8 PRINCIPIOS PARA UNA SALUD ÓPTIMA
OCHO PRINCIPIOS PARA UNA SALUD ÓPTIMA
Los doctores Lee S. Beck, de la Universidad de Loma Linda, y W. F. Fry, de la Universidad de Stanford, descubrieron mediante investigaciones controladas que en las personas que sonríen, gozan de la vida y son felices, se pueden observar cambios mensurables en sus sistemas de inmunización, es decir, en la capacidad para defenderse eficazmente de las enfermedades que constantemente intentan invadir el organismo, porque la mente y el cuerpo operan íntimamente unidos.
Esta relación vital, descubierta hace poco, ya estaba asentada en las Escrituras desde hace tres mil años: "El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos" (Proverbios 17:22). Y según San Juan, el deseo de Dios para nosotros es el siguiente: "Amado... (3 S. Juan 2).
Brevemente presentaremos ocho principios esenciales --naturales-- que tienen que ver con la buena salud.
1. El aire puro es fundamental. Tanto durante el día como mientras dormimos, la ventilación adecuada de nuestro hogar y del lugar donde trabajamos asegurará que nuestra sangre lleve la cantidad suficiente de oxígeno a todo el cuerpo. El aire que respiramos debe ser tan puro como sea posible. Si el aire es limpio, respirar profundamente varias veces por la mañana y caminar vigorosamente es una excelente manera de oxigenar el organismo. No nos expongamos al humo, los gases o las bacterias que suelen contaminar el aire.
2. La luz del sol. Los beneficios de la luz del sol son numerosos. Quince a treinta minutos de exposición a la luz del sol temprano en la mañana o por la tarde, ayudarán al cuerpo a elaborar la vitamina D, un elemento esencial para la vida. La vitamina D ayuda a la sangre a producir calcio y fósforo, que fortalecen y reparan los huesos. La luz del sol actúa como desinfectante y elimina las bacterias y los gérmenes. Exponerse al sol del mediodía después de un viaje en avión que cruza diferentes zonas horarias, ayuda al cuerpo a ajustarse al cambio de hora. La luz provee la energía por la cual las plantas convierten el dióxido de carbono y el agua en carbohidratos. Sin este proceso los animales y los seres humanos morirían de hambre. Tenemos una palabra de advertencia, sin embargo. La prolongada exposición de la piel a la luz del sol aumenta el riesgo de cáncer, acelera el proceso de envejecimiento, puede dañar los ojos y causar cataratas.
3. El descanso. En general, nos preocupamos mucho de gozar siempre de buena salud, o por lo menos de no sufrir molestias. Cuando algo nos duele, solemos tener a mano la tableta o la píldora que quita el dolor y que suprime los síntomas, y así podemos seguir con nuestro ritmo acostumbrado. Los síntomas que queremos eliminar, a menudo son la manifestación de los esfuerzos que está haciendo el organismo para combatir la enfermedad. La fiebre, la congestión, el cansancio, suelen ser evidencias de que el cuerpo está trabajando decididamente para sanarse. A veces nos olvidamos que el cuerpo necesita descansar para repararse a sí mismo. Necesitamos hacer un alto en el ciclo del trabajo, y tomar un día de descanso por semana, y vacaciones anuales o semi anuales, que constituyen una buena oportunidad de romper la rutina. Recargar las baterías espirituales también es importante para la salud física. Unos momentos dedicados cada día al estudio de las Escrituras y la oración, sanan el cuerpo y el alma.
4. El ejercicio. En la obra sobre el tema, titulada Una Guía para la Salud, encontramos lo siguiente:
"1. El ejercicio ayuda a normalizar la presión de la sangre.
"2. Permite que más cantidad de sangre llegue a todas las partes del cuerpo, para que las extremidades se conserven con buena temperatura.
"3. Alivia las tensiones físicas y emocionales, de manera de poder disfrutar más de la vida. El ejercicio es, por lo común, la mejor manera de aliviar la preocupación y curar el estrés.
"4. Provee energía eléctrica al cerebro y a las células nerviosas. Preserva la salud porque le ayuda al sistema de inmunización a funcionar debidamente. También le ayuda a la mente a pensar en forma más creativa y eficaz.
