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    EL CULTO FAMILIAR DE EDÉN A EDÉN

    EL CULTO FAMILIAR DE EDÉN A EDÉN

     

    El culto familiar es una cadena de oro

    Que conecta el Edén con el Edén.

    Examinemos algunos de los eslabones

    Entre el hogar original de la primera familia

    Y el Paraíso restaurado.

     

    El culto familiar en el jardín del Edén

     

    Luego de pasar, Adán y Eva, un delicioso día, en el que aspiraron la fragancia de las flores, comieron exquisitas frutas, y acomodaron las enredaderas para formar una glorieta para su nuevo hogar, observan ahora cómo va poniéndose el sol en el oeste. Pareciera que el cielo y la tierra estuvieran por tocarse a medida que los colores dorados, naranjas, rosados y púrpuras del crepúsculo, cruzan el cielo. Y entonces, maravilla de las maravillas, la primera pareja escucha la voz de Dios llamándolos en el jardín en el fresco del día. Ellos le responden a su amigo el Creador, lo invitan a su nuevo hogar, y le muestran gozosos las glorietas de rosas, buganvillas y orquídeas que entrelazaron con sus manos para formar las paredes y el techo de su casa viva. Elevan sus voces y cantan alabanzas a Dios, y Dios habla con ellos. Los pájaros se unen en la melodía desde su verde catedral, y el coro angélico que los rodea responde con un estribillo a diez voces. Los corazones de Adán y Eva arden dentro de ellos mientras que sus seis o siete, - o quizás diez – sentidos perfectos y sin desgaste registran en sus memorias a prueba de olvidos, la belleza de todo aquello. Jesús les reafirma su amor inagotable, y al regresar al cielo, les dice: "Recordad que yo estoy con vosotros siempre". Se detienen entonces y escuchan. Un león manso ronronea por allí cerca. Los animales, cada uno en su propio lenguaje, alaban a su Hacedor mientras se preparan para el descanso nocturno. Ha terminado un día perfecto.

     

    (Eso fue adoración, que es lo que sucede cuando el Creador y la criatura se encuentran en una relación de comprensión. Y fíjese, Dios había planeado que una eternidad de días aún más felices seguirían para Adán y Eva, y para sus hijos, y los hijos de sus hijos, y sus tatara-tatara-tatara-nietos y llegarían finalmente a nosotros, a lo largo de os cuales aprenderíamos a conocer a Dios).

     

    El arrullo de las palomas matutinas los despiertan a la mañana siguiente mientras el sol asoma sobre las ondulantes colinas. Sus primeros pensamientos son de alabanza a Dios. Con gozo arrobador cantan glorias a su Amigo. Un rebosante amor por la inimaginable belleza llena sus corazones con alabanzas a su Creador. Un leopardo que pasa por allí se detiene a escuchar mientras que el cielo y la tierra unen sus voces en alabanza. Otros mundos observan con deleite. Una armoniosa melodía endulza la atmósfera de su perfecto jardín, apenas húmedo por el rocío de la mañana.

     

    La naturaleza, con la fragancia de sus delicadas flores, une su nota de gozo al incienso de alabanza y adoración. El perfecto follaje del paisaje habla del gran amor de Dios y de su ley. Qué alturas de éxtasis debieron experimentar Adán y Eva cuando "se entretenían con las hojas, las flores y los árboles, descubriendo en cada uno de ellos los secretos de su vida" (Patriarcas y Profetas, pp. 31, 32).

     

    ¿Puede usted agregar algo a esta escena, ya de por sí majestuosa, al recordar que Dios mismo está allí, instruyéndolos y compartiendo su excitación al descubrir las maravillas del universo? Adán y Eva aprendieron, durante esas primeras horas de adoración, los misterios de la creación de labios del Creador. Cada descubrimiento debe haber profundizado su respeto por el Padre. El amor y la gratitud crecientes estallaron en alabanzas y adoración. Cada día armonizaban más con la música divina de amor que llenaba el mundo no caído.

     

    Abrahán, el constructor de altares

     

    - Mira más allá, viajero. Esta tarde lo vi reuniendo de nuevo a su familia, tal como lo hizo esta mañana. He visto ya sus altares en otras partes de la tierra. Los construye dondequiera que va. Y elige para ello un lugar abierto, nunca un bosquecillo. Observa cuán cuidadosamente arregla la leña. ¡Va a sacrificar al cordero!

     

    El otro observador contesta:

     

    - Acerquémonos un poquito más. ¿Qué significa esto?

