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    « LA MATEMATICA DEL MATRIMONIO | Main | 4 Mitos de la Mayordomia Adventista »

    Serie de Mayordomía Cristiana

    Serie de Mayordomía Cristiana

    Preparado por el Pastor Marcelo Solis, Graduado en la Universidad de Costa Rica

    INTRODUCCIÓN SERIE DE MAYORDOMÍA CRISTIANA

    Somos mayordomos de Dios, quien nos ha confiado tiempo y oportunidades, capacidades y posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Somos responsables ante él de su uso correcto. Reconocemos que Dios es el dueño, al rendir fiel servicio tanto a él como a nuestros semejantes, y al devolver los diezmos y dar ofrendas para la proclamación de su Evangelio y el apoyo y crecimiento de su iglesia. La mayordomía es un privilegio que Dios nos concede para ayudarnos a crecer en amor y a obtener la victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo se regocija en las bendiciones que otros reciben como resultado de su fidelidad. ¿Qué es la vida cristiana? Más que cualquier otra cosa, la vida cristiana significa la entrega de nosotros mismos y la aceptación de Cristo. Cuando vemos cómo Jesús se entregó así mismo por nosotros, clamamos: “¿Qué puedo hacer yo por ti?” Pero justamente cuando pensamos que hemos entrado en un compromiso absoluto, una entrega total, algo sucede que demuestra cuán superficial fue nuestra decisión. A medida que descubrimos nuevos aspectos de nuestras vidas que necesitamos entregar a Dios, nuestro sometimiento se profundiza. Entonces, con mucho tacto, el Espíritu lleva nuestra atención a otra zona donde el yo necesita entregarse. Y así continúa la vida a través de una serie de repetidas entregas a Cristo, las cuales se profundizan cada vez más en nuestro ser, nuestro estilo de vida, la manera cómo actuamos y reaccionamos. Una vez que entregamos todo lo que somos y lo que tenemos a Dios, a quien todo le pertenece de todos modos (1 Corintios 3:21-4:2) él lo acepta, pero luego nos lo vuelve a entregar, haciéndonos mayordomos o cuidadores de todo lo que poseemos. Entonces, nuestra tendencia a vivir vidas confortables y egoístas se ve quebrantada al darnos cuenta de que nuestro Señor fue necesitado, aprisionado y extranjero. Y su perdurable mandato: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones” hace que las actividades de la iglesia -compartir, enseñar, predicar, bautizar- sean más preciosas para nosotros. Por causa suya procuramos ser mayordomos fieles. ¿Qué es la mayordomía? Pertenecemos a Dios (1 Corintios 6:19-20). Fuimos comprados, redimidos, a un costo muy alto. Pero esa acción divina fue tan sólo una reclamación, porque él nos hizo; hemos pertenecido a él desde el comienzo, porque “en el principio creó Dios...” (Génesis 1:1). “Debemos instruir y guiar a las almas para que vean en Cristo su ejemplo, y comprendan sus obligaciones hacia Aquel a quien pertenecen por creación y por redención. Él es Dueño de todo hombre, mujer y niño que viene a este mundo. Llegó a serlo cuando pagó el precio de la redención. Si los seres humanos caídos quieren llegar a ser hijos e hijas de Dios mediante su obediencia voluntaria, serán uno con Cristo. El Salvador los ha comprado al dar su vida para pagar la deuda del pecado... Los que están verdaderamente convertidos revelarán la gracia salvadora de Cristo al trabajar por esas almas enceguecidas por Satanás”.
    • El universo entero pertenece a Dios (Salmos 24:1). En la creación, Dios compartió con la humanidad sus posesiones, y continúa siendo el verdadero dueño del mundo, sus habitantes y lo que contiene. En la cruz confirmó sus posesiones de lo que el hombre había perdido a manos de Satanás en la caída (1 Corintios 6:19-20). Ahora, le encarga a su pueblo que sirvan como mayordomos de sus posesiones.
    • Un mayordomo es una persona a la cual “se le encarga el manejo de la casa o la propiedad de otro”. Mayordomía es “la posición, deberes o servicio de un mayordomo”.
    • Para el cristiano, mayordomía significa “la responsabilidad que le cabe al hombre por todo lo que Dios le ha confiado, y el uso que de ello hace: la vida, el ser físico, el tiempo, los talentos y capacidades, las posesiones materiales, las oportunidades de servir a otros, y su conocimiento de la verdad”. Los cristianos sirven como mayordomos de las posesiones de Dios, y consideran que la vida es una oportunidad divinamente concedida “para que aprendan a ser fieles mayordomos, preparándose de este modo para la mayordomía superior de las cosas eternas en la vida futura”.
    • En sus dimensiones más amplias, por lo tanto, la mayordomía “abarca el uso sabio y abnegado de la vid”.
    Conclusión “Un mayordomo tiene que rendir cuentas a su amo de cualquier clase de bienes que le haya confiado, y sabe que debe dar cuenta de su mayordomía. Cuando los miembros de la iglesia cooperan con sus dirigentes instituidos, hacen mucho más fácil que los líderes rindan una fiel cuenta de su mayordomía".