"5. La gente que hace ejercicio, generalmente se mantiene en su peso normal.
"6. Aumenta la cantidad de energía, contribuyendo a retardar el cansancio físico y la tensión emocional.
"7. Le ayuda al cerebro a producir endorfinas, una hormona que proporciona una sensación de bienestar y que aumenta la resistencia al dolor".
Esta lista parcial de beneficios debería convencernos de que es tiempo de dejar a un lado las excusas y comenzar a hacer ejercicios. Comience lenta y gradualmente, aumentándolos a medida que dispone de más resistencia. Pero, consulte a su médico antes de comenzar a hacer ejercicios. La presión sanguínea alta y el exceso de colesterol pueden ser peligrosos cuando se comienza un programa de ejercicios.
5. El uso abundante de agua por dentro y por fuera. El agua es esencial para el buen funcionamiento de todas las células del cuerpo. Es un solvente natural; el medio más perfecto para la limpieza interna y externa.
Citamos de nuevo la obra mencionada: "El organismo necesita cada día más de dos litros de agua para llevar a cabo sus funciones. Algunas de ellas son la circulación de la sangre, la expulsión de los desechos, el traslado de los nutrientes (sustancias alimenticias) y la digestión. Parte del agua que necesitamos viene con los alimentos que ingerimos.
"Cada uno de nosotros tiene en promedio entre quince y cuarenta millones de células cerebrales, compuesta cada una de ellas de 70 a 85% de agua. Si les proporcionamos suficiente cantidad de agua, estarán alertas mentalmente y de esa manera se prevendrá la depresión y la irritabilidad.
"Además del agua que bebemos, es importante que tomemos cada día un baño tibio o una ducha tibia para mejorar la circulación y proporcionarle energía al cuerpo y a la mente. Los baños y las duchas también pueden tranquilizar los nervios alterados; si éstos se mantienen irritados, pueden producirse enfermedades por el debilitamiento del sistema de inmunización".
6. Alimentación apropiada. En ocasión de la creación Dios le proveyó a Adán y Eva un régimen de alimentación compuesto por nueces, granos y frutas (Génesis 1:29). Después de la entrada del pecado, a este régimen se le añadieron las verduras (Génesis 3:18). Recién después del diluvio el Creador agregó "carnes limpias", es decir, las de determinados animales.
Está científicamente demostrado que la gente que se atiene a un régimen vegetariano equilibrado es más sana y vive más tiempo. Por eso, muchos expertos en nutrición y salud recomiendan que se vuelva al régimen original de alimentación de la humanidad, es decir, al consumo de nueces, cereales, leguminosas, frutas y verduras. La carne de los animales contiene grasas saturadas y colesterol, lo que aumenta el riesgo de la alta presión de la sangre, los paros cardíacos, las enfermedades del corazón, el cáncer, la obesidad, la diabetes y otras dolencias.
7. Abstención de todo producto perjudicial. Las Escrituras nos amonestan (sólo por citar un ejemplo) claramente en contra del consumo de bebidas alcohólicas. "El vino es... (Proverbios 20:1). "¿Para quién las quejas?... (Proverbios 23:29, 30).
8. Confianza en el poder divino. A alguien le podrá parecer extraño que incluyamos un factor como éste en la lista de los remedios naturales, pero los siete que hemos presentado previamente carecerían de valor sin este octavo. Recordemos la causa básica del bienestar: "Bendice, alma mía... (Leer Salmos 103:2-4).
David Larson, un consultor del Instituto Nacional de Salud Mental, hizo una extensa investigación acerca de la relación que existe entre la religión y la salud. Se sorprendió al descubrir que los que concurren a la iglesia viven más que los que no lo hacen. Los fieles tienen un índice reducido de enfermedades cardiovasculares, arteriosclerosis, presión alta y otros males.
La aplicación de estos ocho remedios naturales te permitirán gozar de mejor salud física, mental y espiritual, y estar mejor preparado para salir al encuentro del Señor en ocasión de su segunda venida a este mundo.
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