. Por lo tanto, el cristiano sostendrá la autoridad del estado existente. (Id, Romanos 13:1).
¿Por qué gran acontecimiento se nos pide que oremos? Mateo 6:10. "Venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo".
NOTA. "A través de las edades la promesa de que los reinos de este mundo llegarían a ser a su tiempo el reino de nuestro Señor Jesucristo (Apocalipsis 11:15), ha incitado a los ciudadanos del reino de la gracia a vivir una vida santa (1° Juan 3:2 y 3), y a la abnegación en la proclamación de las buenas nuevas del reino. En la mente y en el corazón de los verdaderos cristianos de todas las edades esa esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo... siempre ha ocupado el primer lugar y los ha inspirado a una vida más santa". (Id, Mateo 6:10).
EL CULTO COMO PARTE DE LA MAYORDOMÍA
¿Qué se exhorta a los miembros de iglesia que van sin falta? ¿Por qué?. Hebreos 10:25. "No abandonen las asambleas, como algunos acostumbran hacer, sino más bien anímense unos a otros, tanto más cuanto ven que se acerca el día".
NOTA. "Los que están firmemente establecidos en la fe no deberían nunca olvidar que algunos de sus compañeros creyentes que han tenido oportunidades menos favorables para desarrollar un carácter cristiano pueden estar pasando por la duda y el desánimo. Saber hablar palabras al cansado (Isaías 50:4) puede ser el medio, en la providencia de Dios, de convertir a un pecador del error de su camino, de salvar de muerte un alma y de cubrir multitud de pecados". (Santiago 5:20)
"Al aumentar las pruebas, las dificultades y la persecución, se demostrará el gran valor de la exhortación y el ánimo mutuos. El peligro para la seguridad personal en que se pueda incurrir al asistir a los cultos públicos será insignificante frente al coraje y la fuerza que resultan del compañerismo cristiano". (Id, Hebreos 10:25)
¿Para quiénes se ha destinado la casa de oración? Mateo 21:12-16. [12]. "Jesús entró en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo. Derribó las mesas de los que cambiaban monedas y los puestos de los vendedores de palomas. Les dijo: [13]. "Está escrito: Mi casa será llamada Casa de Oración. Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones. [14]. También en el Templo se le acercaron algunos ciegos y cojos, y Jesús los sanó. [15]. Los sacerdotes principales y los maestros de la Ley vieron las cosas tan asombrosas que Jesús acababa de hacer y a los niños que clamaban en el Templo: "¡Hosanna al hijo de David!". Estaban furiosos [16]. y le dijeron: "¿Oyes lo que dicen esos?" Les respondió Jesús: "Por supuesto. ¿No han leído, por casualidad, esa Escritura que dice: Tú mismo has puesto tus alabanzas en la boca de los niños y de los que aún maman?".
Compárese con Isaías 56:7. "Los llevaré a mi cerro santo y haré que se sientan felices en mi Casa de oración. Serán aceptados los holocaustos y los sacrificios que hagan sobre mi altar, ya que mi casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos".
NOTA. "Al dedicarse a sanar a los que ahora acudían a Él en el atrio del templo (Jesús) dio una demostración práctica de la verdad de que el templo había sido ordenado por Dios para servir a las necesidades del hombre, no para su codicia. Parece que por un breve lapso Jesús controló completamente el templo, y durante ese tiempo demostró, en parte, cómo debían ser usados esos recintos sagrados. Él había venido a la tierra para que los hombres tengan vida y para que la tengan en abundancia, no para que hicieran sacrificios o ganancias en abundancia". (Id, Mateo 21:14).
¿Con qué hermoso lenguaje describe Dios el trabajo fiel de su pueblo? Isaías 52:7. "Qué bienvenidos, por los montes, los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que trae la felicidad, que anuncia la salvación, y que dice a Sión: "¡Ya reina tu Dios!".
NOTA. "No hay mensaje más gozoso que el de la liberación y la paz. Para los judíos que estaban bajo un yugo extranjero, nada podía traerles un gozo mayor que la seguridad de que la hora de su liberación estaba cercana. Pablo aplicó estas palabras de Isaías a la proclamación del mensaje evangélico (Romanos 10:15). La liberación predicha era, en primer lugar, la del Israel literal de las naciones que lo oprimían...,y luego la liberación mayor del pecado y todo mal mediante el Siervo sufriente". (Id, Isaías 52:7).
Debido a la fiel mayordomía en la oración, ¿Cuál será finalmente la recompensa del pueblo de Dios?. Malaquías 3:16 y 17. [16]. "Así hablaban entre sí los que respetan a Yavé. Yavé, que estaba escuchando, lo supo, y mandó en seguida que en un libro se anotaran los nombres de aquellos que lo respetaban y reverenciaban su Nombre. [17]. Ellos serán mis preferidos, dice Yavé de los ejércitos, el día en que yo actúe. Y los premiaré como hace un padre con su hijo obediente".
EL QUE AMA DA LO MEJOR
EL QUE AMA DA LO MEJOR
Un niño se sentó a la mesa para comer, y antes de que su mamá lo viera, comenzó a cortar trozos de carne blanca de la gallina, y logró apartar un buen montón. La madre le descubrió y le dijo: "¿Qué vas a hacer con esa carne?" "Nada" dijo el niño avergonzado; "Ninguna cosa mala. Sólo quise reunir una buena parte para mi perro Blanqui".
"Pues, no" le dijo la mamá. "Tú come lo tuyo y yo me encargaré del perro". Al terminarse la comida, la madre recogió las sobras, los huesecillos y demás desechos que halló en los platos, y se los dio al niño para que los llevase al perro.
En el patio, el pequeño llamó a su perro Blanqui y le entregó la comida diciendo con gran tristeza: "yo te había preparado una ofrenda pero mi mamá te manda esta colecta".
Cada uno de los que hayamos contribuido alguna vez con algo que consideremos como una causa digna y honorable, nos hemos hecho la siguiente pregunta: "¿Cuánto debo dar?" Todo el que ha puesto alguna vez cualquier cosa en un platillo de ofrenda se ha hecho la pregunta: "¿Qué debo depositar allí?" O "¡Qué debo darle a Dios y a la iglesia?" Cuando nos ponemos a pensar seriamente en la pregunta de qué y cuánto dar a Dios, descubriremos que constituyen las preguntas centrales y más fundamentales de nuestras vidas. Estas no son preguntas nuevas, sino que se remontan hasta el amanecer de la creación.
QUE Y CUANTO AL PRINCIPIO
Las preguntas con respecto a qué y cuánto dar a Dios fueron las primeras preguntas que Adán y Eva, no supieron contestar. Los primeros seres creados por Dios fueron puestos en el jardín del Edén en un estado de preocupaciones y trabajo, pecado y sufrimiento, deuda y muerte. Dios le dijo a Adán y a Eva que tenían libre acceso a todo lo que veían y querían, con la excepción del fruto del árbol del bien y del mal. La primera pregunta que debían responder Adán y Eva era cuánta obediencia estaban dispuestos a darle a Dios. Eligieron no dar su obediencia total y obtuvieron resultados fatales, perdieron el Paraíso. Perdieron esa tranquilidad ideal que nosotros, como humanos, hemos estado tratando de recuperar desde aquel día fatal cuando nuestros primeros padres eligieron darle a Dios menos de lo que debían.
Tal como lo indica Génesis 4:1-5, las preguntas de qué y cuánto debemos devolver a Dios resultaron ser las dos decisiones fundamentales que tuvieron que tomar los hijos mayores de Adán y Eva, que se llamaban Caín y Abel. Aunque no lo sabían en ese momento, estas eran las preguntas sobre las cuales penderían sus futuros y girarían sus destinos. Caín, el mayor de los dos, se convirtió en granjero, mientras Abel, llegó a ser pastor de ovejas. Al pasar el tiempo, estos dos jóvenes, como sus padres antes de ellos y cada uno de nosotros después de ellos, tenían que responder a la pregunta: ¿Qué y cuánto debo dar a Dios? La ocasión en que surge la pregunta es cuando hay que presentar una ofrenda del fruto de sus manos a Dios. Caín trajo una ofrenda del fruto de la tierra, y Abel trajo los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.
La Biblia nos dice que el Señor miró con agrado a la ofrenda de Abel, pero no la de Caín. Naturalmente, surge la pregunta de por qué la ofrenda de Abel fue mejor recibida que la de Caín. El espíritu de profecía en el libro Historia de los Patriarcas y Profetas a partir de la página 58 explica el caso de estos hombre. Ambos conocían que las ofrendas eran un medio para expresar su gratitud a Dios, pero también su conformidad y dependencia del plan de Dios para ser salvos. Se les había indicado que para perdonarles sus pecados sería necesario el derramamiento de la sangre del hijo de Dios y de esta manera sabían que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Se les había instruido para que al ofrendar presentaran las primicias del ganado para mostrar su dependencia del plan divino. También estaba permitido traer frutos de la tierra como ofrenda de gratitud a Dios.
Es interesante notar que los elementos que Dios escogió para el acto de ofrendar estaban completamente al alcance de los que debían traer la ofrenda. Si analizamos la forma en que Dios nos trata, nos damos cuenta que nunca pide de nosotros nada que no podamos dar o hacer. Es justamente aquello con lo que contamos que debemos traer a Dios, el nunca nos juzgaría por aquello que no tenemos. No obstante que podamos traer a Dios de lo que producimos no anula el plan divino con relación a la forma en que lo traemos. La Biblia es clara al enseñar que el señor no sólo espera que demos pero también que demos lo mejor y siempre conforme a su plan.
Abel presentó su ofrenda conforme a lo que Dios había mandado y por lo tanto recibió la inmediata aprobación del cielo. Contrario a esto Caín sólo trajo la ofrenda consistente en los frutos de la tierra y no así aquella que demostraba su fe en los méritos del salvador que fue prometido a sus padres y debido a esto Dios no miró con agrado a Caín y a su ofrenda. Caín pensó que lo producido por él era suficiente para traer delante de Dios; el señor le mostró que lo que pueda hacer el hombre por mucho que sea siempre necesitará de los méritos de Cristo para fines de la salvación. Así como los frutos traídos por Caín no podían sustituir el cordero que representaba a Cristo, hoy día el dar ofrendas y el devolver diezmos no sustituyen la fe en Cristo para salvación.
En adición a todo esto cuando usted lee Génesis 4:1-5, usted nota que la Biblia hace énfasis en mostrar que Abel trajo de sus primogénitos los más gordos, es como si quisiera decir lo mejor de lo mejor para su Dios. Pero en el caso de Caín sólo se lee que trajo los frutos de la tierra. (Génesis 4:3-4) Estos textos dan lugar a pensar que la diferencia entre la ofrenda de Caín y Abel podía estar relacionado con el aspecto calidad de la ofrenda. Nótese que de Abel no tenemos duda que trajo lo mejor que tenía, pero de Caín está la posibilidad de que hubiese traído frutos que no representaban lo mejor de su cosecha. Después de todo el espíritu de profecía dice que el corazón de este hombre ya había nacido la rebelión y la crítica contra Dios. De hecho, si se atrevió a cambiar el plan de Dios al ofrendar, es evidente que se trataba de un hombre que no se deleitaba en obedecer y amar a Dios.
