Requisitos para el cielo
Entonces un joven se acercó a Jesús y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?" Mateo 19:16.
Entre la multitud había una persona que observaba la bendición de los niños. "Se había conmovido tan profundamente que mientras Cristo iba por su camino, corrió tras él y arrodillándose a sus pies, le hizo con sinceridad y fervor esa pregunta de suma importancia para su alma y la de todo ser humano: "Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?".81 Jesús le citó los mandamientos. Es evidente que Cristo los obedecía porque los recomendaba para poder alcanzar la vida eterna. Rápidamente el joven abogado estuvo de acuerdo, porque él había obedecido la ley desde su juventud. "¿Cuáles debo guardar?" insistió el joven. Jesús le dio ejemplo de los últimos seis. Cada uno de ellos tenía que ver con las relaciones humanas. Para entonces el joven se sentía muy satisfecho. No había cometido adulterio ni asesinado a nadie. "¿Qué más me falta?" preguntó. Sabiendo que el hombre no comprendía bien la ley y que su salvación dependía de ello, rápidamente Jesús lo puso a prueba: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme (Mat. 19:21).
"En verdad, la letra de la ley es negativa en su forma, pero su espíritu demanda una acción positiva. No basta dejar de odiar o herir a nuestros prójimos; el Evangelio nos pide que los amemos y les ayudemos como nos amamos a nosotros mismos".82 Lo que le faltaba al joven era un principio vital. Necesitaba que el amor de Dios le activara su espíritu de caridad. Jesús anhelaba que él respondiera, y la lucha fue intensa, pero tenía muchas posesiones y se fue triste. "Muchos que profesan ser seguidores de Cristo demuestran que no están preparados para el cielo".83 Invertimos los talentos de Dios en las ganancias personales en vez de hacerlo en la obra del Señor. El temor a la escasez hace que muchos acumulen continuamente bienes porque desconfían de Dios y son egoístas.
"Únicamente aquellos que lleguen a ser colaboradores con Cristo, únicamente aquellos que digan: Señor, todo lo que tengo y soy te pertenece, serán reconocidos como hijos e hijas de Dios".84
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