Ganador Inspiracion
Saturday, April 25, 2009 at 3:00PM
Tienes que creer en ti mismo cuando nadie mas lo hace. Eso es lo que te hace un ganador
- Venus Williams
Después de la boda viene el matrimonio Sermon
Friday, April 24, 2009 at 2:49PM
Después de la boda viene el matrimonio
Nancy Van Pelt
Cuando pasó por la puerta de la iglesia, pensé que era el hombre más buen mozo y atractivo que había visto en toda mi vida. Harry estaba apostado en la base naval cercana a mi ciudad natal. Durante nuestra primera cita fuimos a presenciar un espectáculo aéreo que incluía una feria. Nos pusimos a jugar tratando de echar monedas dentro de unas vasijas que podíamos ganar como premio, si lográbamos que las monedas cayeran en el interior de las mismas. Ganamos un par de vasijas, y nos dijimos bromeando que las usaríamos en nuestra casa cuando nos casáramos y fuéramos de misioneros a tierras remotas.
Continuamos saliendo juntos y nos fuimos enamorando cada vez más. Llegado el momento, Harry hizo detonar la famosa pregunta y así se dio inicio a la fiebre de la boda, la cual se realizó en la casa de mis padres, que tenía vista al mar. El organista tocó las primeras notas de la Marcha Nupcial de Lohengrin y yo bajé la escalinata que conducía hacia el pasillo central del jardín. Aunque la niñita de las flores comenzó a llorar y se rehusó a esparcir los pétalos de rosas, nuestra boda fue como la de un de cuento de hadas. La ceremonia se desarrolló sin incidentes. Era un hermoso día y todo el mundo coincidió al decir que el nuestro había sido un casamiento muy hermoso y romántico. Pero después de la boda viene el matrimonio.
El golpe de la realidad
La mayoría de las parejas descubre que a los pocos días después de la luna de miel, la realidad golpea veloz y profundamente. Así es; los novios comparten eufóricos todo el entusiasmo de establecerse en su primera casa, pero deben estar preparados para la desilusión que pueden sufrir después: se esfuman la dicha y el encanto del interés indiviso que se habían estado prodigando mutuamente hasta ese momento. De ahí la expresión “la luna de miel se acabó”.
El novio sufre aun más severamente la desilusión que la novia. Los flamantes maridos tienden a echar de menos la pérdida de libertad y se sienten asediados por sus nuevas obligaciones como dueños de casa y las preocupaciones financieras. Y las flamantes esposas tienden a desilusionarse cuando sus maridos comienzan a considerarlas como si fueran propiedad asegurada. Caen las máscaras que cada uno se puso antes del matrimonio y se manifiesta la persona como es, con su modalidad y temperamento reales.
El primer año es generalmente el más ríspido de la mayoría de los matrimonios. La mitad de ellos admiten que atraviesan serios problemas conyugales y que el aumento del número de discusiones que sostienen después del casamiento es dramático. También tienden a ser más críticos hacia su pareja “perfecta” de otros tiempos y se vuelven más rigurosos al evaluar sus sentimientos de confianza propia.
Durante los primeros doce meses, un matrimonio tiene que enfrentar la mayoría de los problemas con una experiencia mínima. Para ser veraz, debo admitir que el futuro del matrimonio depende del ajuste que tiene lugar precisamente durante esa época. El tiempo de mayor aprendizaje para una pareja son las primeras seis semanas posteriores a la boda. Gradualmente aprenden que deben compartir a su compañero o compañera. En otras palabras, no pueden monopolizar el cien por ciento de su interés, afecto, o atención. Jefes, padres, amigos y parientes demandan que se les dedique tiempo.
Además, dentro de esta etapa de desilusión, la joven esposa puede sorprenderse al descubrir que su novio, habitualmente bien aseado, ahora se levanta como su marido de mal aliento y barba crecida. Y cuando ella le quita la frazada de noche y rechina los dientes lo pone fuera de sí a él. Aun cuando la mayoría de las parejas son lo suficientemente realistas para comprender que atender una casa lleva tiempo, no estiman de manera realista el tiempo y esfuerzo que se requiere para hacer compras, cocinar y atender una casa de familia además de un sinnúmero de otras tareas.
Lo que nos salva de la desesperación es que tendemos a soñar con la felicidad en lugar de ponernos a pensar en lo trabajoso y fatigoso que es el matrimonio. Si nos detuviéramos solamente en el aspecto de lo rutinario que es, ¡ninguno de nosotros se hubiera casado! El hecho de que seis de cada diez matrimonios en los Estados Unidos se disuelve prueba que la desilusión se produce temprano, fuerte y rápidamente.
Sin embargo, a medida que se va adquiriendo experiencia personal, uno se da cuenta que su matrimonio sobrevivirá a pesar de los desacuerdos que se produzcan. Y también se aprende a admitir que algunas discusiones son inevitables. Se puede ser amigos y quererse, aunque no siempre haya coincidencia en todas las cosas. Cuando se llega a ese punto, uno suele preocuparse menos por las pequeñeces esporádicas y pensar que suelen suceder aun en las mejores relaciones.
Cada año que vivan como pareja aumentan las posibilidades de permanecer casados. Al llegar al quinto aniversario, las posibilidades de divorcio comienzan a reducirse cada año.
¿Qué hace felices a las parejas?