En la experiencia de Abel y Caín aprendemos que Dios sólo aceptará aquella ofrenda que sea dada con el corazón más que con las manos, y que refleje apego irrestricto al plan establecido por El. Por otro lado, si bien es cierto que Dios acepta el fruto de nuestras manos, también es cierto que Él espera que le demos siempre lo mejor de lo que tenemos. La gran diferencia entre Abel y Caín estriba en que el primero era feliz obedeciendo a su Dios y lo amaba lo suficiente como para darle lo mejor de lo mejor. La ofrenda de Caín fue dada con las manos pero no con el corazón. La de Abel fue una ofrenda que involucraba sacrificio, entrega, generosidad y un verdadero sentido de preocupación y deseos de compartir. Abel no ofreció a las más flacas, cojas, débiles o más viejas de sus ovejas, sino a los primogénitos. Abel ofreció de lo que tenía en alta estima y lo que era precioso ante sus ojos, lo mejor de su rebaño, las más gordas de sus ovejas.
EL AMOR SIEMPRE DA LO MEJOR
No importa cual sea la razón, proyecto, institución o persona, siempre damos lo mejor de nosotros cuando nos interesa. Podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar. Muchas veces, nuestra dadivosidad tiene poco que ver con el amor. A veces damos por un sentido de obligación o deber. Damos, no porque queremos, sino porque se espera que lo hagamos. No estamos entregados al señor, sino a nuestra posición o cargo, nuestro trabajo, nuestra responsabilidad y nuestra imagen. Por lo tanto, damos porque ese es el precio que debemos pagar para realizar nuestra función. A veces damos por temor. Algunas personas dan porque temen que, si no lo hacen, Dios retirará sus bendiciones. Algunas personas creen que si no dan, empezarán a tener mala suerte o lo que sea. Como cristianos, no creemos en la suerte; creemos en Dios. El acto de dar no constituye una póliza de seguros en la que invertimos como un seguro contra las dificultades. No damos porque estamos tratando de mantener una supuesta racha de buena suerte. No damos porque estamos tratando de asegurar las bendiciones o el favor de Dios. En primer lugar, el favor de Dios no está a la venta. En segundo lugar, aunque estuviera a la venta, no tendríamos suficiente dinero para comprarlo. No, no damos porque tratamos de comprar a Dios, sino porque amamos a Dios y lo amamos lo suficiente para darle lo mejor de nosotros.
A veces damos porque esperamos recibir algo a cambio. Creemos que si nos ocupamos de Dios, entonces Dios se ocupará de nosotros. Creemos que si damos a Dios entonces Dios nos dará sus bendiciones. Aunque esto es cierto, nuestra razón principal para dar no debería ser que al darle a Dios estamos invirtiendo en algo que paga grandes dividendos y beneficios. Dios y la iglesia no son inversiones de negocios en los que depositamos dinero para obtener ganancias. Nuestra motivación para dar no debería ser un deseo egoísta de recibir a cambio algo más grande que lo que hemos dado. Aunque Dios nos bendiga en la forma que deseamos o no, siempre deberíamos dar. Damos, no por lo que esperamos a cambio, sino porque amamos a Dios y porque le amamos lo suficiente como para darle lo mejor de nosotros.
Abel tuvo suficiente amor como para dar lo mejor. No sólo dio los primogénitos de su rebaño, sino que también los más gordos, que se consideraban las mejores porciones para sacrificios. Abel tuvo suficiente amor como para dar a Dios lo mejor entre lo mejor que tenía. Dio a Dios suficiente de sus mejores recursos.
ADEMAS DE QUE, ¿CUANTO?
Ya sabemos qué dar, LO MEJOR. Ahora debemos preguntarnos cuánto de lo mejor debemos dar. Cuando la Biblia habla de dar, se refiere a diezmos y ofrendas. No menciona viajes, cenas, rifas, concursos, ventas o bonos, sino diezmos y ofrendas. En la Biblia, Dios pide a las personas que den un mínimo de 10 por ciento de todo lo que reciben. La palabra diezmo significa un décimo. Por lo tanto, algunas personas que dan regularmente consideran que diezman bien. Aunque la benevolencia regular y sistemática es un buen principio de la mayordomía, no necesariamente implica diezmar. En realidad, diezmar significa apartar una décima parte y, a menos que uno esté dando por lo menos una décima parte, no está diezmando.
En la Biblia, el primer 10% de los ingresos de una persona, sin importar lo que fuera y cómo llegara, se apartaba para el diezmo del Señor y se consideraba sagrado. Levítico 27:30 nos dice: "Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová". En vista de que se creía que el 10% de todo pertenecía al Señor de todas formas, uno no empezaba a dar una ofrenda hasta sobrepasar el 10%. Por lo tanto, a la luz de la Biblia, el diezmo consistía en el 10% y era lo mínimo que un individuo podía dar a Dios. El diezmo era del Señor y se apartaba y se consideraba sagrado.
La ofrenda era lo que se daba después del diezmo. Algunos de nosotros pensamos que el diezmo es lo máximo y que una vez entregado el diezmo, ya hemos dado todo. Pero el diezmo no constituye el máximo; es el mínimo. Por eso la Biblia habla de diezmos y ofrendas. Lo que algunos de nosotros llamamos ofrendas, realmente no son ofrendas, ya que la mayoría ni siquiera damos los diezmos básicos, de los cuales la ofrenda viene a ser una extensión.
PRIMERO SE AMA, LUEGO SE DA
Algunos catalogarían el concepto bíblico de la dadivosidad como rígido, difícil y exigente. La cantidad de dinero que la Biblia considera que debe darse como mínimo, podría parecer demasiado para algunos. Para otros, podría parecer un gran sacrificio. Sin embargo, si realmente amamos, entonces ninguna cantidad parece demasiado y ningún sacrificio parece muy grande. Pues, ¿cómo podemos ponerle precio al amor? El amor puede ser exigente porque tiene un costo. Cualquiera que trate de dar siempre lo mínimo, no ama, porque aún cuando amamos a Dios, a un amigo, a los niños, a la esposa, a los familiares, a la iglesia o hasta un enemigo, el amor requiere lo máximo, no lo mínimo. Por eso es que debemos amar a Dios verdaderamente para poder diezmar con el espíritu correcto. La devolución de los diezmos requiere cierto nivel de generosidad con buen espíritu o un compromiso que se puede adquirir sólo por medio del amor. En vez de preguntar, ¿puedo darme el lujo de diezmar?, quizá deberíamos preguntar, ¿amo a mi Dios lo suficiente como para tratar de darle lo mejor de mí y de mis tesoros?
Cuando damos por un sentido del deber, decimos: "doy porque debo dar". Cuando damos por temor, decimos: "Doy porque es mejor que de". Cuando damos porque esperamos algo a cambio, decimos: "Doy porque me conviene". Cuando damos porque amamos, decimos: "Doy porque quiero dar". "Doy porque esta persona, este Dios, esta iglesia, esta causa, significa algo para mí". Lo que me duele no es que es el momento de dar ni la cantidad que voy a dar, sino que no puedo dar más. Porque me interesa, quiero dar lo mejor de mí.
EL MAS GRANDE DADOR
Cada vez que empecemos a quejarnos acerca de qué o cuánto Dios nos pide, debemos recordar que Dios no nos pide más de lo que nos da. Servimos a un Dios que nos da lo mejor. De día, Dios nos da el sol, la mejor luz. De noche, Dios nos da la luna y las estrellas, las mejores guías a través de la oscuridad. Cuando tenemos sed, Dios nos da la lluvia, la mejor agua. Cuando añoramos lo estético, Dios nos da un amanecer o una puesta de sol, la mejor belleza. Cuando necesitamos consuelo y fortaleza, Dios nos da el Santo Espíritu, la mejor inspiración. Y cuando necesitamos un Salvador, Dios nos dio lo mejor que tenía, a Jesús, su único hijo. Como dijo alguien: "De tal manera amó (al grado más alto) Dios (el mejor amante) al mundo (la mayor cantidad) que ha dado ( el mayor de los actos) a su hijo unigénito (el mayor regalo) para que todo aquel (la mayor invitación) que en él ( la mejor persona) cree, no se pierda (la mayor liberación) mas (la mayor diferencia) tenga (la mayor seguridad) vida eterna ( la mejor posesión)".
Dios no sólo nos dio lo mejor, sino que en Jesús, nos dio lo mejor de lo mejor que El tenía. ¿Podemos atrevernos a hacer menos que devolverle a Dios lo mejor de lo mejor que tengamos?
El Diezmo en los Escritos de Elena G. White
EL DIEZMO
EN LOS ESCRITOS DE
ELENA G. DE WHITE
Angel Manuel Rodríguez
Biblical Research Institute, Silver Spring, MD
El Diezmo en los Escritos de Elena G. de White
© 2003 Departamento de Mayordomía de la Asociación General de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día. Todos los derechos reservados.
Publicado por el Departamento de Mayordomía de la Asociación General de la
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EL DIEZMO
EN LOS ESCRITOS DE
ELENA G. DE WHITE
Ángel Manuel Rodríguez
Biblical Research Institute
Silver Spring, MD
Departamento de Mayordomía de la Asociación General
ÍNDICE
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Introducción
Fundamento Teológico
Conceptos Teológicos Generales 2
Conceptos Teológicos Específicos y el Diezmo Origen y Perpetuidad: Santidad de la Ley 3 Pecado, Dios, Diezmo e Interacción Divino-Humana 4 Naturaleza del Diezmo 6 Conclusión 7
Motivación para Devolver el Diezmo Calidad de la Vida Espiritual y el Diezmo Motivación para Devolver el Diezmo 9 Retención del Diezmo 10 Conclusión 12
Logística para el Diezmo Enseñanza del Sistema del Diezmo 13 Recolección del Diezmo 13 Fuentes de las Cuales Devolver el Diezmo 14 Conclusión 14
Usos del Diezmo Determinación del Uso 15 Uso Específico del Diezmo 15 Excepciones en el Uso del Diezmo 17 Uso Incorrecto del Diezmo 17 Conclusión 19
Uso Personal del Diezmo Hecho por Elena G. de White
El Segundo Diezmo
Conclusión General
Notas Finales
INTRODUCCIÓN
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Este trabajo explorará el concepto, práctica y fundamento teológico para el diezmo en los escritos de Elena G. de White. Cuando sea necesario, entrarán en discusión detalles históricos, pero el enfoque principal será en los niveles conceptuales y pragmáticos. Sus escritos revelan la profundidad de su comprensión sobre el tema del diezmo, pero difícilmente algún cambio significativo en sus visiones. No encontramos una teología explícita para el diezmo, desarrollado de forma sistemática, sino los conceptos que ella asocia al mismo y que nos abren una ventana para explorar los aspectos teológicos que informaban sus visiones y los consejos que ella daba a la iglesia. Es evidente que los materiales bíblicos que tienen que ver con la importancia y uso del diezmo, tuvieron influencia fundamental en su comprensión del diezmo.
FUNDAMENTO TEOLÓGICO
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Debemos encontrar respuestas para las siguientes preguntas: ¿Quién es el Dios que requiere el diezmo de sus criaturas y basado en qué lo reivindica? ¿Cuál es la naturaleza del diezmo? ¿Qué significado tiene el diezmo para la calidad de relación entre Dios y el individuo?