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 1. COLABORADORES CON DIOS

    "Honra a Jehová de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos; y serán llenas tus trojes con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto" (Proverbios 3: 9, 10). "Hay quienes reparten, y les es añadido más: y hay quienes son escasos más de lo que es justo, mas vienen a pobreza. El alma liberal será engordada: y el que saciare, él también será saciado" (Proverbios 11: 24, 25). "Mas el generoso piensa en cosas generosas, y él por cosas generosas será hecho estable" (Isaías 32: 8, VM). En el plan de salvación, la sabiduría divina estableció la ley de la acción y de la reacción; de ello resulta que la obra de beneficencia, en todos sus ramos, es doblemente bendecida. El que ayuda a los menesterosos es una bendición para ellos y él mismo recibe una bendición mayor aún. La Gloria del Evangelio La gloria del Evangelio consiste y se funda en la noción de que se ha de restaurar la imagen divina en una raza caída por medio de una constante manifestación de benevolencia. Esta obra comenzó en los atrios celestiales, cuando Dios dio a los humanos una prueba deslumbradora del amor con que los amaba. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16). El don de Cristo revela el corazón del Padre. Nos asegura que, habiendo emprendido nuestra redención, él no escatimará ninguna cosa necesaria para terminar su obra, por más que pueda costarle. La generosidad es el espíritu del cielo. El abnegado amor de Cristo se reveló en la cruz. El dio todo lo que poseía y se dio a sí mismo para que el hombre pudiese salvarse. La cruz de Cristo es un llamamiento a la generosidad de todo discípulo del Salvador. El principio que proclama es de dar, dar siempre. Su realización por la benevolencia y las buenas obras es el verdadero fruto de la vida cristiana. El principio de la gente del mundo es: ganar, ganar siempre; y así se imagina alcanzar la felicidad; pero cuando este principio ha dado todos sus frutos, se ve que sólo engendra la miseria y la muerte. La luz del Evangelio que irradia de la cruz de Cristo condena el egoísmo y estimula la generosidad y la benevolencia. No debería ser causa de quejas el hecho de que se nos dirigen cada vez más invitaciones a dar. En su divina providencia Dios llama a su pueblo a salir de su esfera de acción limitada para emprender cosas mayores. Se nos exige un esfuerzo ilimitado en un tiempo como éste, cuando las tinieblas morales cubren el mundo. Muchos de los hijos de Dios están en peligro de dejarse prender en la trampa de la mundanalidad y avaricia. Deberían comprender que es la misericordia divina la que multiplica las solicitudes de recursos. Deben serles presentados blancos que despierten su benevolencia o no podrán imitar el carácter del gran Modelo. (Consejos Sobre Mayordomía Cristiana, 16,17). Ejercicio: Llamado a impulsar la RECOLECCIÓN y la BENEVOLENCIA SISTEMÁTICA de Diezmos y Ofrendas. Instruir que deben ser usados los sobres de diezmos adecuadamente.