     

    Los dos hombres curiosos avanzan cautelosamente hacia el campamento. Observan cómo el fuego consume el cuerpo del cordero sacrificado, y escuchan al venerable patriarca hablar a su Dios mientras la familia se le une, arrodillada, en círculo alrededor del altar.

     

    - Te escogemos a ti, Señor. Nuestra única esperanza está en los méritos de la sangre que derramarás por nosotros algún día para salvarnos. Gracias, Señor, por cubrir los pecados de nuestra familia – de Sara, de Isaac, de Ismael – y de todos nosotros. Danos seguridad en la sangre.

     

    Los niños, que aman al cordero y que odian verlo morir, derraman lágrimas por él. Entonan un himno de alabanza, se abrazan unos a otros, y vuelven a sus tareas vespertinas mientras el humo del altar parece elevar hacia el cielo sus oraciones.

     

    - Me parece – dice el primer observador, rompiendo el silencio – , que este Dios es diferente de los dioses de Canaán. Él le habla a su Dios como si lo hiciera a un amigo. ¿Será eso el secreto de la bondad de este hombre? ¿Podrá ser que de este altar emane el poder que hace que esta familia sea tan diferente de la gente de Canaán?

     

    La Biblia describe a Abrahán como un constructor de altares. Note lo que dice que sucede en el altar. "Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido" (Gén. 12:7). Cuando se mudó a Bet-el, donde años más tarde su nieto Jacob tendría el sueño de la escalera celestial, la Biblia dice que "edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová" (v. 8).

     

    Luego de que Abrahán mintiera y representara mal a Dios en Egipto, y se desanimara por su propia falta de fe, volvió a Bet-el, donde Dios se le había aparecido anteriormente. Manos penitentes reconstruyeron el antiguo altar, "e invocó allí Abram el nombre de Jehová" (Gén. 13:4).

     

    Nosotros recibimos el legado del altar familiar de los patriarcas de antaño. El primer altar mencionado específicamente en la Biblia es el de Noé, en Génesis 8:20. Dios se había acordado de él y de su familia durante la terrible tormenta, y el primer acto de Noé al salir del arca fue reunir a su familia y recordar a Dios. Levantó un altar en gratitud y ofreció sacrificio.

     

    Los primeros hijos nacidos en este mundo construyeron altares. La Biblia habla de los sacrificios de Caín y de Abel, y podemos inferir que los ofrecieron sobre altares.

     

    Otros altares familiares

     

    Los fuegos de otros altares familiares, de los cuales sabemos poco, han cambiado el curso de la historia. ¿No sería maravilloso poder espiar aquellos años secretos de Nazaret y escuchar mientras José leía los rollos de los profetas o de los salmos? Ocupado, tratando de ganar el sustento de su familia, encuentra tiempo antes de abrir su taller de carpintero, y luego de cerrar sus puertas, para reunir a María y a los niños alrededor del altar familiar. Su esposa nota las rápidas respuestas del niño Jesús y las atesora en su corazón mientras observa crecer a su primogénito "en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. 2:52). Santas lámparas de sacrificio están siendo encendidas aquí, y se están cristalizando resoluciones que finalmente pondrán la salvación eterna a nuestro alcance.

     

    El culto familiar en un "hogar dividido"

     

    Timoteo debe haber sido un muchacho de unos 15 años cuando Pablo lo conoció en Listra alrededor del año 45 d.C. La voluble multitud había arrastrado a Pablo fuera de la ciudad y lo había apedreado. Probablemente Timoteo se unió al grupo que rodeó el cuerpo aparentemente sin vida de Pablo. Con gozo recibieron al golpeado y quebrantado hombre de Dios cuando se movió y luego se levantó. Algunos estudiosos de la Biblia creen que Pablo se quedó esa noche en la casa de Timoteo, reponiéndose del ataque que había recibido. Si fuera así, probablemente observó las prácticas religiosas de Eunice, la madre de Timoteo, y de Loida, su abuela, quienes eran creyentes cristianas. El padre del muchacho era griego (Hech. 16:1).

     

    Algunas madres sienten que al estar en una situación familiar dividida pueden hacer poco para transmitir una herencia religiosa. Pero Eunice no pensaba eso. Pablo le escribe a Timoteo: "Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús" (2 Tim. 3:15). En otro pasaje dice: "Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también" (cap. 1:5).