Conceptos Teológicos Generales
En el contexto de su discusión sobre el diezmo, hay varios lugares donde E. G. White se refiere a Dios como el Creador. Al usar ese diezmo para Dios, su intención no era estimular la especulación teológica con respecto a su naturaleza o con respecto al misterio de sus actos y poderes creadores, sino establecer o definir claramente la relación entre Dios y el universo. Con respecto al universo, Él, como Creador, lo posee y puede declarar con autoridad: "...diciendo: Yo soy el dueño legítimo del universo" El creador no abandonó al mundo creado por Él en manos de los seres humanos o de los poderes malignos; Él es el Señor. El derecho divino y universal de propiedad sólo puede ser reivindicado correctamente por Él. Esa convicción teológica específica determinará la manera en que E. G. White comprende el papel humano con respecto a Dios y al resto de la creación.
El derecho de Dios de propiedad del Universo, revela su poder sobre todas las cosas que creó, pero no necesariamente presenta la naturaleza de ese poder. Sencillamente establece que Él tiene el derecho de ser el Señor sobre su creación y que "tiene derecho sobre nosotros y sobre todo lo que poseemos" Por consiguiente, E. G. White presenta otro aspecto del carácter de Dios que es el fundamento teológico para el diezmo, o sea, Su amor y bondad. Es debido a su "bondad y amor" que "nos libra de desastres y de la muerte". Para ella, la esencia de la propiedad del universo no es por motivos egoístas, sino por amor y bondad que se manifiesta en la preservación de la vida. En el centro de este amor, esta la constante disposición de dar por parte de dios. No hay nada que poseamos que no encuentre su fuente y origen en Dios. Pero la mayor dádiva que recibimos de Él parece argumentar que no hay nada que Él creó y que ahora compartimos alegremente. En la obra redentora de Cristo a favor nuestro, Dios se entregó a sí mismo a nosotros, por medio de su Hijo. Entonces ella puede decir: "Por su obra redentora, Dios dio la dádiva más rica del cielo". El derecho de propiedad de Dios ahora está basado en el acto de amor abnegado que resultó en redención. "Fuimos comprados por precio" y somos "su propiedad [de Dios]". Pertenecemos a Él, no sólo debido a su poder creador, sino especialmente por su poder redentor y amor abnegado. Todas las otras dádivas que nos son concedidas, sólo son posibles debido a esa abnegación y por medio de ella. Por lo tanto, el Donador está presente en cada dádiva que recibimos de Él. Ciertamente Él "nos dio todo. Al sentarnos a la mesa recibimos su provisión; ella viene a través de Cristo. La lluvia, el sol, el rocío y todo lo que es una bendición para nosotros, son concedidos por Él..." En realidad, "Él nos dio copiosamente". De acuerdo con E. G. White, el Dueño del Universo es, "un Padre caritativo’.
En los escritos de E. G. White, el diezmo está asociado con dos de los aspectos más fundamentales de la persona misteriosa de Dios: Su poder creador y su esencia de amor. El primero muestra que Él es el Propietario del Universo; el segundo señala su obra redentora por medio del sacrificio voluntario de Cristo. Como veremos, esos aspectos son usados para justificar su reivindicación del diezmo y al mismo tiempo para motivar a los seres humanos a aceptar esa reivindicación divina. Ese importante requisito teológico determina e informa la teología de la mayordomía en los escritos de la Hna. White, y la función del diezmo en ellos.
Conceptos Teológicos Específicos y el Diezmo
Los conceptos de propiedad divina y del amor redentor, proporcionan la estructura conceptual general de referencia para el diezmo, como también para cualquier otro aspecto de la vida cristiana. Lo que queremos explorar ahora es el motivo para la especificidad y particularidad de la ley sobre el diezmo en E. G. White, el terreno teológico más especial en el cual está basado el diezmo en sí. Aquí estaremos tratando con la legalidad del diezmo en sí; su justificativa más específica, normativa y perpetua. En este aspecto ella no dice mucho, pero lo poco que dice es significativo para nuestro propósito. La teología del diezmo en E. G. White está relacionada directamente con el origen del concepto y práctica del diezmo y sus funciones específicas. Para ella, el hecho de que el diezmo puede ser trazado hasta el amor de Dios, será de gran significado conceptual y práctico.
Origen y Perpetuidad: Bondad de la Ley
En los escritos de E. G. White, no hay intento sistemático de demostrar a través de las Escrituras que el diezmo aún es una obligación de los cristianos. Pero de hecho, encontramos varios argumentos bíblicos que ella usa para demostrar su perpetuidad. En realidad, su discusión en cuanto al origen y perpetuidad del diezmo tiene una función teológica que enriquece su comprensión del tema. De acuerdo con la Biblia, la historia patriarcal en Génesis, revela que el diezmo era practicado antes de la formación de la teocracia, durante los días de Moisés. Abrahán (Génesis 14:20) y Jacob (28:22) ya devolvían el diezmo. Esa información bíblica es usada por E. G. White para argumentar que "el origen del sistema de los diezmos es anterior a los hebreos. Desde los primeros tiempos el Señor exigió el diezmo como cosa suya". En el Sinaí, "la ley del diezmo fue confirmada" en el contexto del pacto de Dios com Israel. Pero, mediante la iluminación profética, ella va más allá de lo que es explícitamente indicado en las Escrituras, a fin de revelar el origen exacto del diezmo. Ella niega implícitamente que la práctica fue instituida por los seres humanos como resultado de los cambios sociales, religiosos y financieros que pueden haber ocurrido en el mundo antiguo del Oriente Medio. Ella sitúa el origen y práctica de la idea en el propio Dios. "El sistema del diezmo era ordenado por Dios". "...es de origen divino". Sobre el sistema distinto de devolver el diezmo a Dios, ella dice: "fue establecido por Jesucristo" y sigue diciendo: "en los días de Adán", presumidamente después de la caída. Así como el matrimonio, el sábado, y el sistema de sacrificios, el diezmo es retirado por ella de la invención y creatividad humanas y colocado en la esfera de la mente divina. Ninguna explicación sociológica puede aclarar por si sola el origen del diezmo. Para ella esto señala la naturaleza impar y la perpetuidad de la ley del diezmo y para la bondad de la voluntad de Dios.
La naturaleza permanente de esa ley fue apoyada por Jesús que, de acuerdo con E. G. White, "reconoció que el pago del diezmo es un deber". Después de citar Mateo 23:23 donde Cristo censuró el escrúpulo con el cual los fariseos pagaban el diezmo, aún de aquello que no era requerido por la ley, ella comenta: "En estas palabras Cristo vuelve a condenar el abuso de la obligación sagrada. No descarta la obligación misma". Siendo así, el diezmo "abrogado ni reducido su vigor por Aquel que lo ideó". El hecho de que su origen precedió a la ley dada en el Sinaí significa que el diezmo no debe ser identificado con la ley ceremonial. Éste no "caducaría con los ritos y ofrendas de sacrificio que simbolizan a Cristo". En el resto del NT, el diezmo, así como la guarda del Sábado, es presumido como deber Cristiano y aún es "deber del pueblo de Dios en estos últimos días, tan ciertamente como lo fue en el Israel de la antigüedad".
Podría parecer que poco después de la caída de Adán y Eva, el concepto y la práctica de la devolución del diezmo fueron instituidos por el propio Dios. E. G. White lo cita como diciendo: "Cuando os confié mis bienes especifiqué que una parte debía ser vuestra, para suplir vuestras necesidades, y otra porción debía devolvérseme". Esto puede muy bien ser un eco de lo que Dios dijo a la pareja original. Las conclusiones obvias son que desde el despunte de la historia humana, fuera del Jardín del Edén, el diezmo fue instituido por Dios sobre los fundamentos de su autoridad como Creador y Redentor. La ley era la expresión de su voluntad para con nosotros y debía ser obedecida. Sin embargo, para E. G. White, la ley no era arbitrariamente forzada por el Señor Todopoderoso sobre los seres humanos. La voluntad de Dios nunca es establecida arbitrariamente ya que siempre busca el bienestar de sus criaturas. Siendo así, el sistema del diezmo es una expresión de la voluntad amorosa de Dios para con la raza humana, ya que Él la originó para ser "una bendición para el hombre". ¿Cuál era el bien que esta ley trataba de traducir, en particular? ¿Cómo era expresada la amorosa preocupación de Dios por los seres humanos a través de ella?
Pecado, Dios, Diezmo y la Interacción Divino-Humana.
Al responder estas preguntas, E. G. White nos lleva a los efectos inmediatos y directos del pecado en la raza humana. Con la entrada del pecado en el mundo, un nuevo poder, maligno por naturaleza, reivindicaba el señorío sobre la raza humana. "El demonio vino a ser el poder central del mundo. Donde debía estar el trono de Dios, Satanás colocó el suyo" Dios abrió el camino para que los seres humanos volvieran a Él por medio de la obra salvadora de Cristo, haciendo posible que todos sean reinstalados como sus mayordomos: "Entonces el gran amor de Dios nos fue expresado mediante una sola dádiva, su Hijo querido". Sin embargo la naturaleza humana se ha corrompido y reivindicado la auto-suficiencia e independencia de Dios – "un elemento discordante, nacido del egoísmo, que entró en la vida del hombre. Ya no había más armonía entre la voluntad de Dios y la del hombre. Adán se había unido a las fuerzas desleales, dando origen a la obstinación". Es en el contexto de esta tragedia terrible, que por motivos muy especiales, el sistema de diezmos y ofrendas fue instituido por Dios.
a) El diezmo como reconocimiento del liderazgo de Dios:
Por medio del diezmo, Dios tenía el propósito de, "mostrar al hombre que Dios era el donador de todas sus bendiciones". Ahora eso era necesario, en un mundo donde había conflicto entre los señores de la lealtad humana. Por medio del diezmo, los seres humanos debían ser recordados y reconocer la bondad de Dios para con ellos, a fin de que pudiesen conservar vivo en su mente el hecho de que Dios era el legítimo Señor de su vida. A través de las innumerables bendiciones que Él derramaba constantemente sobre la raza humana, Dios estaba intentando "atraer a los hombres a sí", no sólo con el propósito de salvarlos, sino de ser también reconocido por ellos como su Señor. El diezmo indica que los seres humanos pueden encontrar el objetivo verdadero de sus vidas solamente en Dios, en un espíritu dispuesto y de grata sumisión a Él. Por medio del sistema del diezmo Dios se estaba revelando a ellos como su Señor.
b) El diezmo como testimonio del poder de Dios en la preservación de la vida:
Íntimamente relacionado con el comentario anterior, E. G. White afirma que el diezmo es el reconocimiento de los seres humanos de su dependencia de Dios. La percepción de que la vida humana y su preservación dependen directamente de dios y no de cualquier otro poder, fue una respuesta directa a la falsa promesa de Satanás a Adán y Eva – que la auto-realización sólo era posible mediante la total independencia de Dios. E. G. White parece estar diciendo que el rechazo de esta mentira es concretamente expresada en el acto de devolver el diezmo. En cuanto a los cristianos en especial, ella comenta que siendo que toman parte de la gracia de Dios, por medio de la obra de salvación en Cristo, deberían mostrar su aprecio por esa dádiva al dar un diezmo fiel. El diezmo fue instituido por Dios para enseñarnos a confiar en Él para la preservación de nuestra vida y no en nosotros mismos o en cualquier otro poder.
