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    « Relámpagos | Main | Un nuevo mandamiento »

    Quedaos aquí y velad conmigo

    Quedaos aquí y velad conmigo ......................................................... Entonces volvió a sus discípulos, y los halló durmiendo. Mateo 26:40. "En su agonía, se aferra al suelo frío, como para evitar ser alejado más de Dios. El frío rocío de la noche cae sobre su cuerpo postrado, pero él no le presta atención. De sus labios pálidos, brota el amargo clamor: 'Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso'. Pero aun entonces añade: 'Empero no como yo quiero, sino como tú". "Era terrible la tentación de dejar a la familia humana soportar las consecuencias de su propia culpabilidad, mientras él permaneciese inocente delante de Dios. Si tan sólo pudiera saber que sus discípulos comprendían y apreciaban esto, se sentiría fortalecido". Anhelante de compañía humana, Jesús regresó a donde había dejado a sus discípulos, y los halló dormidos (Mar. 14:37,38). "El Hijo de Dios volvió a quedar presa de agonía sobrehumana, y tambaleándose volvió agotado al lugar de su primera lucha. Su sufrimiento era aun mayor que antes. Al apoderarse de él la agonía del alma, 'fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra ". "Su voz se oía en el tranquilo aire nocturno, no en tonos de triunfo, sino impregnada de angustia humana. Estas palabras del Salvador Regaban a los oídos de los soñolientos discípulos: 'Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad' ". De nuevo regresó Jesús donde estaban los discípulos. Cuando despertaron y vieron su rostro cubierto de sangre, se llenaron de temor. "Muchos se asombrarán de él, al ver su semblante desfigurado, hasta perder toda apariencia humana" (Isa. 52:14). Apartándose, Jesús volvió a su lugar de retiro y cayó postrado. "Había llegado el momento pavoroso, el momento que había de decidir el destino del mundo. La suerte de la humanidad pendía de un hilo. Cristo podía aun ahora negarse a beber la copa destinada al hombre culpable. Todavía no era demasiado tarde. Podía enjugar el sangriento sudor de su frente y dejar que el hombre pereciese en su iniquidad. Podía decir Reciba el transgresor la penalidad de su pecado, y yo volveré a mi Padre". Pero Jesús sabía que sin él, los pecadores perecerían. Si Cristo rehusaba el sacrificio, no quedaría esperanza para la humanidad; pero en ese momento "su decisión queda hecha. Salvará al hombre, sea cual fuere el costo". ¿Que debemos tú y yo? ¡Mucho más de lo que le podemos recompensar!

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