     

    La madre y la abuela de Timoteo habían dado el ejemplo, estableciendo su fe en las Sagradas Escrituras. Cuando no tomamos el tiempo para reunir a nuestros hijos para el culto, o para modelar la ternura de Cristo, ¿qué les estamos robando? Les estamos robando su posibilidad de absorber y desarrollar amor y fe, como Timoteo bajo el cuidado de Loida y de Eunice. Y ustedes, abuelas, nunca subestimen la importancia de sus continuas oraciones a favor de sus hijos y de sus nietos.

     

    Hablando del hogar de Timoteo, se nos dice: "La religión era la atmósfera de su hogar. La piedad de su vida hogareña no era una piedad barata, sino pura, sensible y no corrompida por falsos sentimientos. Su influencia moral era sólida, no vacilante, no impulsiva, no cambiante" (Elena G. de White, The Youth’s Instructor, 5 de mayo de 1898).

     

    "Fe no fingida" quiere decir fe firme y persistente. Aunque Timoteo no tenía talentos sobresalientes, la educación que recibió en el hogar de su niñez lo convirtió en un misionero responsable a quien Pablo podía enviar en las misiones más delicadas y confidenciales. Su última epístola la dirigió a Timoteo, a quien el anciano apóstol traspasó su manto.

     

    ¿Qué bien hizo Eunice al enfatizar la importancia del altar familiar a su hijo Timoteo? Sólo la eternidad podrá revelar la influencia de esa herencia de fe con sus ondas cada vez más amplias, transmitida por una madre casi desconocida, al lado del fuego en ese "hogar dividido" de Listra.

     

    El culto familiar en la tierra nueva

     

    A lo largo de los años realizamos el culto en algunos lugares extraños. Oramos en la cima del Monte Elbert, el pico más alto de Colorado, y fuimos protegidos en medio de una turbulenta tormenta eléctrica de la que salimos ilesos, a pesar de que Millie sintió la descarga eléctrica de un rayo que cayó justo a nuestro lado. En la República Dominicana adoramos debajo de los cocoteros mientras las olas del mar rompían en la playa. Al viajar en aviones, observamos reverentemente cómo el sol, cual una bola roja ardiente, se hundía en las aguas del océano. Adoramos en nuestra cabaña de las montañas mientras una tormenta primaveral de nieve, arrobadora por su belleza, sorprendía nuestro encuentro familiar. Y hasta celebramos nuestro culto de familia a orillas del Gran Cañón del Colorado. Pero todos esos recuerdos no serán nada comparados con el culto familiar en la tierra nueva.

     

    - Wes, tú eliges dónde tendremos nuestro culto esta tarde.

     

    - Buenísimo. Volemos por los anillos de Saturno, pasemos por ese cañón de 80 kilómetros de profundidad en el planeta Zeno, en la constelación de Sagitario, y luego alcancemos a Enoc y a su esposa que están visitando el planeta Lapo a ¡25 mil millones de años luz de distancia!

     

    Viajamos a la velocidad del pensamiento.

     

    - Invitemos al abuelo y a la abuela para que nos acompañen – sugiere John. ¡No hay más artritis ni enfermedades cardíacas! Nuestro descansado viaje nos lleva a mundos lejanos. Wes hace una media luna sobre el Cañón Majestuoso mientras John "bucea" en el Lago Sin Fondo que se encuentra 80 kilómetros más abajo. Y ahora seguimos hasta Lapo.

     

    - ¡Hola Enoc! ¡Qué gusto verte nuevamente! - Él se da vuelta y dice:

     

    - Sí, aquí están nuestros amigos del planeta Tierra!

     

    Y mientras la familia se reúne a su alrededor, el patriarca añade:

     

    - Cuéntennos a mi esposa y a mí cómo era vivir en la tierra en los días en que toda vuestra generación se decidió a favor o en contra de Cristo. ¿Qué les pareció ser redimidos de ese mundo perverso?

     

    John y Wes, el abuelo y la abuela, y toda la familia cuentan la experiencia. Millie comienza a describir con entusiasmo cómo los grandes movimientos finales proclamaron en unas pocas y breves semanas alrededor del mundo la historia del evangelio de un Cristo crucificado, resucitado, y próximo a venir, y el resto de la familia agrega detalles personales. Bonnie, mi primera esposa, cuyo cuerpo fue consumido por el cáncer mientras estábamos en la tierra, está ahora con nosotros, bendecida con un nuevo cuerpo glorioso y con la juventud eterna. (No se preocupen, no habrá rivalidad. Dios se ocupará de eso también.)