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 2. LAS BENDICIONES DE LA MAYORDOMÍA

    Lectura San Marcos 16:15. Al dar a sus discípulos la orden de ir por "todo el mundo" y predicar “el evangelio a toda criatura", Cristo asignó a los hombres una tarea: la de sembrar el conocimiento de su gracia. Pero mientras algunos salen al campo a predicar, otros le obedecen sosteniendo su obra en la tierra por medio de sus ofrendas. El ha puesto recursos en las manos de los hombres, para que sus dones fluyan por canales humanos al cumplir la obra que nos ha asignado en lo que se refiere a salvar a nuestros semejantes. Este es uno de los medios por los cuales Dios eleva al hombre. Es exactamente la obra que conviene a éste; porque despierta en su corazón las simpatías más profundas y le mueve a ejercitar las más altas facultades de la mente. Todas las cosas buenas de la tierra fueron colocadas aquí por la mano generosa de Dios, y son la expresión de su amor para con el hombre. Los pobres le pertenecen y la causa de la religión es suya. El oro y la plata pertenecen al Señor; él podría, si quisiera, hacerlos llover del cielo. Pero ha preferido hacer del hombre su mayordomo, confiándole bienes, no para que los vaya acumulando, sino para que los emplee haciendo bien a otros. Hace así del hombre su intermediario para distribuir sus bendiciones en la tierra. Dios ha establecido el sistema de la beneficencia para que el hombre pueda llegar a ser semejante a su Creador, de carácter generoso y desinteresado y para que al fin pueda participar con Cristo de una eterna y gloriosa recompensa. Reuniéndose Alrededor de la Cruz El amor que tuvo su expresión en el Calvario debiera ser reanimado, fortalecido y difundido en nuestras iglesias. ¿No haremos todo lo que está a nuestro alcance para fortalecer los principios que Cristo comunicó a este mundo? ¿No nos esforzaremos por establecer y desarrollar las empresas de beneficencia que necesitamos sin más demora? Al contemplar al Príncipe del cielo muriendo en la cruz por vosotros, ¿podéis cerrar vuestro corazón, diciendo: “No, nada tengo para dar”? Los que creen en Cristo deben perpetuar su amor. Este amor debe atraerlos y reunirlos en derredor de la cruz. Debe despojarlos de todo egoísmo y unirlos a Dios y entre sí mismos. Juntaos alrededor de la cruz dominados por un espíritu de sacrificio personal y de completa abnegación. Dios os bendecirá si hacéis lo mejor que podéis. Al acercaros al trono de la gracia y al veros ligados a ese trono por la cadena de oro que baja del cielo a la tierra para sacar a los hombres del abismo del pecado, vuestro corazón rebosará de amor hacia vuestros hermanos que están todavía sin Dios y sin esperanza en el mundo. JT 3, 401 - 404. Ejercicio: Establezca un diálogo con la congregación haciendo las siguientes preguntas:
    1. ¿Por qué cree usted que hay quienes no dan los Diezmos que sólo a Dios le pertenecen?
    2. Siendo que los Diezmos son propiedad exclusiva de Dios, ¿qué pecado contra la Ley se viola cuando se retienen los Diezmos? ¿Cómo se siente usted si lo conocieran como ladrón? ¿Por qué debemos devolver los Diezmos y las ofrendas? –Explícanos.

