4 Mitos de la Mayordomia Adventista
“Pues ningún necesitado había entre ellos, pues los que poseían tierras o casa, vendiéndolas, traían el dinero correspondiente.” Hechos 4:34
Fue en la IASD que aprendí, teóricamente que mayordomía es salvar! Sin embargo es en la iglesia cristiana de los primeros siglos que verificamos, maravillados, la práctica diaria de una mayordomía que no solamente promovía la salvación sino que también transformaba la iglesia en un instrumento de transformación de la realidad socio-económica de la comunidad de creyentes.
Lo más interesante es que desde el libro de Hechos de los Apóstoles hasta el Apocalipsis, no encontramos ninguna instrucción o práctica de mayordomía del Antiguo Testamento, no porque las antiguas instrucciones financieras dadas al pueblo de Israel fueran imperfectas o no fueran divinamente inspiradas, sino porque las condiciones de la Iglesia se constituye de características y estructuras sociales bastante diferentes.
En términos de mayordomía como el instrumento idealizado por Dios para gestionar las finanzas de su pueblo o iglesia, nosotros, los adventistas, construimos muchos mitos en estos pocos años de existencia, y entre ellos enumeraremos sólo cuatro:
El mito de los modernos sacerdotes / levitas – Erróneamente queremos atribuir a nuestros pastores los derechos que poseían los descendientes de la tribu de Lev, sin embargo olvidamos que los Levitas los que fueron escogidos por Dios para una función religiosa especifica, fueron destituidos de herencia, lo que no ocurrió con las demás tribus, es decir, hoy nuestros pastores y departamentales tendrían que hacer votos de pobreza.
El mito de la dedicación exclusiva – Tenemos por norma impedir a nuestros pastores que ejerzan cualesquier otra actividad económica para su supervivencia. Teniendo este mito como verdadero tendríamos que concluir que el Apóstol Pablo jamás sería un pastor Adventista, pues además de ocuparse con la predicación del evangelio, él fabricaba carpas para conseguir medios de supervivencia, y no ser un parásito de la religión.
El mito de la Supremacía en la competencia – Nuestra organización no acepta los mejores profesionales, reconocidamente de la misma fe, si los mismos no poseen graduación en el teológico, es decir, cualquier cargo administrativo de la obra solamente puede ser ocupado por pastores.
El mito de la centralización financiera – Parte de todos los diezmos y ofrendas, recaudados en todo el mundo, acaban abarrotando los cofres de la Asociación General (en Estados Unidos de América), donde se dan lujos de que tengan iglesias que poseen órganos de un millón de dólares, escuela de aviación, lujosos museos, etc. Mientras allí ocurre eso, en muchas partes del mundo las mínimas y básicas necesidades son una constante en el cotidiano de las comunidades Adventistas.
Delante de este cuadro es fácil comprender la existencia del corporativismo, nepotismo y demasiadas injusticias, y aquellos que defienden la doctrina de los diezmos, como aún válida, lo hacen por ignorancia, o porque tiene algún pariente que usufructúa los privilegios ofrecidos por la Organización.
Un Abrazo,
Heráclito Fernandes da Mota
Reader Comments