c) El Diezmo y la restauración de la dignidad humana delante de Dios:
Por medio del diezmo Dios estaba concienciando a los seres humanos en cuanto al hecho de que Él les estaba confiando nuevamente la responsabilidad de ser mayordomos de sus bienes. Ella comenta que al devolver el diezmo, estamos "declarando que Dios es el propietario de todo lo que poseemos y que Él nos hizo mayordomos para usar esas posesiones para su gloria". Aquí E. G. White está enfatizando el tremendo privilegio que Dios nos concedió al señalarnos como sus mayordomos. Él estaba dando la bienvenida de vuelta a la relación personal con su persona, con todos los privilegios y responsabilidades que tal relación acarreaba. El propósito de esta relación era traer gloria a Dios y no a los seres humanos. De acuerdo con ella, lo opuesto para usar el diezmo y todo lo que tenemos para la gloria de Dios es la "complacencia egoísta", una distorsión monstruosa y pecaminosa de su intención amorosa hacia nosotros.
d) El diezmo como instrumento del desarrollo del carácter:
El sistema de diezmo fue instituido por Dios como "una educación adaptada para acabar con todo egoísmo, y cultivar la grandeza y nobleza de carácter". Indudablemente, E. G. White dice: "en el egoísmo reposa el fundamento de todo pecado" y Dios nos está ayudando constantemente y de muchas maneras para vencerlo en nuestra vida. Uno de los medios que Él usa es la práctica de devolverle nuestros diezmos y ofrendas. Al proceder así, no conservamos egoístamente aquello que el Señor nos proporciona en su amorosa bondad, sino que nos transformamos en canales de sus bendiciones a otros. Era propósito de Dios que "fuésemos su mano ayudadora para bendecir a otros".
E. G. White asocia el diezmo directamente a la voluntad de Dios, quien originó el concepto y la práctica después de la caída de Adán y Eva. El Cristo pre-encarnado estableció ese sistema y lo confirmó durante su ministerio en la tierra, como expresión de la voluntad divina para los seres humanos. De acuerdo con ella, esa unión entre el diezmo y la voluntad divina señala no solo la perpetuidad del diezmo en sí , sino especialmente el hecho de que el mismo fue instituido como una expresión del amor de Dios para el bien de la raza humana después de la caída. Llegó a ser un instrumento didáctico en las manos de Dios para mantener viva en la mente de los seres humanos la verdad significativa de que, a pesar de la presencia del pecado y de los poderes del mal en el planeta, Él es el único que nos bendice y que tiene derecho de ser nuestro Señor. Parece que E. G. White está diciendo que el sistema de diezmos fue instituido por Dios a fin de ayudarnos a comprender que la preservación de nuestra vida depende totalmente de la voluntad amorosa y salvadora de Dios y no de la reivindicación demoníaca de su autonomía absoluta. El diezmo también contribuye con el desarrollo de nuestro carácter y de nuestra auto-imagen. E. G. White argumenta vigorosamente que por medio del poder de Dios, el sistema de diezmos trata de disminuir la hegemonía del egoísmo en nuestra naturaleza pecaminosa al ayudarnos a desarrollar la nobleza de carácter. Al instituir este sistema, Dios estaba reconduciéndonos permanentemente como mayordomos de sus bienes en este planeta, y por consiguiente reintegrándonos a la relación personal con Él, propietario de todo. El pecado no fue capaz de separarnos permanentemente de Dios.
Naturaleza del Diezmo
E. G. White no redefine la comprensión bíblica de la naturaleza del diezmo, sino que la reafirma y la desarrolla al aclarar algunas de sus implicaciones. La afirmación bíblica referente a la naturaleza del diezmo – "es cosa dedicada a Jehová" (Levítico 27:30) – muchas veces es repetida por E. G. White. Ella usa el sábado para ilustrar la naturaleza del diezmo: "Porque, como el sábado, el diezmo de las entradas es sagrado". Ella nota que "El mismo lenguaje que se emplea en el mandamiento del diezmo se usa también con respecto al sábado: ‘El séptimo día es reposo para Jehová tu Dios’... Asimismo el diezmo de nuestras entradas es ‘santo a Jehová’". La implicación evidente es que "Dios reservó para sí una porción específica del tiempo y de los recursos pecuniarios del hombre". Fue ese acto divino el que transformó una fracción del tiempo y una parte de nuestra renta en elementos santos; los cuales llegaron a ser propiedad exclusiva de Dios. Ciertamente el diezmo, como ella dice, es la "porción de Dios, y de ninguna manera es propiedad del hombre". El diezmo le pertenece de forma tan específica y única, que lo distingue de su propiedad del universo.
Considerando que el diezmo es sagrado, santo, no fue puesto bajo el control de los seres humanos, sino bajo el control divino. Confrontados por la santidad del diezmo, y a fin de mostrar respeto por lo sagrado, debemos preguntar: "¿Qué debería hacer con él?" E. G. White da una respuesta breve y exacta: A fin de conservarlo santo, debemos devolverlo a Dios. Ella apoya esta posición en el mandamiento divino registrado en Malaquías 3:10 – "Traed todos los diezmos al alfolí". Con tremenda percepción, ella nota que en el mandamiento divino "No se extiende ninguna invitación a la gratitud o generosidad". El Señor no apela a la gratitud o generosidad del pueblo para motivarlo a traer el diezmo. Para ella, el factor determinante en el diezmo no es la gratitud o generosidad, sino algo más serio y significativo, basado en la naturaleza santa del diezmo. Sin cualquier ambigüedad afirma: "Es una cuestión, de simple honradez. El diezmo pertenece al Señor, y él nos ordena que le devolvamos lo que le pertenece". Ella elevó el diezmo del aspecto de una práctica ceremonial o de culto a un nivel de responsabilidad moral que no debe ser controlada por el estado de las emociones o tendencias humanas, sino por el firme principio y valor de la honestidad.
El diezmo recibido de todos los miembros de la iglesia, incluyendo pastores y obreros, es considerado por E. G. White como "un fondo sagrado". Eso tiene algunas implicaciones importantes para aquellos que tienen que ver con él, después que fue dado por los miembros de la iglesia. En la iglesia local, la santidad del diezmo es reconocida cuando éste es enviado al tesoro de Dios. Ni siquiera el pastor local tiene autoridad para apropiarse del diezmo. Ella añade que los pastores no deberían apoyar ningún supuesto plan de los miembros de la iglesia local para desviar el diezmo hacia un uso ilegítimo, por el contrario, deberían preservar su carácter sagrado al depositarlo en el tesoro de Dios.
Dirigiéndose a los administradores de la iglesia, ella afirmó: "El dinero del diezmo debe ser mantenido sagrado". La transferencia del diezmo de la iglesia local hacia la organización inmediatamente superior, no altera la naturaleza del diezmo; éste sigue siendo santo. Aquellos que administran el diezmo tienen la responsabilidad de mantenerlo sagrado. ¿Cómo conservarlo sagrado? De acuerdo con ella, el dinero del diezmo es "un fondo consagrado a un propósito sagrado" pero el propio Dios, siempre y cuando los administradores lo usen de acuerdo con los "propósitos sagrados" éste permanece santo. Por eso parecería que la santidad del diezmo no está relacionada o determinada por el hecho de que pertenece a Dios. Su santidad está relacionada particularmente con el propósito para el cual fue destinada por Dios. De acuerdo con E. G. White, no hay una santidad abstracta del diezmo; su naturaleza y función son sencillamente inseparables. Sólo es el uso impropio el que le roba el carácter sagrado y no, por ejemplo, el recipiente usado para transportarlo o tocarlo sin lavarse las manos. Esta comprensión de la naturaleza del diezmo como santo en el sentido de que pertenece exclusivamente a Dios para un determinado fin atribuido por Él, desempeña la función principal en lo que E. G. White tiene que decir con respecto al sistema de diezmos en sus escritos.
Conclusión
La teología implícita del diezmo presente en los escritos de E. G. White, se basa en varios conceptos teológicos importantes que determinarán los aspectos más pragmáticos del sistema de diezmos. Primero, se basa en el concepto de Dios como el Creador y propietario del universo y de todo lo que hay en él. Segundo, esa dimensión de Dios es acompañada por otra que describe la naturaleza de ese Dios poderoso, en términos de su amor y bondad para con su creación. Él preserva y hace provisión para todas sus criaturas debido a su disposición amorosa para dar no sólo lo que creó, sino su propia persona. Este es el caso de la salvación. Él hace provisión para los seres humanos por medio de la obra de Cristo.
Tercero, el sistema de diezmos es una expresión de la voluntad amorosa de Dios para con los seres humanos pecaminosos a quiénes está tratando de restaurar a la perfecta comunión consigo y libertar de la usurpación destructiva del pecado en su existencia. Esto es indicado (a) por el hecho de que el diezmo fue instituido por Dios, después de la caída de Adán y Eva, y fue reafirmado por Cristo durante su ministerio terrestre. Debido a la bondad de esa ley, ésta aún debe ser observada, (b) El diezmo ha sido usado por Dios para ayudarnos a reconocer que Él es nuestro Señor, que dependemos de él para nuestra existencia y no de cualquier otro poder, y que Él desea que preservemos esa relación con nosotros al reubicarnos en la función de mayordomos de su bondad ya bendiciones. Mediante la expresión de la voluntad amorosa de Dios por nosotros, en el sistema del diezmo, Él también intenta libertarnos de la esclavitud del poder del egoísmo. El sistema de diezmo es, fundamentalmente, una expresión de la naturaleza amorosa de Dios para con los seres humanos pecaminosos.
MOTIVACIÓN PARA DEVOLVER EL DIEZMO
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Al tratar de la motivación cristiana para devolver el diezmo al Señor, E. G. White deja claro que el diezmo es esencialmente una respuesta al señorío de Dios y a sus actos de salvación en favor nuestro y no el vehículo a través del cual obtenemos su aceptación. No hay trazas de un abordaje legalista en el tema del diezmo, en aquello que ella tiene que decir al respecto. Lo significativo en eso es que, a pesar del hecho de que mucho de lo que ella escribió con respecto al tema, tenía el propósito de motivar a los miembros de la iglesia a devolver el diezmo al Señor, ella permaneció clara en cuanto al enfoque teológico correcto de la función del diezmo en la vida cristiana. Hay varias formas por las cuáles ella aborda el asunto de la motivación, iniciando con la calidad de la vida espiritual del creyente.
Calidad de Vida Espiritual y el Diezmo
De acuerdo con E. G. White, el diezmo requiere un verdadero compromiso previo para con Cristo, como Salvador y Señor, en la vida y experiencia de los miembros de la iglesia. De lo contrario, el diezmo podría ser rechazado o llegar a ser un acto formal, destituido de profundo significado espiritual. Primero ella señala que el diezmo debe ser precedido de la conversión verdadera. Esto significa que una "mera aceptación de la verdad no es suficiente" y que deberíamos, en oración, "trabajar con aquellos que abrazan la verdad, hasta que se convenzan de sus pecados, busquen a Dios y se conviertan. Entonces deben ser instruidos con respecto a las reivindicaciones de Dios sobre ellos en cuanto a los diezmos y las ofrendas". La experiencia de la conversión es de importancia fundamental en el contexto del diezmo.
