¿No le amas por eso, padre?
Un domingo por la noche un padre llamó a los pequeños para ver que habían aprendido en la escuela Dominical. El no era cristiano pero lo era su esposa, y sentía gozo oyendo como sus hijos contaban, al final de aquella jornada tan feliz para ellos, lo que habían aprendido. Con sus maneras sencillas los niños empezaron a referir lo que el maestro les habían enseñado.
Dijeron que Jesús fue a preparar un lugar de gloria en los cielos para aquellos que tenían que creer en El. La niña más pequeña miraba a su padre con unos ojos muy abiertos mientras sus otros hermanos contaban la historia y después de unos momentos le dijo: "Seguramente Jesús debía de amarnos muchísimo cuando hizo todo esto por nosotros, ¿no le amas tú por eso?"
Luego prosiguieron contando de sus sufrimientos, y escarnios, como fue maltratado y de que manera debió sufrir; también dijo en esta ocasión la niña: "¿Padre, no le amas tu por eso?"
Y por último sus hermanitos contaron al padre, la terrible escena de la cruz, donde Jesús murió en medio de la burla de los hombres, y por última vez la niña dirigió una mirada dulce a su padre y le volvió a decir: "¿Papá, no le amas tú por eso?"
El padre no pudo resistir más, apartó a sus pequeños y se ocultó de ellos para que no vieran sus lágrimas. No mucho tiempo después aquel hombre fue convertido en un hijo de Dios.
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