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El seto y la puerta
El doctor J. Hamilton compara la reconciliación con Dios como entrar por la puerta de una avenida hermosa que conduce a una mansión espléndida; pero la avenida es larga, y en algunas partes pasa cerca de peñascos y precipicios. Por lo tanto, para evitar que el viajero caiga hay un seto a lo largo de la avenida, que son los mandamientos de nuestro Dios. Están plantados allí para que nos preserven de caer en el abismo del pecado. Así como el seto de rosales exhala un perfume agradable que regala al viajero que anda cuidadosamente en medio del camino, y sólo hiere, a los que procuran traspasarlo, así son los mandamientos de Dios, acerca de los cuales se dice: "En guardarlos hay grande galardón".
Feliz es el que conoce los preceptos divinos sólo por el perfume que derraman; y que nunca, habiendo dado coces contra el aguijón, ha experimentado en carne viva lo ponzoñoso de sus espinas.¿Dónde no esta Dios?.
El pintor invisible
Un hombre rico y de mal carácter insultó y maltrató cruelmente a una viuda. El hijo de ésta, de ocho años de edad, presenció la detestable escena, y jamás pudo olvidarla.
Años más tarde el niño llegó a ser un artista famoso y pintó en vivos colores el episodio que retenía en su mente. El cuadro concluido, que era una hermosa pieza de arte, fue colocado en una galería de arte muy visitada por el público.
Un día acertó a pasar por allí el mismo autor del hecho, y ¡cuál no fue su asombro al verse a sí mismo pintado en aquella repugnante actitud! El cuadro era fidelísimo en todos sus detalles, y a pesar de haber pasado algunos años su persona podía ser bien conocida en la principal figura del mismo. Al contemplarla se puso muy pálido y empezó a temblar, ofreciendo cualquier cantidad de dinero para adquirir la pintura y destruirla.
Hay un pintor invisible que traza en colores indelebles los actos de cada vida humana, y no habrá manera de hacer desaparecer los rasgos fidelísimos estampados por la Divina mano en el cuadro de la eternid