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 3. LA ÚNICA FORMA DE MANIFESTAR GRATITUD

    El Señor no necesita nuestras ofrendas. No podemos enriquecerlo con nuestros donativos. El salmista dice: "Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos" (1 Crónicas 29:14). Dios nos permite manifestar nuestro aprecio de sus mercedes por medio de esfuerzos abnegados realizados para compartir las mismas con otras personas. Esta es la única manera posible como podemos manifestar nuestra gratitud y nuestro amor a Dios, porque él no ha provisto ninguna otra.-Review & Herald, diciembre 6, 1887. El argumento de Pablo contra el egoísmo Pablo procuró desarraigar de los corazones de sus hermanos la planta del egoísmo, porque el carácter no puede estar completo en Cristo cuando retiene el egoísmo y la codicia. El amor de Cristo en sus corazones los induciría a ayudar a sus semejantes en sus necesidades. Procuró estimular su amor señalándoles el sacrificio que Cristo había hecho por ellos. Les dijo: "No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor vuestro. Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8: 8, 9). Este es el poderoso argumento que usa el apóstol. No es el mandamiento de Pablo sino el del Señor Jesucristo. . . ¡Cuán grande fue el don hecho por Dios al hombre, y cuán propio de Dios fue hacerlo! El dio con una liberalidad que jamás podrá ser igualada, a fin de salvar a los rebeldes hijos del hombre y de inducirlos a ver su propósito y a discernir su amor. ¿No queréis demostrar por medio de vuestros dones y ofrendas que no hay nada que consideráis demasiado bueno para aquel que “ha dado a su Hijo unigénito”? -Review & Herald, mayo 15, 1900. El espíritu de liberalidad es el espíritu del cielo. El espíritu de egoísmo es el espíritu de Satanás. -Review & Herald, octubre 17, 1882. Ejercicios: A ninguno de nosotros se nos exige dar las ofrendas de gratitud, por eso, saquemos una conclusión a través del siguiente diálogo contestando lo siguiente:
    1. ¿Cómo demostró su infinito amor Dios por la humanidad?
    2. ¿Cómo puedo yo demostrarle mi amor y gratitud al Señor?
    3. ¿Por qué cree usted que hay quienes no dan sus ofrendas al Señor?
    4. ¿Cree usted que el dar ofrendas de agradecimiento nos hará pobres?
    5. ¿Cómo es beneficiada la iglesia local y mundial si damos ofrendas liberalmente? (pregunta para los ancianos o tesoreros de cada iglesia)
    6. ¿Cómo se siente usted cuando pasan los diáconos con los platos y usted no da sus ofrendas de gratitud? ¿Por qué?, si se siente triste es porque usted ama la causa de Dios; si su sentimiento es vergüenza, es porque usted da por un compromiso; si se siente como si nada sucedió, es porque para usted DAR no es parte de la adoración y es un mal agradecido con Dios; y, si usted no da porque cree que no es éste su deber, es porque usted es egoísta, y por tanto necesita contemplar la cruz de Cristo.
    7. Haga un llamado a la generosidad y gratitud para con nuestro Dios.

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 4. ¿POR QUÉ DIOS EMPLEA A LOS HOMBRES COMO LOS ENCARGADOS DE DISTRIBUIR SUS RECURSOS

