Señor, quisiéramos ver a Jesús
Señor, quisiéramos ver a Jesús
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"Señor, quisiéramos ver a Jesús," Juan 12:21.
En sus últimas palabras a los escribas y fariseos, Jesús se refirió al templo llamándolo "vuestra casa" (Mat. 23:38), cuando tan sólo el día anterior lo había llamado "mi casa" (Mat. 21:13). No se trataba de un error. Ellos, y de hecho, toda la nación, se hallaban a la mitad de la semana profética de Daniel 9:27. El sacrificio y la ofrenda estaban a punto de cesar, porque en el sacrificio del Cordero de Dios, el tipo se iba a encontrar con el antitipo. Al rechazar al Mesías, la nación judía había sellado su suerte. Con motivo de la pascua, había en la ciudad muchos prosélitos de otros países, los cuales se veían confinados al atrio de los gentiles. Cuando Jesús se preparaba a dejar para siempre los recintos del templo, Felipe se le acercó a Andrés con un pedido, y juntos fueron a ver a Jesús.
Muchos de los prosélitos griegos habían oído hablar de la entrada triunfal del Señor a Jerusalén, y querían saber la verdad tocante a su ministerio. Jesús pasó al atrio exterior y sostuvo una entrevista personal con ellos. Les explicó que el grano de trigo debe morir si es que ha de renacer y llevar fruto. Así también él debía morir con el fin de llevar fruto para el reino de Dios. El sacrificio de Cristo recogería a muchos de todas las naciones, y al ver pasar ante su vista su obra de redención, Jesús quedó por un momento absorto en sus pensamientos. A la sombra de la cruz, lo sometió todo a la voluntad de su Padre. "Por eso mismo he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu Nombre". Una voz del cielo dijo: "Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez" (Juan 12: 28,29). El nombre de Dios había sido glorificado en el ministerio y la vida de Jesús, y sería también glorificado en su muerte. "Dios puso de nuevo su sello sobre la misión de su Hijo". Cristo dijo: "Y yo, si fuere levantado, a todos atraeré a mí mismo". En el pedido de una audiencia que hicieron los griegos, Jesús vio que otras naciones, aparte de los judíos, aceptarían su sacrificio. "Estos hombres vinieron del Occidente para hallar al Salvador al final de su vida como los magos habían venido del Oriente al principio". "¡Ay de aquellos que no conocieron el tiempo de su visitación! Lentamente y con pesar Cristo dejó para siempre las dependencias del templo".
Podemos resumir todo el plan de salvación en el pedido: "Señor, quisiéramos ver a Jesús". Una vez que lo hayamos visto -verdaderamente visto- nunca volveremos a ser los mismos de antes. ¡Compartámoslo con otros!
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