     

    Allí al lado, los ángeles nos observan con asombro y, "mientras contamos la historia de la redención, doblan sus alas, porque los ángeles nunca supieron el gozo que nos trajo nuestra salvación". Hablamos de los acontecimientos catastróficos del fin del mundo, pero el cielo nuevo y la tierra nueva son tan maravillosos que nuestras pruebas más grandes parecen borrarse de nuestros recuerdos. Nuestras voces se elevan arrobadas cantando: "!Aleluya!" "!El cielo no fue demasiado caro! ¡Valía la pena! ¡Gloria sea al Padre, y al Cordero, y al Santo Espíritu, por siempre y siempre! ¡Gracias, Jesús, por tan grande salvación! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!"

     

     

     

     

     

    Fundamentos del altar familiar

     

    Hemos dado un vistazo panorámico al altar familiar desde el Edén hasta el Edén. ¿Cuáles parecen ser los fundamentos del altar familiar, según podemos deducir de los registros bíblicos?

     

    En primer lugar, y principalmente, el propósito del "altar familiar" es adorar a nuestro Señor. En segundo término, es renovar el pacto familiar con Dios y unos con otros. El altar es un lugar para sacrificar, el lugar donde reclamamos la sangre del Cordero de Dios para perdón, protección y victoria. Es un lugar para instruir, de modo tal que en una atmósfera de calidez y aceptación, podamos transmitir nuestra herencia espiritual y nuestros valores familiares de generación en generación (Deut. 6:6-9). Por último, el altar es también un lugar para celebrar la familiaridad. En los tiempos bíblicos el pueblo de Dios erigía altares para celebrar, festejar o para conmemorar eventos (Jos. 22:26-28, 34).

     

    Los altares familiares necesitan cuidados permanentes. En los tiempos bíblicos Dios le dio a su pueblo instrucciones específicas para que no usaran mezcla o argamasa para levantar un altar. Si no se lo cuidaba, las piedras del altar se venían abajo y eran pisoteadas por los pies de los hombres o por los animales. Sin duda que los patriarcas, cuando reconstruían con amor el altar, colocando nuevamente las piedras en sus lugares, recordaban la importancia que otorgaban a la función del altar. No, el altar familiar no puede ser construido una vez y para siempre, ni entonces ni ahora. En nuestros días, se requiere también cuidadosa atención para cuidar fielmente el altar familiar de las muchas distracciones existentes.

     

    Los patriarcas nunca construían sus altares en los bosques o cerca de los árboles. Las prácticas inmorales que se llevaban a cabo en los bosquecillos caracterizaban a los santuarios paganos. Hoy en día, nuestros altares familiares debieran diferenciarse de las costumbres o prácticas mundanas. La televisión y los videocasetes se han convertido en el altar moderno de Baal en muchos hogares. Dios siempre pide nuestra lealtad indivisa, y no compartirá un lugar de adoración con ningún otro dios.

     

    El sacerdote de la familia colocaba el sacrificio sobre el altar a la mañana y a la tarde. Hacemos bien en tener un momento específico para el culto familiar, y en celebrarlo regularmente, porque debemos enfrentar los asuntos de hoy con la dedicación y la oración de hoy, no con la de ayer.

     

    El padre dirigía las devociones familiares como sacerdote de la familia. Su deber, establecido por Dios, continuaba a lo largo de toda su vida. En los casos de un padre ausente, o de uno no creyente, la madre se hacía cargo de la adoración familiar.

     

    El reunirse alrededor del altar es un acto corporativo de testificación familiar, donde la familia demuestra que elige a Dios y a su camino. Es una ocasión para encontrarse con Dios, para entrar en una relación y en amistad con Él.

     

    El punto central del altar familiar es la sangre, los méritos de la sangre de Jesús para salvarnos del pecado. Allí, por medio de la fe, reclamamos el poder de la sangre, y colocamos una señal o sello protector sobre nuestra familia, de modo que el destructor no pueda hacernos daño.

     

    Definición de la adoración

     

    ¿Qué es la adoración?

     

    La adoración es el asombro de la criatura al sentir la presencia de su Creador. Es que alguien, que se siente indigno, muestre respeto y reverencia por Dios. Por medio de ella conocemos a Dios, nos familiarizamos con Él como con un amigo, y lo adoramos por sus muchos dones, incluyendo el perdón de los pecados. Entramos en una relación de pacto con Él. Cuando esto ocurre dentro del círculo de una familia, distingue a esa familia como propiedad de Dios, como sellada y segura en la sangre de Jesús, acercando así a sus miembros a Dios y los unos con los otros. Esto es, en esencia, el culto familiar.

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