    Dios no depende de los hombres para promover su causa. Podría convertir a los ángeles en embajadores de su verdad. Habría podido revelar su voluntad por medio de su propia voz cuando proclamó la ley desde el Sinaí. Pero ha elegido emplear a los hombres para que hagan su obra a fin de cultivar en ellos el espíritu de liberalidad. Cada acto de abnegación realizado en bien de otros fortalecerá el espíritu de generosidad en el donante, y lo vinculará más estrechamente con el Redentor del mundo, quien “por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8: 9). Y la vida puede ser una bendición para nosotros únicamente en la medida en que cumplimos el propósito divino para el cual fuimos creados. Todas las buenas dádivas que Dios hace al hombre constituirán una maldición a menos que éste las emplee para hacer felices a sus semejantes y para promover la causa de Dios en el mundo.-Review & Herald, diciembre 7, 1886. Resultado de la búsqueda de ganancias Este creciente apego por la obtención de dinero, el egoísmo engendrado por el deseo de ganancias, es lo que amortece la espiritualidad de la iglesia y aleja de ella el favor de Dios. Cuando la cabeza y las manos están ocupadas constantemente en planear y trabajar para acumular riquezas, los derechos de Dios y la humanidad quedan olvidados. Si Dios nos ha bendecido con prosperidad, esto no quiere decir que debemos apartar de él nuestro tiempo y atención para dirigirlos a las cosas que él nos ha prestado. El Dador es más grande que el don. Hemos sido comprados por un precio y por lo tanto no nos pertenecemos a nosotros mismos. ¿Hemos olvidado cuál fue el precio infinito pagado por nuestra redención? ¿Ha muerto la gratitud en el corazón? ¿La vida de Cristo no es un reproche para una vida de comodidad egoísta y complacencia?... Estamos cosechando los frutos de este sacrificio de abnegación infinita; y sin embargo, cuando hay que trabajar, cuando se necesita que nuestro dinero ayude a la obra del Redentor en la salvación de las almas, nos apartamos de nuestro deber y oramos para que se nos excuse. Pereza innoble, descuidada indiferencia, y egoísmo malvado sellan nuestros sentidos para que no veamos los derechos de Dios. “¡Oh! ¿Debe Cristo, la Majestad del cielo, el Rey de gloria, cargar con la pesada cruz, llevar la corona de espinas y beber la amarga copa, mientras nosotros descansamos cómodamente, nos glorificamos a nosotros mismos y nos olvidamos de las almas por las que murió para redimirlas mediante su sangre preciosa? No; demos mientras podamos hacerlo. Hagámoslo mientras tenemos fuerzas para hacerlo. Trabajemos mientras dura el día. Dediquemos nuestro tiempo y nuestros medios al servicio de Dios a fin de recibir su aprobación y su recompensa.” Review & Herald, octubre 17, 1882. “¿Qué estás haciendo por Cristo, mientras vida él te da? ¿Sembrando estás su Palabra o te hallas durmiendo quizá?; ¿Qué estás haciendo por Cristo, tu gran Rey y Señor? ¿Cuidas el alma afligida con gracia, ternura y amor? ¿Qué estás haciendo por Cristo? Pronto anochecerá. Ven sin tardar y trabaja, pues Cristo muy pronto vendrá. Él te dio su gracia; tú, ¿qué le darás?” (Tomado del Himnario Adventista, Himno # 367).

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 5. PRINCIPIOS CONFLICTIVOS DE CRISTO Y SATANÁS

    Los seres humanos pertenecen a una gran familia: la familia de Dios. El propósito del Creador era que los seres humanos se respetaran y se amaran mutuamente, y que siempre manifestaran un interés puro y abnegado en el bienestar mutuo. Pero Satanás se ha propuesto interesar a los hombres en primer término en sí mismos, y éstos al ceder a su control han desarrollado un egoísmo que ha llenado al mundo de miseria y lucha, y ha indispuesto a los hombres entre sí. El egoísmo es la esencia de la depravación, y debido a que los seres humanos han cedido a su poder, hoy se ve en el mundo lo opuesto a la obediencia a Dios. Las naciones, las familias y los individuos están deseosos de convertirse ellos mismos en la figura central. El hombre desea gobernar sobre su prójimo. Al separarse, en su egotismo, de Dios y de sus semejantes sigue sus inclinaciones desenfrenadas. Actúa como si el bien de los demás dependiera de la sujeción de éstos a su supremacía. El egoísmo ha introducido discordia en la iglesia y la ha llenado de una ambición no santificada... El egoísmo destruye la semejanza con Cristo y llena al hombre de amor propio. Conduce a un alejamiento continuo de la justicia. Cristo ha dicho: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5: 48). Pero el egoísmo no percibe la perfección que Dios requiere. . . Cristo vino a este mundo para revelar el amor de Dios. Sus seguidores deben continuar la obra que él comenzó. Esforcémonos por ayudarnos y fortalecernos mutuamente. La búsqueda del bien de los demás es el camino por el que puede hallarse la verdadera felicidad. El hombre no obra contra sus propios intereses cuando ama a Dios y a sus semejantes. Cuanto más desprendido sea su espíritu tanto más feliz será porque está cumpliendo el propósito de Dios para él. Así es como respira la atmósfera de Dios, la que lo llena de gozo. Para él la vida constituye un cometido sagrado que considera inestimable porque ha sido dado por Dios para ser empleado en el servicio por los demás. -Review & Herald, junio 25, 1908. Un conflicto desigual El egoísmo es el impulso humano más poderoso y más generalizado, y debido a esto la lucha del alma entre la simpatía y la codicia constituye una prueba desigual; porque mientras el egoísmo es la pasión más fuerte, el amor y la benevolencia son con mucha frecuencia los sentimientos más débiles, y por regla general el maligno gana la victoria. Por lo tanto, al dar nuestro trabajo y nuestros dones a la causa de Dios, es peligroso dejarse controlar por los sentimientos o el impulso. Los cristianos deberían actuar dirigidos por principios fijos siguiendo el ejemplo de abnegación y sacrificio dado por el Salvador.-Review & Herald, diciembre 7, 1886. La nota tónica de la enseñanza de Cristo La abnegación es la nota tónica de las enseñanzas de Cristo. Con frecuencia se impone este concepto a los creyentes con un lenguaje que parece autoritario, porque no hay otra forma de salvar a los hombres si no se los separa de su vida de egoísmo. Mientras Cristo vivió en el mundo hizo una correcta presentación del poder del Evangelio. . . A cada alma que sufra con él mientras resiste al pecado, trabaja por su causa y se niega a sí misma por el bien de otros, él le promete una parte en la recompensa eterna de los justos. Poniendo en práctica el mismo espíritu que caracterizó la obra de su vida, llegaremos a participar de su naturaleza. Al compartir esta vida de sacrificio por amor a otros, disfrutaremos con él la vida futura, "un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (2 Corintios 4: 17).-Review & Herald, septiembre 28, 1911.