Segundo, el diezmo es el resultado de la vida santificada
La experiencia religiosa formal puede incluir el diezmo, pero le falta el significado espiritual. Ella argumenta vigorosamente que "la religión no consiste en un mero sistema de doctrinas áridas, sino de fe práctica, que santifica la vida y corrige la conducta en el círculo familiar y en la Iglesia. Muchos pueden diezmar la menta y el eneldo, y ser negligentes en las cuestiones más importantes – la misericordia y el amor de Dios". Ella cree que la vida santificada se caracterizará por actos de misericordia y amor como evidencia de la entronización de la verdad. Al mismo tiempo, esa vida proporcionará el verdadero ambiente espiritual en el cual el diezmo actuará debidamente.
Tercero, el diezmo requiere sensibilidad espiritual
La somnolencia espiritual tiende a llevarnos a no escuchar la voz y la dirección de Dios, dificultando reconocerlo como Señor en todos los aspectos de nuestra vida. Si los creyentes, escribe ella, fuesen "espiritualmente despiertos, oirían en la renta semanal, sea mucha o poca, la voz de Dios y de la conciencia, exigiendo con autoridad, los diezmos y las ofrendas debidos al Señor". A fin de oír esa voz, se debe ser espiritualmente sensible y estar alerta. La sensibilidad conduce al acto de devolver el diezmo, y el diezmo en sí muestra "que la gracia de Dios está obrando en el corazón".
Motivación para Devolver el Diezmo
Hay un grupo de conceptos básicos, religiosos y teológicos, que Elena G. de White usa para motivar a los creyentes a devolver el diezmo. Exploraremos aquí algunos de los más importantes.
Primero, hay una motivación teológica. De acuerdo con ella, en la obra redentora de Dios por medio de Cristo, Él ofreció la "dádiva más rica del cielo", y lo mínimo que deberíamos hacer es mostrar que apreciamos "la dádiva de Dios de su Hijo querido"; que "amamos con afecto no dividido", y que estamos dispuestos a manifestar ese compromiso a través de nuestros diezmos y ofrendas. Por consiguiente, la debida motivación para devolver el diezmo es el amor a Dios por aquello que realizó en Cristo por nosotros. Obviamente, devolver el diezmo como una respuesta a la salvación que nos fue garantizada en Cristo es prácticamente una respuesta insignificante. Elena G. de White es totalmente consciente de la respuesta desproporcional. Ella dice que es imposible "No podemos evaluar el precioso rescate pagado por la redención del hombre caído. Lo mejor del corazón y las afecciones más santas deben darse en retribución por un amor tan maravilloso". Entonces ella menciona el sistema de diezmos y dice: "Hablo del sistema del diezmo!;y sin embargo cuán escaso lo considero! ¡Cuán pequeña estimación! ¡Cuán vano es el esfuerzo de medir con reglas matemáticas el tiempo, el dinero y el amor comparándolos con un amor y sacrificio que son inconmensurables e incomputables! ¡Los diezmos para Cristo! ¡Oh, cuán escasa porción, vergonzosa recompensa por lo que ha costado tanto! Consejos Sobre Mayordomía, p. 81. Desde la cruz Del Calvario, Cristo nos pide una consagración sin reservas. Todo lo que tenemos y todo lo que somos, lo debiéramos dedicar a Dios. Patriarcas y Profetas, p. 186". Esa declaración descarta cualquier intento de usar el diezmo para contribuir de alguna manera con nuestra aceptación por parte de Dios. Sin embargo, "el diezmo de lo poco", como ella llama, es dado como una respuesta de amor a ese amor inmensurable.
Segundo, hay la motivación teológica del señorío universal de Dios. Ella sugiere eso en este caso en que dos ideas importantes son combinadas. El señorío universal de Dios significa que Él es el propietario de todo, incluyendo a nosotros que fuimos comprados por la sangre de Cristo, y por el hecho de que Él nos atribuyó la función de sus mayordomos. En ambos relatos el énfasis es colocado en nuestro rendimiento de cuentas a Dios que es el Propietario y que nos designó la función de administradores. En cierto sentido, cada uno de nosotros puede "llegar a ser un tesorero del Señor". Pero su señorío también significa que todo lo que poseemos viene de Él y, por lo tanto, deberíamos sentir gratitud y alegría por devolver nuestros diezmos y ofrendas. Ella escribió: "La bondad infalible de Dios pide algo mejor que la ingratitud y olvido que los hombre le rinden. ¿Dejaríamos de dar a Dios y con corazones llenos de gratitud dejar de presentarle nuestros diezmos y ofrendas?" Aunque la gratitud no sea motivo para devolver el diezmo, este deberá ser devuelto con un espíritu agradecido.
Tercero, existe la motivación moral para devolver el diezmo. Dios apela a nuestra conciencia moral y a nuestro sentido de responsabilidad ética como motivos fundamentales para devolver el diezmo. El pago del diezmo es un deber religioso y moral. Esto se basa en la comprensión de E. G. White en cuanto a la naturaleza del diezmo discutida anteriormente, que dice que el diezmo pertenece a Dios. Él lo separó para fines sagrados. Retenerlo es una violación del octavo mandamiento – "No robarás" (Éxodo 20:15). Ella cita a Dios como diciendo: "Al usar mi fondo de reserva para satisfacer vuestros propios deseos... Me habéis robado; habéis hurtado mi fondo de reserva. ‘Malditos sois con maldición’." El consejo que ella da es: "Devuélvase esa parte en forma estricta, honrada y fiel". Obviamente, a fin de que esta motivación apele a las personas, se hace necesario tener el conocimiento de Dios como Salvador y Señor.
Cuarto, existe la motivación misiológica. De acuerdo con E. G. White, esa motivación para devolver el diezmo se basa en la combinación de la obra salvadora de Cristo y de las abundantes bendiciones que Dios nos da: "A medida que nuestras bendiciones y nuestros privilegios aumentan, y sobre todo al tener presente el sacrificio sin par del glorioso Hijo de Dios, ¿no debiera expresarse nuestra gratitud en donativos más abundantes para comunicar a otros el mensaje de la salvación?" La pregunta retórica espera una respuesta positiva. El plan de Dios es que el evangelio eterno de la salvación sea predicado en todo el mundo. Para cumplir este objetivo, Dios llamó a determinadas personas para predicar la Palabra y, por medio del sistema de diezmos, "ha convertido en el privilegio de toda la iglesia el participar en la obra por medio de la contribución de sus recursos para su sostén". A través del sistema de diezmos, ella comenta: "Todos pueden sentir que les es posible hacer una parte para llevar a cabo la preciosa obra de salvación". Ella pide que demos "nuestros recursos para salvar a aquellos por quienes Cristo murió". La motivación misiológica trata de identificar nuestro interés con el de Cristo en la salvación de almas para su reino.
Quinto, existe la motivación de la bendición. Esa motivación es un poco difícil de ser definida porque al devolver el diezmo se supone que ya fuimos bendecidos por el Señor. Es eso lo que E. G. White quiere decir cuando pregunta: "¿Hemos de recibir todas las bendiciones de mano de Dios y no retribuirle, ni siquiera dándole nuestro diezmo, la porción que él se ha reservado?... Pero, ¿recibiremos continuamente sus favores con indiferencia sin corresponder en ninguna forma a su amor?". Dios no puede esperar que devolvamos el diezmo para bendecirnos después sencillamente porque nos sería imposible devolver el diezmo sin que hayamos sido bendecidos previamente. En consecuencia, Dios toma la iniciativa y bendice a los pecadores indignos, esperando que lo reconozcamos como la fuente de esas bendiciones por medio de la respuesta de amor expresada por nuestro diezmo.
De acuerdo con E. G. White, las palabras del Señor, registradas en Malaquías 3:10, son dirigidas al pueblo que había perdido su fe en Él. Los está animando a confiar en Él y a traer sus diezmos al templo. Si muestran fe en Él, sentirán las bendiciones. Se les debe recordar que "la condición de la prosperidad consiste en traer a la tesorería de Dios aquello que pertenece al Señor". Ya que lo que le damos ya le pertenece, básicamente la bendición no es el elemento de motivación para el diezmo. Esa conclusión parece ser apoyada por la forma en que correlaciona el diezmo y la bendición en otros contextos. Note sus consejos: "Un diezmo dado fielmente es la parte del Señor. Retenerlo es robar a Dios. Cada persona debe llevar con liberalidad los diezmos y las ofrendas a la tesorería del Señor, con buena voluntad y con gozo, porque al hacerlo así recibe una bendición". Una rápida lectura de esa declaración podría sugerir que la bendición es una motivación para dar. Pero note que el terreno para dar, la verdadera motivación para dar es moral – "El diezmo es la parte del Señor. Retenerlo es robar a Dios". ¿Cuál es el papel de la bendición? ¡Es un bono añadido! Ella dice: Dios nos creó y nos proporcionó "todas las bendiciones" para que las disfrutemos, pero cuando devolvemos el diezmo hay una bendición especial por medio de la cual Dios transforma los nueve décimos que conservamos en un valor mayor "que la cantidad total sin sus bendiciones". Dios aumenta nuestros beneficios a fin de que podamos darle más. Al buscar la bendición deberíamos buscar el privilegio de dar más a la causa del Señor.
Retención del Diezmo
¿Habría alguna condición por la cuál sería correcto retener o emplear mal el diezmo? Después de haber discutido la motivación para devolver el diezmo, la respuesta obvia a esa pregunta es negativa. No hay disculpa válida que alguien pueda dar para no traer el diezmo al Señor. E. G. White rechaza la pobreza como motivo. Siendo que el diezmo es dado en proporción a la renta, el diezmo del pobre "será comparativamente pequeño, y hará su donativo en proporción a sus posibilidades. Pero no es el tamaño del donativo lo que hace que la ofrenda sea aceptable para Dios; es el propósito del corazón, el espíritu de gratitud y amor que expresa.". La deuda tampoco es motivo válido para retener el diezmo. Ella dice que aquellos que usan la propiedad de Dios para pagar sus deudas, tienen un profundo problema religioso y espiritual: Ellos no decidieron "obedecer a Dios de todo corazón". Su problema real es el egoísmo.
E. G. White también rechaza la falta de confianza en los administradores de la iglesia como un motivo válido para retener el diezmo o dejar de devolverlo. Su respuesta a la situación en la Asociación de Michigan, en 1890, ilustra su posición en este sentido. Ella describe la condición del ministerio en Michigan en términos muy negativos y necesitando de reavivamiento y reforma. El lenguaje que ella emplea, a veces es duro y directo – como por ejemplo: "Ellos no son ricos en el conocimiento espiritual y en la sabiduría divina, pero son áridos y no tienen a Cristo;" "el corazón del orador no fue transformado por la gracia". Ella inclusive dice que "la iglesia estaría mucho mejor sin tales ancianos y ministros. Dinero es sacado del tesoro del Señor para sustentar a aquellos que no están convertidos y que necesitan que alguien les enseñe el primero de los principios del evangelio, que es Cristo en lo íntimo del ser, la esperanza de gloria".
