Todo lo que tenía
Todo lo que tenía
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Jesús se sentó frente al arca de la ofrenda, y miraba cómo la gente echaba dinero en el arca. Marcos 12:41.
La compasión divina se leía en el semblante del Hijo de Dios mientras dirigía una última mirada al templo y luego a sus oyentes. Con voz ahogada por la profunda angustia de su corazón y amargas lágrimas, exclamó: '¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste!'... Los fariseos y saduceos quedaron todos callados. Jesús reunió a sus discípulos y se dispuso a abandonar el templo, no como quien estuviese derrotado y obligado a huir de la presencia de sus enemigos, sino como quien ha terminado su obra. Se retiró vencedor de la contienda".
Al pasar Jesús por el patio de las mujeres, vio allí a una pobre viuda. Hizo detenerse a los discípulos, y la observaron mientras avanzaba furtivamente hacia los cofres de las ofrendas. Vacilante, se acercó, temerosa de que los circunstantes criticaran su escasa ofrenda. Algunos, con ampulosos gestos, echaban grandes sumas, mientras que a ojos de ella su donativo le parecía muy pequeño. Apresuradamente, dejó caer sus dos moneditas, que juntas sumaban algo así como la cuarta parte de un centavo de dólar. No se podía usar en el templo monedas con inscripciones griegas. "Las dos blancas que la viuda pobre echó en el arca fueron las monedas macabeas más pequeñas, o las leptá emitidas por los gobernadores de Judea". Jesús dijo: "Os aseguro que esta viuda pobre echó más que todos los demás en el arca. Porque todos dieron de sus sobras, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su alimento" (Mar. 12:43, 44). La mujer escuchó sus palabras de alabanza, y "lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado".
"En realidad, a la vista del cielo no es la magnitud de la dádiva lo que cuenta, sino el motivo que la impulsa. El cielo sólo está interesado en la cantidad de amor y consagración que representa la dádiva, no en su valor monetario. Esta es la única base que Dios emplea para recompensar a los hombres, como Jesús lo ilustró tan categóricamente mediante la parábola de los obreros de la viña (Mat. 20:15)".
No es el valor mondarlo sino el motivo lo que el cielo anota en sus registros. ¿Qué motivo impulsa nuestras ofrendas a Dios?
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