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 6. DONDE CRISTO MORA HAY LIBERALIDAD

    Lectura: Hechos 4:32-35 Cuando el perfecto amor de Dios inunde el corazón ocurrirán cosas admirables. Cristo morará en el corazón del creyente como una fuente de agua que fluye para vida eterna. Pero los que manifiestan indiferencia hacia los que sufren serán culpados de indiferencia hacia Jesucristo en la persona de sus santos necesitados. Nada extrae del alma la espiritualidad con más rapidez que cuando se la rodea con el egoísmo y el cuidado de sí mismo. Los que complacen su yo y descuidan la atención de las almas y los cuerpos de las personas por quienes Cristo dio su vida, no están comiendo del pan de vida ni bebiendo del agua de la fuente de salvación. Están secos y sin savia, como un árbol que no lleva fruto. Son enanos espirituales que consumen sus recursos en sí mismos; pero no olvidemos que "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6: 7). Los principios cristianos siempre resultarán visibles. En mil formas se pondrán de manifiesto los principios interiores. Cristo morando en el alma es como una fuente que nunca se seca.-Review & Herald, enero 15, 1895. Cuando se entroniza a Cristo en el corazón Cuando Dios confía riquezas al hombre, lo hace con el fin de que adorne la doctrina de Cristo nuestro Salvador utilizando sus tesoros terrenales para promover el reino de Dios en nuestro mundo. Debe representar a Cristo, y por lo tanto no ha de vivir para complacerse ni glorificarse a sí mismo, ni para recibir honor a causa de su riqueza. Cuando el corazón es limpiado de pecado, Cristo es entronizado en el lugar que una vez ocupaban la complacencia de sí mismo y el amor a las riquezas terrenales. La imagen de Cristo se ve en la expresión del rostro. La obra de santificación prosigue en el alma. Desaparece la justicia propia. Surge el nuevo hombre, quien es creado según Cristo en justicia y verdadera santidad.-Review & Herald, septiembre 11, 1900. La victoria sobre la codicia y la avaricia Los ricos deberían consagrar todo lo que tienen a Dios, y los que son santificados por medio de la verdad en cuerpo, alma y espíritu también dedicarán a Dios sus posesiones y se convertirán en instrumentos para alcanzar a otras almas. Por medio de su experiencia y ejemplo manifestarán que la gracia de Cristo tiene poder para vencer la codicia y la avaricia; y la persona adinerada que somete a Dios los bienes que le han sido confiados será reconocida como un mayordomo fiel, y podrá demostrar ante otros que cada peso que posee lleva la marca y el sello de Dios.-Review & Herald, septiembre 19, 1893. Ejercicio: ¿Qué cambios cree usted que pueden ocurrir en su vida si Cristo mora en usted? ¿Cuándo Cristo mora en el corazón del hombre? ¿Qué sucedería si consagráramos todo lo que tenemos a Dios?