La condición espiritual de los ministros tiene un efecto adverso en los miembros de la iglesia que decidieron retener los diezmos. Ella los dirige hacia Malaquías y pregunta: "¿No pueden ustedes ver que no es lo mejor, sean cuales fueren las circunstancias, retener sus diezmos y ofrendas, cuando no pueden estar en armonía con todo lo que sus hermanos hacen? Los diezmos y ofrendas no son propiedad de nadie, pero deben ser usados para realizar determinada obra para Dios". Aquí ella está usando la naturaleza del diezmo para presentar su caso. Entonces prosigue y usa el argumento de la responsabilidad moral para reafirmar el deber de los miembros de la iglesia de devolver el diezmo: "Ministros sin valor pueden recibir algunos de los medios así levantados; pero no cometan pecado al retener del Señor lo que le pertenece". Aquellos que administran la obra de Dios le rendirán cuentas por sus propios pecados, pero nadie debe usar esos pecados como justificativa para robar a Dios.
Al hablar del asunto de retener el diezmo, E. G. White muchas veces lo alude a la maldición mencionada en Malaquías 3:10. Ella lleva la maldición muy en serio y la interpreta como la no recepción de las bendiciones que son prometidas a aquellos que devuelven el diezmo. Es la privación de un bien celestial o de una "bendición extra" cuya recepción resulta de la devolución del diezmo y que nos permite dar aún más al Señor. Siendo así, ella dice: "Cuando le robamos los diezmos a Dios, nos robamos a nosotros mismos: porque perdemos el tesoro celestial. Nos privamos a nosotros mismos de la bendición de Dios". Cuando se pregunta: "¿Por qué prosperan algunos que no devuelven el diezmo?, ella responde: "Algunas de esas personas aún están en aparente prosperidad. En su gran misericordia, Dios aún los está librando a fin de que puedan concienciarse y abandonar su pecado". Dios aún está tratando de persuadirlos de que esas bendiciones proceden de sus manos bondadosas. Pero hay otros que "ya están sintiendo la maldición sobre sí. Son llevados a circunstancias difíciles y sienten cada vez menos capacidad de dar, pero si hubiesen colocado la reivindicación de Dios en primer lugar y traído sus ofrendas a Él con corazón voluntario, habrían sido bendecidos con muchos medios más para entregar". En este caso, la falta de bendiciones abundantes de Dios se destina a motivarlos a hacer de Dios el primero. Note que como ya fue indicado, el propósito de las bendiciones es capacitarnos a dar más.
Concluyendo, de acuerdo con E. G. White: "El diezmo de todo con lo que fuiste bendecido por Dios pertenece a Él; y le robas a Dios cuando lo empleas en tus propósitos. Él puso el asunto fuera de discusión".
Conclusión
De acuerdo con E. G. White, la motivación de la persona para devolver el diezmo no se basa simplemente en la dimensión emocional del ser humano, sino en los aspectos espirituales, afectivos, morales y racionales de su personalidad. El diezmo requiere pleno compromiso para con Dios mediante el arrepentimiento y conversión; una vida consagrada al Señor y que es sensible a la dirección de su Espíritu, el cual nos conduce a la obediencia de la voluntad revelada de Dios.
De acuerdo a lo que E. G. White dice, la muerte sacrificial de Cristo en la cruz pide una respuesta de amor de los creyentes, la cual se expresa de muchas maneras, incluyendo el diezmo. El señorío de Dios y su disposición en colocarnos en posición de confianza, como sus mayordomos, deberían motivarnos a corresponder a esa confianza al devolverle nuestro diezmo como mayordomos fieles, reconociendo así su señorío. Ella añade que el diezmo también apela a nosotros como agentes morales que, concientes de la orden de Dios para devolver el diezmo como su propiedad exclusiva, consideraríamos robarlo como una gran debilidad y ofensa muy grave.
La proclamación del evangelio a la raza humana pesa seriamente en los corazones de aquellos que ya recibieron sus beneficios y deberían impulsarlos a proporcionar recursos, especialmente a través del diezmo, para posibilitar que muchas otras personas oigan las buenas nuevas. Si la bendición prometida de Dios sobre aquellos que devuelven su diezmo funciona como la fuerza motivadora para devolver el diezmo, el énfasis correspondiente debería ser puesto en el deseo de recibir más del Señor para poder dar más. Aunque haya muchas razones que nos motivan a dar nuestro diezmo al Señor, no hay ninguna razón para retenerlo. Aún el caso más grave de deficiencia ministerial y administrativa o el uso incorrecto del diezmo no es disculpa para que el miembro de la iglesia lo retenga o use en aquello que sienten que es necesario.
LOGÍSTICA PARA O DÍZIMO
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El sistema del diezmo, y también el procedimiento desarrollado durante los días de E. G. White para recolectarlo era bien sencillo y práctico. El sistema en sí, conforme es descrito en la Biblia, "es bello en su sencillez y equidad" y "no requiere profundo saber para comprenderlo y ejecutarlo".
Enseñanza del Sistema del Diezmo
El primer paso en el proceso era entrenar a los laicos en cuanto al fundamento bíblico para devolver el diezmo y el aspecto práctico del mismo. E. G. White hace recordar muchas veces a los pastores para que instruyan a los miembros de la iglesia con respecto a su deber de traer los diezmos y ofrendas al Señor. Aparentemente ella era conciente de la resistencia de algunos pastores para presentar este tema en sus iglesias, particularmente a los nuevos conversos, e identificó los problemas que podrían surgir. "...si el segundo predicador sigue al primero y presenta los derechos que Dios tiene sobre su pueblo, algunos retroceden, diciendo: ‘El predicador que nos anunció la verdad no nos mencionó estas cosas’, y se ofenden a causa de la palabra. Algunos se niegan a aceptar el sistema del diezmo; se apartan y ya no andan más con los que creen y aman la verdad". Ella dijo que la solución era que cada mensajero de la verdad instruyese "fiel y cabalmente a estos conversos en todos los puntos esenciales".
Ella instruyó que se esperaba que los ministros enseñasen que el sistema del diezmo era "deber del pueblo de Dios en estos últimos días, tan ciertamente como lo fue en el Israel antiguo", y que ese diezmo debería ser honesto y fiel, y que debería ser dado al Señor como reconocimiento de "su dependencia de Dios", implicando que su propósito no era obtener el favor de Dios. Ese entrenamiento debería ser implementado por el pastor, por "precepto y ejemplo".
Recolección del Diezmo
El proceso en sí se inicia con la comprensión de que el diezmo pertenece a Dios y que debe ser reservado para Él. Por consiguiente, es necesario establecer la porción del Señor tan pronto sea recibida la renta. E. G. White dice que nadie debería enseñar "que debamos gastar los recursos en nosotros mismos y luego llevar al Señor lo que quede, aunque esto sea también un diezmo honrado. La porción del Señor debe separarse en primer lugar". El motivo para esto probablemente es tanto teológico como pragmático. Separar el diezmo en primer lugar se transforma en un "acto ritual" por medio del cual expresamos la verdad teológica, o sea, que Dios viene en primer lugar en nuestra vida. En el nivel pragmático, separar el diezmo en primer lugar, lo protege del mal uso o de desvío. Ella aclara que esto debería ser hecho en casa, contando con la participación de padres e hijos.
Tan pronto el diezmo es separado, debe ser llevado a la iglesia. Para E. G. White, el momento más apropiado para presentar nuestros diezmos y ofrendas a Dios es durante el culto sabático. La idea parece ser la de que el sábado proporciona el ambiente espiritual necesario para adorar a Dios a través de nuestros medios porque es el día en que tenemos comunión con Él.
"En el día de reposo pensamos en su bondad. Hemos contemplado su obra en la creación como una evidencia de su poder en la redención. Nuestros corazones están llenos de agradecimiento por su gran amor. Y ahora, antes de que vuelva a comenzar el tráfago de la semana, le devolvemos lo que es suyo, y con ello una ofrenda para manifestarle nuestra gratitud". Devolver nuestros diezmos y ofrendas a Dios ciertamente es un acto de culto realizado durante el día de culto, el Sábado, cuando el pueblo de Dios se reúne para adorarlo.
Entonces el diezmo es enviado a la tesorería de la asociación, y es responsabilidad del presidente asegurarse de que sea traído un diezmo fiel al alfolí. De acuerdo con E. G. White, "los mayordomos fieles deben colocar el dinero del Señor en Su tesoro;" en realidad ella dice que Dios "requiere que esa porción sea depositada en Su tesoro". Se espera que los administradores usen el diezmo traído al tesoro de acuerdo con el propósito de Dios para él.
Fuentes de las Cuales Devolver el Diezmo
¿Qué corresponde al diezmo y de qué fuentes debe ser recogido? Su respuesta es clara: "Como monto requerido, Dios especificó un décimo de la renta como perteneciéndole"; "El diezmo de todo con lo que el Señor lo bendijo". "El diezmo de todos nuestros ingresos". Escribiendo a hombres relacionados con las instituciones designadas por Dios, ella los aconseja a "pagar el diezmo de todo lo que se posee y de todo lo que se recibe". Ella habla más específicamente con respecto a la "La consagración a Dios de un diezmo de todas las rentas, ya fuesen de la huerta o de la mies, el rebaño o la vacada, el trabajo manual o intelectual". Su énfasis principal está en el diezmo de todas las entradas. Sin embargo, ella reconoce que el monto diferirá de persona a persona, no sólo porque sea apropiado al ingreso o a lo que reciben, sino debido a los detalles y posibilidades de la definición de lo que es ingreso o entrada que "queda a cargo de la conciencia y la benevolencia de los hombres, cuyo juicio debe ejercerse libremente en este sistema del diezmo.". Pero inmediatamente añade: "Y aunque ha quedado librado a la conciencia, se ha trazado un plan bastante definido para todos. No se requiere compulsión alguna". El contexto indica que el plan al cual ella se refiere es el estipulado en la Biblia, el cual determina que debe ser devuelto al Señor un décimo de todos los ingresos. Varios años después, ella comentó nuevamente que Dios "deja a todos libres para decir cuánto es el diezmo, y si ellos quieren o no dar más que esto". Sus escritos parecen mostrar un tipo de aclaración progresiva en cuanto a las fuentes de las cuales devolvemos el diezmo, pero no de la naturaleza del mismo.
Conclusión
De acuerdo con E. G. White, el sistema de diezmo es sencillo intencionalmente, a fin de posibilitar que todos estén de acuerdo con él. Los pastores deben enseñar a los miembros de la iglesia en cuanto al sistema de diezmos y de su responsabilidad en devolverlos al Señor. Antes de usar cualquier porción de los ingresos, el diezmo debe ser separado y llevado el sábado a la iglesia, como un acto de adoración y reconocimiento de nuestra constante dependencia de las bendiciones de Dios y de su gracia. El diezmo debe ser devuelto de acuerdo con la renta y los ingresos, permitiendo que el individuo se sienta libre para determinar los detalles.
USOS DEL DIEZMO
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Mucho de lo que E. G. White escribió con respecto al diezmo tiene que ver con las preguntas y consejos que dio sobre cómo emplear el dinero del diezmo. No hay duda de que en este sentido hubo un aumento de su comprensión ya que ella misma dijo en una carta al Pr. A. G. Daniels, del 16 de marzo de 1897: "Nunca había comprendido tan plenamente ese asunto como lo entiendo ahora. Debido a las preguntas que me fueron enviadas, recibí instrucción especial del Señor de que el diezmo se destina a un fin específico". Esta es la instrucción que exploraremos ahora.
