SEXUALIDAD Y SER TOTAL
SEXUALIDAD Y SER TOTAL
Por: Raquel Welch
Hay una cierta mística que rodea al sexo. Es obvio que la sexualidad tiene más significación en nuestra vida que lavar los platos u otra actividad común. A causa de la curiosidad que despierta en gente de todas las edades, nuestra cultura hace mucha exposición de la sexualidad.
Los publicistas han descubierto su dinámica. El sexo vende. Por eso incluyen en sus avisos sutiles matices (y no tan sutiles invitaciones) sexuales para llamar la atención a sus productos. Ya sea de un musculoso caballero en ropa interior o de una rubia exhibiendo su bronceado en un sucinto bikini para publicitar loción bronceadora, los avisos captan nuestra atención y alimentan deseos latentes.
Sin embargo, lo que vemos y sentimos y lo que creemos que debe ser moralmente correcto no siempre coinciden. Siendo que el deseo sexual es parte de la necesidad de intimidad última, la gente soltera tiene y siempre tendrá que experimentar la puja entre la mente y el cuerpo, entre la expresión del deseo sexual y su control. ¿Debiéramos rendirnos y gratificar
Nuestros deseos sexuales innatos? ¿O debiéramos mantenemos de acuerdo con los ideales que el Creador nos ha presentado?
Aun en el caso de que no hubiera aspectos de la promiscuidad a considerar, pienso que la posibilidad del remordimiento debiera ser suficiente argumento como para rechazar la intimidad sexual antes del matrimonio. Tenemos que tomar en cuenta el afecto que nuestros actos producirán tanto sobre nuestro ser total como sobre la personalidad del otro.
Hace algunos años, un amigo me contó que mientras terminaba la facultad, él y su novia habían tenido relaciones. Al terminar sus estudios rompieron el noviazgo y siguieron caminos separados, que llevaron a cada uno a formar su hogar. Años después, cierto día mi amigo recibió una llamada de larga distancia de su antigua novia, quien le contó que cada vez que tenía relaciones íntimas con su esposo no podía pensar en él; le parecía estar con su novio de la facultad. No haría falta decir que mi amigo ya mucho más maduro que en sus días de facultad sintió un profundo remordimiento, un sentimiento de culpa y vergüenza. Se sentía responsable por haber violado el bienestar total de su amiga. El efecto de ese acto físico había invadido la esfera emocional, mental y espiritual de la vida de ella.
Lo importante de esta historia es que ambos recordaban, y los recuerdos traían sentimientos de culpa. Y la culpa altera el equilibrio emocional, esencial a la salud total, Ambos eran humanamente inferiores a lo que deseaban ser, inferiores al tipo de gente que el Creador esperaba que fueran. Ella, Ingenua, había sido usada. Aunque tal vez pensó que estaba logrando una personalidad más completa, resultó estar más cerca de ser un objeto que una persona. Y su amigo era culpable de manipulación, de usar a una persona como a una cosa, de no ver en ella la misma dignidad que Dios veía,
Conozco a una chica universitaria que ocasionalmente siente la necesidad de un compañero de habitación. De manera que busca y encuentra a un amigo circunstancial y obtiene la compañía que desea. Vive por debajo del ideal que Dios tiene para ella y por eso lleva una vida menos digna de la que podría llevar si se auto valorara. Sé que arrastra consigo una enorme carga de culpa. Sus actos la llevan a hacer una cosa de sí misma y de sus temporarios compañeros.
Dios nos creó como personas totales. Juntamente con el cuerpo nos dio el intelecto, la personalidad y el espíritu. Nos hizo sujetos, no objetos. Esta es la razón por la que el sexo que considera a la gente como cosa es tan perjudicial, Y en última instancia, no importa cómo la gente pueda racionalizar hoy sus acciones, más tarde tendrá que vérselos con la culpa y los tristes recuerdos. La culpa puede destruir el equilibrio integral, quizá para siempre.
Cuando se le preguntó a Raque¡ Welch cuál era la zona erógeno más sensible, respondió señalando su cabeza. Sospecho que ella conocía muy bien la dinámica de la sexualidad. Su respuesta era ciertamente correcta. Inevitablemente, toda acción comienza en la mente. Nuestras hormonas no deberían hacer decisiones por nosotros. Debiéramos ser conscientes y pensar en las consecuencias de nuestros actos antes de actuar precipitadamente,
Las relaciones integrales, que promueven la felicidad total de quienes participan de ellas, son del tipo que Dios espera para nosotros, ¿Por qué habríamos de conformamos con menos? ¿Por qué habríamos de disminuir la calidad de nuestras vidas tomando parte en cosas que traerán culpa, des- engaño e infelicidad?
El sexo siempre será una tentación para la gente soltera, pero no hay razones para convertir la tentación en causa de remordimiento. Es cierto que Dios perdona nuestros errores y aun nos ayuda a enfrentar las consecuencias. Pero los recuerdos permanecen. Ni siquiera Dios puede quitar de nosotros los malos recuerdos, muy a su pesar. Los recuerdos negativos conspiran contra un futuro pleno y feliz. Lo que está en nuestra mente es porte de nosotros. ¿Por qué habríamos de fracturar innecesariamente nuestro ser interior? ¿Y por qué habríamos de resquebrajar el alma de otra persona?
Reader Comments (1)
El sexo trae implicaciones morales y espirituales, pero todo depende de la mentalidad de la gente, para muchas personas es algo cotidiano y pueden hacerlo sin que aparezcan esas ideas de remordimiento. Para mí el sexo es una vinculación muy especial y debe hacerse con una persona que realmente se ama, por supuesto que no todos piensan igual y en parte es lo bonito del mundo.