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 7. LA PREDICACIÓN DE SERMONES PRÁCTICOS.

    Dar para satisfacer las necesidades de los santos y para promover el reino de Dios es predicar sermones prácticos que testifican que los que dan no han recibido en vano la gracia de Dios. El ejemplo viviente dado por un carácter desprendido que sigue el modelo de Cristo, ejerce gran poder sobre los hombres. Los que no viven para sí mismos no emplearán hasta el último peso para satisfacer sus necesidades supuestas y para proveerse de lo que les conviene, sino que recordarán que son los seguidores de Cristo y que hay otros que necesitan alimento y ropa. Los que viven para complacer el apetito y los deseos egoístas perderán el favor de Dios y la recompensa celestial. Dan testimonio ante el mundo de que no poseen una fe genuina, y cuando procuren compartir con otros la verdad presente el mundo considerará sus obras como metal que resuena y címbalo que retiñe. Que todos demuestren su fe por medio de sus obras. “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17). “Mostrad, pues, para con ellos ante las iglesias la prueba de vuestro amor, y de nuestro gloriarnos respecto de vosotros” (2 Corintios 8: 24).-Review & Herald, agosto 21, 1894. El sermón más difícil El sermón más difícil de predicar y que ofrece más dificultad para ponerlo en práctica, es la abnegación. El codicioso pecador, el yo, cierra la puerta al bien que podría hacerse, pero que no se hace porque se invierte el dinero con propósitos egoístas. Pero es imposible que nadie pueda retener el favor de Dios y gozar de comunión con el Salvador, y al mismo tiempo ser indiferente con los intereses de sus semejantes que no tienen vida en Cristo y que perecen en sus pecados. Cristo nos ha dejado un ejemplo admirable de abnegación. . . Al seguirlo por el camino de la abnegación, levantando la cruz y llevándola tras él hasta la casa de su Padre revelaremos en nuestras vidas la belleza de la vida de Cristo. Junto al altar del sacrificio -el lugar designado de reunión entre Dios y el alma- recibimos de manos de Dios la antorcha celestial que escudriña el corazón y que revela la necesidad de que Cristo more en el interior.-Review & Herald, enero 31, 1907. Expande el corazón y une con Cristo Las ofrendas de los pobres, dadas con abnegación para ayudar y extender la preciosa luz de la verdad salvadora, no sólo tendrán olor agradable para Dios y serán plenamente aceptadas por él como un donativo dedicado, sino que el mismo acto de dar expande el corazón del dador y lo une más plenamente con el Redentor del mundo. El era rico pero por amor a nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza nosotros fuésemos hechos ricos. Las sumas más pequeñas dadas con gozo por los que tienen recursos limitados, resultan plenamente aceptables para Dios, y aun de mayor valor que las ofrendas de los ricos quienes pueden dar miles de pesos sin ejercer abnegación y sin sentir necesidad.- Review & Herald, octubre 31, 1878. Dando con gozosa presteza El espíritu de liberalidad cristiana se fortalecerá a medida que se lo ejercita, y no necesitará estimulación malsana. Todos los que poseen este espíritu, el espíritu de Cristo, con gozosa presteza llevarán sus donativos a la tesorería del Señor. Inspirados por su amor a Cristo y por las almas por quienes él murió, sienten una intensa urgencia por desempeñar fielmente su parte. - Review & Herald, mayo 16, 1893 . Cristo lo ha dado todo por ti y por mi, ahora, ¿qué le daremos?.