Determinación del Uso
La pregunta básica aquí es quién decide cómo será usado el diezmo. Probablemente esa es la pregunta más difícil que enfrentamos al discutir el diezmo en los escritos de E. G. White. Al leerse lo que ella tiene que decir en este sentido, uno se siente impresionado con su énfasis constante en lo que el Señor le reveló en cuanto al uso del diezmo. Ella enfatiza ese punto de diferentes maneras. Por ejemplo, ella dice: "Dios ha dado indicaciones especiales acerca del uso del diezmo", el cual debe ser depositado en el tesoro y conservado sagrado "para su servicio tal como él lo ha designado". "Recibí instrucción especial del Señor de que el diezmo se destina a un fin específico". Esto está en perfecta armonía con la enseñanza bíblica de que el diezmo pertenece a Dios y es Él quien decide su destino y cómo deberá ser usado.
A través de su ministerio profético, E. G. White parece estar diciendo que ahora el Señor dijo a la iglesia cómo desea que sea usado el diezmo. Cualquier intento en usar el diezmo de una manera incompatible con lo que el Señor le reveló fue condenado inmediatamente por ella. Inclusive en 1901 reprendió a algunos administradores de la Asociación General que estaban tomando decisiones concernientes al uso del diezmo. Ella escribió: "No encuentra en su orden que dos o tres hombres harán planes para toda la Asociación, y decidirán cómo deberá ser usado el diezmo, como si él fuese un fondo que les perteneciese". La implicación obvia es que los administradores y obreros de la iglesia son los guardianes del sistema del diezmo y, como tal, son responsables por asegurar que el mismo sea usado de acuerdo con la voluntad revelada de Dios.
Uso Específico del Diezmo
De manera general, E. G. White, enseña que Dios "Reclama el diezmo como suyo, y éste siempre debería considerarse como una reserva sagrada que debe colocarse en su tesorería para beneficio de su causa". En otro lugar ella escribió: "Él [Dios] tiene un tesoro que debe ser sostenido por el diezmo y este debe ser un diezmo sagrado, es el diezmo de dios, y debe ser tan liberal que sostenga ampliamente su obra", o sencillamente "que la obra pueda ser sostenida". En el Antiguo Testamento, Dios designó el diezmo a los levitas para su obra en el santuario, pero ahora lo destinó para ser usado en la obra de la iglesia que es básicamente la proclamación del evangelio o como ella dice, "únicamente para el sostén del ministerio evangélico". Sin embargo, ella es muy específica con respecto a cómo no debería o podría ser usado.
1. Usado para Sostener a los Ministros del Evangelio:
El diezmo debe ser usado para proveer sostén financiero a aquellos comprometidos con el ministerio, o sea, "ser empleado en el sostén de los obreros evangélicos en su obra". Esos obreros son definidos posteriormente por E. G. White como "aquellos que ministran en la sagrada obra como escogidos del Señor, para realizar su obra no sólo al predicar sermones, sino al ministrar", y al enseñar las Escrituras a aquellos que no comprenden la ley de Dios.
2. Usado para Sostener a los Obreros Bíblicos:
Ese uso especial del diezmo se basó en la instrucción que el Señor le dio a ella: "Ha sido dada clara luz en cuanto a que aquellos que ministran en nuestras escuelas enseñando la Palabra de Dios, explicando las Escrituras, educando a los alumnos en las cosas de Dios, deben ser sostenidos con el diezmo". Ella escribió esto en 1900, pero en la misma declaración añade: "Hace mucho que fue dada esta instrucción y recientemente ha sido repetida vez tras vez". Entre los que enseñaban sobre la Biblia, ella incluye a mujeres que "estaban enseñando a las mujeres jóvenes a trabajar como visitadoras y lectoras de la Biblia".
3. Usado para Sostener a las Esposas de Pastores que Trabajaban en el Ministerio del Evangelio:
Ella habla en favor de la esposa de pastor a quien el Señor da "la carga de trabajar, y ella dedica su tiempo y fuerza a visitar las familias y abrirles las Escrituras, aunque las manos de la ordenación no le hayan sido impuestas, está haciendo una obra que pertenece al ministerio". Se les debería pagar por su trabajo con el dinero del diezmo. Ella afirma claramente que "El diezmo debiera ir para los que trabajan en palabra y doctrina, sean éstos hombres o mujeres".
4. Usado para Sostener a los Médicos Misioneros::
Cuando algunos estaban oponiéndose a la idea de usar el diezmo para sostener a los médicos misioneros, ella escribió: "... El ministro del Evangelio que sea al mismo tiempo un misionero médico,...será un obrero tanto más eficiente que el que no lo pueda hacer.". Siendo así, ella apoya el uso del diezmo para pagar los salarios de ellos.
5. Usado para Sostener a los Ministros Jubilados y Su Familia:
En 1904, ella estaba animando a los administradores a proporcionar beneficios de sostén a las viudas de los ex-ministros. Ella dio pleno apoyo en 1911, cuando la iglesia creó el plan de sostén en el cual cada asociación debería contribuir con cinco por ciento de sus diezmos.
6. Usado para Sostener a los Directores del Departamento de Publicaciones:
No hay afirmación de E. G. White, en la cual ella apoye el uso del diezmo para pagar a los Directores del Departamento de Publicaciones. Hay una carta de W. C. White a W. S. Lowry, del 10 de mayo de 1912, donde afirma que "siempre que este asunto fue traído a la madre, ella dio su aprobación al plan generalmente adoptado por nuestro pueblo".
7. Usado para Sostener los Campos Misioneros en Necesidad:
Ella aconseja que las asociaciones tengan un excedente del diezmo para ser compartido con las regiones fuera de sus fronteras en América y en el extranjero. Su llamado: "Hay misiones a ser sostenidas en campos donde no hay iglesias y diezmos, y los creyentes también son recientes y los diezmos son parcos. Si tienen recursos que no son necesarios, después de pagar liberalmente a sus ministros, envíen el dinero del Señor a las regiones destituidas".
Excepciones con el Uso del Diezmo
Hay algunos casos en los que E. G. White amplía el uso del diezmo en algunas situaciones, fuera del uso discutido por nosotros anteriormente.
1. Obra Médico-Misionera en el Sanatorio:
E. G. White aprobó un plan que le fue presentado por el Dr. John Harvey Kellog. De acuerdo con el plan, debería ser reservado un monto igual al del diezmo pagado por los obreros del sanatorio a la Asociación General, a fin de ser usado en la continuidad de la obra misionera asociada com el sanatorio. La obra consistía en ayudar al pobre. Sin embargo, ella fue cuidadosa en su endoso al recordar a los líderes de la iglesia que nuestra responsabilidad principal es la proclamación del tercer mensaje Angélico.
2. Construcción de Casas de Culto
Esto debe ser realizado en casos realmente excepcionales. Ella escribe: "Hay excepciones en las regiones donde hay tamaña pobreza que a fin de asegurar el lugar más humilde de culto, puede ser necesario usar los diezmos".
3. Pagar al Recolector del Diezmo:
Ese uso del diezmo no es abordado por E. G. White en cualquiera de sus escritos, pero de acuerdo con W. C. White, Elena y Jaime White dieron apoyo a ese uso. El recolector del diezmo no era sólo un tesorero, sino que tenía la responsabilidad real de recolectar el diezmo de los miembros de la iglesia.
Esas excepciones eran raras y Elena G. de White no pretendía que llegaran a ser práctica común en la iglesia, pero cada caso involucraba circunstancias especiales que exigían un abordaje específico. Lo que es significativo aquí es que los líderes de la iglesia buscasen su consejo a fin de no violar la santidad del diezmo. Ellos reconocían aparentemente que era Dios ele que decidiera cómo debería ser usado el diezmo.
Uso Incorrecto del Diezmo
Durante su ministerio, Elena G. de White tuvo que responder a muchas preguntas referentes al uso del diezmo y también de confrontar prácticas específicas en la iglesia y entre los obreros. Su consejo identifica usos específicos del diezmo que no son congruentes con la naturaleza del diezmo y de su propósito sagrado para el cual fue destinado por Dios.
1. Mal Uso Personal:
Escribiendo a los miembros de la iglesia ella dice: "La porción que Dios se ha reservado no debe usarse para ningún otro propósito fuera del que él ha especificado. Que nadie se sienta libre para retener sus diezmos con el fin de usarlos según su propio juicio. No debe emplearse en caso de emergencia, ni como parezca conveniente, aun en cosas que conciernan a la obra de Dios". Note que su consejo se basa en la naturaleza del diezmo.
2. Mal Uso por Parte del Pastor:
En las iglesias locales los pastores tienen acceso inmediato al diezmo traído al Señor por los miembros de la iglesia y fácilmente podrían usarlo de manera indebida. El pastor no debe sentir que "puede retenerlo y aplicarlo de acuerdo con su propio parecer, porque es ministro. Éste no le pertenece. Por lo tanto, no tiene la libertad de dedicarlo a sí mismo cuando cree que le es debido".
3. Recaudadores
Algunos administradores de la iglesia simpatizaban con la idea de pagar a los recaudadores y colportores con el dinero del diezmo. Ella escribió: "se comete un gran error cuando se aparta el diezmo del objeto al que ha de ser dedicado, a saber, el sostén de los predicadores".
4. Mal Uso por parte de la Iglesia:
De acuerdo con Elena G. de White, el diezmo no debe ser usado para proveer conveniencias para sus iglesias, para sostener las necesidades de la iglesia o cuidar la casa de Dios, para suplir las necesidades comunes de la casa de Dios, para pagar las deudas de la iglesia, o para "atender los gastos ocasionales de la iglesia". Tampoco debería ser empleado en la construcción de edificios institucionales.
5. Gastos de la Escuela:
Elena G. de White afirma inequívocamente que el diezmo no debe "aplicarse a fines escolares", ni aún como fondo de ayuda a estudiantes.
6. Ayudar al Pobre y Enfermo:
La responsabilidad cristiana de cuidar y ayudar al pobre es enaltecida constantemente por E. G. White. Sin embargo, ella señala que el diezmo no debe ser usado para ese fin, o sea, "No debe ser considerado como un fondo de pobres. Debe ser especialmente consagrado para el sostenimiento de aquellos que están dando el mensaje de Dios al mundo y no debe ser distraído de ese propósito". Ella aconseja a cada iglesia a "sentir su responsabilidad de tomar interés especial por el débil y anciano... El diezmo no debe ser empleado para esta obra".
7. Pastores en la Política:
De acuerdo con E. G. White, el celo político expresado por medio de discursos políticos es incompatible con la obra de un ministro y "No debe emplearse el diezmo para pagar a nadie para perorar sobre cuestiones políticas.".
Conclusión
De acuerdo con ella, el uso del diezmo fue determinado por Dios quien lo santificó para un propósito estricto. Con mucha frecuencia señaló que aquello que tenía que decir con respecto al uso del diezmo le fue dado por el Señor, y cuando los administradores, pastores y miembros de iglesia usaban el diezmo indebidamente, ella se oponía. Los líderes de la iglesia también reconocían que es Dios quien determina cómo debe ser usado el diezmo, y demostraban su creencia al buscar los consejos de ella cuando tenían que tomar una decisión referente al uso del diezmo.
Ella enseñó principalmente que el diezmo debía ser usado para el ministerio evangélico. Las posibles excepciones fueron hechas cuando necesarias, pero no debía transformarse en práctica permanente. El uso específico del diezmo podría ser interpretado en términos de condiciones económicas de la iglesia durante su vida. Ya que la iglesia no disponía abundantes recursos financieros en aquella época, alguien podría argumentar que la cantidad limitada del diezmo que entraba en el tesoro fuese guardada cuidadosamente y usada en la proclamación del evangelio. Los cambios en las condiciones financieras de la iglesia pueden vindicar un uso diferente del diezmo, lo que no fue permitido por ella.
Tal interpretación de la evidencia no sería aceptado por E. G. White. Ella insiste que su descripción del uso del diezmo es la manera por la cual el Señor espera que sea empleado por la iglesia. Ya que es sagrado y pertenece exclusivamente a Dios, Él es el único que puede determinar cómo debería ser empleado el diezmo. Apoyando esta interpretación de la evidencia viene el consejo dado por ella a la asociación que tenía un excedente del diezmo. En lugar de permitirles ser creativos en el uso de ese excedente, ella los instó a compartirlo con otros campos.
El hecho de que ella haya permitido algunas excepciones a sus instrucciones específicas, muestra que hay alguna libertad en el uso del diezmo. Pero al mismo tiempo, esos casos no debían tornarse parte de la regla. Además, ella aún estaba viva para conducir a los líderes de la iglesia en los casos en que se debían hacer excepciones. Cualquier excepción hoy tendría que ser estudiada cuidadosamente, en oración, recordando que el dinero del diezmo no nos pertenece para usarlo como nos plazca.
USO PERSONAL DEL DIEZMO HECHO POR ELENA G. DE WHITE
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El uso personal del diezmo hecho por E. G. White ha sido estudiado cuidadosamente, haciendo innecesario que entremos en todos los detalles del asunto. Es evidente que ella enviaba sus diezmos a la tesorería de la asociación, pero, en algunos casos lo retuvo para una necesidad específica. Ella estaba muy preocupada en cuanto a la obra en el Sur y la falta de apoyo financiero adecuado para los pastores que trabajaban allá. Siendo así, ella destinó su diezmo "al campo más necesitado y desanimado del mundo". Además de eso, ella estuvo dispuesta a aceptar el diezmo de otras personas que se lo entregaron con la recomendación de que lo emplease donde supiera que era más necesario. Ella usó el dinero para "ayudar a ministros blancos y negros que eran descuidados y que no recibían lo suficiente para sostener a sus familias". En algunos casos, ella señaló específicamente que este debía ser "aplicado para los ministros negros, a fin de ayudarlos en sus sueldos".
Ella también empleó alguna parte de su diezmo para atender las necesidades de algunas esposas de ministros que trabajaban a tiempo completo, pero que no recibían sueldo de la Asociación. Esas mujeres estaban realizando la obra ministerial y tenían interés por las almas de las personas que no conocían el mensaje.
Se trataba de una injusticia tener a esas mujeres dedicando todo su tiempo a la obra misionera, sin recibir pago y sintió ser su "deber crear un fondo de dinero del diezmo para pagar a esas mujeres que están realizando una obra tan esencial como la de los ministros".
Con respecto a su práctica, ella aclara "me fue presentado, por años, que mi diezmo debía ser enviado por mí para ayudar a pastores blancos y negros que eran descuidados y que no recibían lo suficiente para sostener debidamente a sus familias". En otras palabras, como profetisa ella había sido guiada por Dios a hacer lo que estaba haciendo. Esa era su "obra especial". Segundo, ella afirma que el diezmo "no era hurtado al tesoro del Señor", ya que ella lo estaba empleando para el sostén del ministerio. Tercero, ella no aconsejó o animó a nadie a juntar el diezmo y usarlo de la forma como creyese mejor. Ella entendía lo que estaba haciendo, como algo exclusivo de ella, teniendo en vista las instrucciones recibidas de Dios. Cuarto, ella no solicitó el diezmo de otras personas a fin de enviarlo a los campos necesitados. La evidencia que tenemos muestra que otras personas le entregaron el diezmo, pero no hay indicios de que ella lo hubiera solicitado. Quinto, ella mantenía registro y ajuste de cuentas del dinero que le era entregado, daba recibo y decía a aquellos que le entregaban el dinero, cómo era empleado.
Es evidente que en las ocasiones en que E. G. White destinó su diezmo y el diezmo que recibió de otras personas, tuvo buenos motivos para eso y recibió la aprobación del Señor. El diezmo no fue mal usado, de ninguna manera; y estaba cumpliendo el propósito de Dios para el fondo sagrado. Considerando su ministerio específico en la iglesia, su práctica en esa área no podía ser usada como modelo para que otros empleasen el diezmo para proyectos particulares. También debemos tener en mente que el uso que ella hizo del diezmo para sostener a obreros bíblicos y jubilados llegó a ser una práctica aceptada por la iglesia.
EL SEGUNDO DIEZMO
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El libro de Deuteronomio legisla sobre el diezmo que debía ser comido por los israelitas en el templo o en sus ciudades, y que debía ser compartido con el pobre y con los levitas (12:6, 17; 14:22-29; 26:12-15). Elena G. de White hace distinción entre ese diezmo y el regular, totalmente destinado a los levitas y a los sacerdotes para su obra en el santuario. Ella lo llama de "segundo diezmo". Ese diezmo debía ser llevado al santuario a cada dos años como ofrenda de gratitud y comido en una fiesta religiosa de la cual participan los levitas, el extranjero, los huérfanos y las viudas. Durante el tercer año "Pero cada tercer año este segundo diezmo había de emplearse en casa, para agasajar a los levitas y a los pobres,... Este diezmo había de proveer un fondo para los fines caritativos y hospitalarios". Ella señala que se trataba de "un diezmo añadido a aquel dato, cada año, en el culto a Dios y totalmente diferente de este último".
Elena G. de White no quitó el estímulo de esta práctica del segundo diezmo, pero tampoco enfatizó su promoción. Mientras estaba en Australia, animó a los miembros de la iglesia a traer sus ofrendas para aumentar el fondo de construcción del Sanatorio de Sidney. Ella informó que "los obreros en la causa, en Australia, respondieron alegres y entusiasmados. El segundo diezmo debía ser separado para aumentar el fondo de construcción. Fueron hechas muchas ofrendas en dinero, trabajo y material, representando su inmenso desprendimiento". No se nos dice si ella requirió un segundo diezmo para el proyecto o no. Lo importante es que, aparentemente, por lo menos en algunas ocasiones, los miembros de la iglesia daban un segundo diezmo.
Cuando la obra educativa estaba desarrollándose, fue levantada la cuestión en cuanto a cómo financiarla, y preguntaron a Elena G. de White: "¿No podría el segundo diezmo ser usado para apoyar la obra de la escuela de la iglesia?" Su pronta respuesta fue: "Podría ser usado para un propósito mejor". Pero cuando los líderes intentaron cubrir casi todos los gastos de la escuela con el segundo diezmo, ella dijo: "He recibido instrucción de que el plan de no cobrar mensualidad de los alumnos, y depender del segundo diezmo para sostener la escuela, siempre la dejará en dificultades financieras".
Nada más fue escrito por ella con respecto al segundo diezmo. Parece que no lo consideraba obligatorio en la iglesia, pero tampoco desanimaba a aquellos que estaban dispuestos a darlo para proyectos específicos.
CONCLUSIÓN GENERAL
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Para mí, está claro que el consejo de Elena G. de White en cuanto al diezmo, como también su constante apelo para que los miembros de la iglesia traigan sus diezmos al Señor, no está basado fundamentalmente basado en las preocupaciones financieras pragmáticas, sino que es determinado por su especial comprensión teológica del diezmo. Su concepto de Dios como el debido propietario del universo, juntamente con Su bondad que es revelada en las dádivas constantes y bendiciones que nos concede, y que culminan en la dádiva suprema de su Hijo unigénito, proveen un fundamento teológico sólido para la reivindicación de Dios sobre nosotros, sobre todo lo que poseemos y especialmente sobre nuestro diezmo.
El diezmo fue instituido por el propio Dios, con el objetivo de ser una bendición para la raza caída, dominada por un egoísmo incontrolable. La bondad de esa ley es revelada por el hecho de que se originó en Dios y fue confirmada por Jesús como de valor permanente para su pueblo. Por medio del diezmo Dios pretendía impresionarnos con la realidad de que Él es el donador de todas nuestras bendiciones. Él es el único que preserva nuestra vida y a quien deberíamos reconocer como nuestro Salvador y Señor. Él también pretendía restaurar nuestra dignidad personal al reinstituirnos como sus mayordomos, conforme es evidenciado por el acto de devolver el diezmo. Por el poder de Dios, el diezmo debía ser una herramienta poderosa para subyugar nuestro egoísmo natural.
Por consiguiente, para Elena G. de White, el diezmo era un instrumento en las manos de Dios para bendecirnos. Era santo y de propiedad exclusiva de Dios. Devolverlo a Dios es un deber moral y religioso porque le pertenece y es santo. Se mantiene santo cuando los miembros de la iglesia lo separan para el Señor y lo depositan en su tesoro, en la asociación. Ese fondo sagrado permanece santo cuando es usado por los administradores de la iglesia para el fin pretendido por Dios.
Para E. G. White, el diezmo es el resultado de la relación personal con el Señor, basados en el compromiso total para con Él. Ella motiva a los creyentes a devolver el diezmo, teniendo en vista el hecho de que Cristo dio su vida por ellos, que Dios es el Señor del universo, y que tenemos la responsabilidad moral de devolver el diezmo para que a través de él podamos llevar el evangelio a un mundo que perece. Conforme la promesa de Dios, si somos bendecidos es para que seamos capacitados a dar más por la causa de Dios.
Los administradores y pastores tienen la responsabilidad de enseñar a los miembros de la iglesia a traer un diezmo fiel al Señor. Ella sugiere que es mejor separarlo en casa y traerlo a la iglesia el sábado. Debe ser basado en nuestras ganancias y entradas, pero cada persona es libre para determinar los detalles. Concerniente a su uso, el diezmo debe ser utilizado para la proclamación del evangelio. Para Elena G. de White, la naturaleza del diezmo – es santo y pertenece a Dios – Es Dios quien determina cómo debe ser usado aquello que le pertenece. En este sentido, el papel de ella como instrumento especial de Dios, por medio de su ministerio profético, ha sido una bendición para la iglesia. A través de ella, nuestro Señor nos orientó en cuanto a cómo desea que sea usado su diezmo. Ella corrigió el mal uso y confirmo el uso debido del diezmo. Al mismo tiempo y bajo determinadas circunstancias, Dios le permitió destinar el diezmo a aquellos que estaban trabajando en el ministerio con parcos recursos financieros.
Aunque Elena G. de White no articule su teología del diezmo en forma sistemática, es evidente que ella tenía una, la cual ejercía impacto en todo lo que tenía que decir con respecto al diezmo. Hay seguridad para la iglesia al acatarle los consejos.
NOTAS FINALES
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