    MAYORDOMÍA CRISTIANA. TEMA # 8. LA VOZ DE LA CONSAGRACIÓN.

    "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando y preguntáis: '¿Qué te estamos robando?' Los diezmos y las ofrendas."Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me estáis robando. "Traed el diezmo íntegro al templo, y haya alimento en mi casa. Y probadme en esto —dice el Eterno Todopoderoso—, a ver si no os abro las ventanas del cielo, y vacío sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”(Malaquías 3:8-10). ¿Éste el lenguaje de vuestro corazón? "Soy tuyo por completo, mi Salvador; tú pagaste el rescate por mi alma, y todo lo que soy o lo que seré te pertenece. Ayúdame a adquirir recursos, no para gastarlos neciamente, no para complacer mi orgullo, sino para usarlos para gloria de tu nombre". En todo lo que hagáis, que vuestra preocupación sea: ¿Es éste el camino del Señor? ¿Agradará esto a mi Salvador? El dio su vida por mí: ¿Qué puedo dar yo por Dios? Puedo decir tan sólo: "De lo recibido de tu mano te damos" (1 Crónicas 29: 14). A menos que el nombre de Dios esté escrito en vuestras frentes -escrito allí porque Dios es el centro de vuestros pensamientos- no se os hallará en luz para que recibáis la herencia. Vuestro Creador ha derramado sobre vosotros todo el cielo en un solo don maravilloso: su Hijo unigénito. . . Dios extiende su mano sobre los diezmos tanto como sobre los donativos y las ofrendas, y dice: "Esto me pertenece. Cuando os confié mis bienes especifiqué que una parte debía ser vuestra, para suplir vuestras necesidades, y otra porción debía devolvérseme". Cuando reuníais vuestra cosecha y llenabais vuestros galpones y graneros para vuestra propia comodidad, ¿devolvisteis a Dios fielmente el diezmo? ¿Le presentasteis vuestros donativos y ofrendas para que su causa no sufriera? ¿Habéis cuidado de los huérfanos y las viudas? Esto constituye un ramo de la actividad misionera que por ninguna razón debería descuidarse. ¿No hay a vuestro alrededor pobres y dolientes que necesitan ropas abrigadas, alimento mejor, y sobre todo lo demás, lo que será más apreciado: simpatía y amor? ¿Qué habéis hecho por las viudas, los angustiados, que os piden ayuda para educar y preparar a los hijos o nietos? ¿Cómo habéis tratado estos casos? ¿Habéis procurado ayudar a los huérfanos? Cuando padres o abuelos ansiosos y preocupados os han pedido, y hasta os han rogado que consideréis sus casos, ¿los habéis rechazado con negativas insensibles e indiferentes? Si ha sido así, que el Señor se compadezca de vuestro futuro; porque, "con la medida con que medís, os será medido" (Mateo 7: 2). ¿Podemos admirarnos de que el Señor retenga su bendición cuando sus donativos son pervertidos egoístamente y mal usados? Dios está constantemente derramando sobre vosotros las bendiciones de esta vida; y si os pide que ayudéis en los diversos ramos de su obra, lo hace en vuestro propio interés temporal y espiritual, para que así reconozcáis que Dios es el dador de toda bendición. Dios, como Obrero principal colabora con los hombres en la tarea de proporcionar los medios necesarios para su mantenimiento; por eso requiere que ellos colaboren con él en la salvación de las almas. Ha colocado en manos de sus siervos los recursos necesarios para promover su obra en las misiones nacionales y extranjeras. Pero si tan sólo la mitad de la gente cumple con su deber, la tesorería carecerá de los fondos necesarios, y como resultado muchas partes de la obra de Dios quedarán incompletas. - Review & Herald, diciembre 23, 1890. Leer 2 Cointios. 9:6-9. La justicia de Dios permanece para siempre. Seamos fieles con nuestros Diezmos y Ofrendas. Que ninguno caiga en semejante ejemplo de infidelidad.

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