Es difícil aislar los factores que hacen que una pareja sea feliz. Pero la manera en que reaccionas tú ante tu cónyuge y viceversa en tres áreas básicas, en gran medida determina el nivel de tu propia felicidad. Esas áreas son: 1) Tus expectativas futuras. 2) Patrones de comunicación mutua. 3) Manera en que la pareja toma decisiones y resuelve sus diferencias.
Expectativas. Es importante que ustedes clarifiquen sus expectativas bien temprano en el matrimonio. Todo lo bien que se lleven en el futuro se determinará por lo bien que comprendan sus mutuas expectativas, poniéndose de acuerdo sobre ellas con anticipación. Cuando tú y tu compañero o compañera coinciden pueden enfrentar el futuro con confianza, haciendo cada uno su parte. Al final, disfrutarán resultados mutuamente satisfactorios debido a los esfuerzos compartidos. Si tú quieres una casa de sólo un piso y tu pareja desea una de dos pisos, se encontrarán que están confrontando propósitos cruzados.
Las mutuas expectativas se centran generalmente en cinco áreas básicas: a) cómo deseas que se te trate; b) cómo crees que tu pareja quiere que se la (lo) trate; c) cuáles crees tú que son tus responsabilidades y derechos; d) cuáles crees tú que son las responsabilidades y derechos de tu cónyuge; y e) qué esperas del matrimonio a largo plazo.
Algunos matrimonios jóvenes niegan que ellos tienen tales expectativas o piensan que pueden modificarlas ante cualquier situación que surja. Pero las expectativas no pueden ser modificadas tan fácilmente. Se acumulan a través de toda la vida y llegan a formar parte íntima de uno y el cambiarlas podría ser sumamente difícil. Tus expectativas forman parte de ti como la respiración. Así como tú no te das cuenta que estás inhalando o exhalando, tampoco te das cuenta cuán profundamente tus expectativas se han convertido parte de tu ser.
Cuantos más cambios necesiten producirse, tanto más difícil será concretarlos; cuantos menos cambios tenga que hacer un matrimonio acerca de necesidades económicas, sociales, personales y religiosas, tiene más posibilidades de obtener el éxito. El matrimonio que requiere muchos cambios por provenir sus cónyuges de medios culturales muy diferentes, tiene mayores probabilidades de fracasar.
Entonces tiene sentido aclarar todas las expectativas amplia y honestamente antes de la boda. Si las expectativas están en conflicto, ustedes tendrán que descubrir la manera de hacer ajustes, aceptarlas o descartarlas. Se debe abandonar la idea que tienen algunos de que “mi manera de hacer las cosas es la única que funciona” y en cambio aceptar que hay varias maneras de hacer una cosa.
Obviamente, cuanto más se aclaren antes del casamiento las expectativas que se tengan, menos aclaraciones se necesitarán después. Sin embargo, aunque traten cuantas puedan, siempre habrá algunas que no se han previsto. Quedarán pendientes todavía muchos ajustes; pero en esto consiste el matrimonio: el de unir dos sistemas familiares diferentes en la forma de pensar, sentir y actuar, y tratar de integrarlos en una relación armoniosa.
Comunicación. Si tú y tu esposa o esposo quieren aprender a llevarse bien, deben desarrollar un sistema de comunicación que permita que cada uno pueda comprender cómo se siente el otro en relación con cada aspecto de la convivencia. Idealmente, el esposo y la esposa debieran ser capaces de tratar cada tema de interés o preocupación mutuos. Sin embargo, las parejas aprenden rápidamente que ciertos tópicos generan temor, ansiedad, duda o enojo. A pesar de ello, cuanto menos de estos asuntos queden fuera de la discusión, tanto más plena y satisfactoria será la comunicación de ustedes.
Cuando se traen al tapete las emociones como tema de discusión, éstas pueden ser analizadas como lo que son: sentimientos. Los sentimientos no son malos de por sí. Son pasajeros por naturaleza y nosotros no seríamos humanos sin ellos. La pregunta importante es si es apropiado que esos sentimientos sean expresados en ese preciso momento.
He aquí algunos lineamientos para expresar sentimientos de manera apropiada:
Habla sin enojo u hostilidad. Baja el tono de la voz en lugar de elevarlo.
Exprésate con claridad y específicamente. Piensa a medida que hables y aclara lo que quieres decir.
Ten una actitud positiva y demuestra agradecimiento. No caigas en una actitud inquisitiva, acusadora, enjuiciadora, generadora de apelativos y otras cosas negativas.
Trata de ser cortés y manifestar respeto hacia la opinión del otro, aun cuando no estés de acuerdo.
Demuestra sensibilidad hacia las necesidades y sentimientos del otro.
Y ahora, algunos principios para ser un mejor oyente:
Manifiesta interés por tu cónyuge. Debes mantener tu mirada en contacto con la de tu compañero o compañera con una sonrisa o con un movimiento de cabeza.
Usa frases apropiadas para mostrar que estás de acuerdo, que tienes interés y estás entendiendo lo que escuchas.
Formula preguntas bien elaboradas que denoten atención y buen ánimo al hacerlo.
Cuando creas que terminaste de escuchar, tómate otros treinta segundos más.
Recomendaría que todos los recién casados eviten tener televisión durante su primer año de casados, pues el mirar televisión les robará muchas horas que podrían dedicar a comunicarse y perder la oportunidad de desarrollar un vínculo más estrecho. Es esencial que durante ese primer año, tan importante, tejan juntos un firme lazo de intimidad que se preserve por medio de una buena comunicación.
Haciendo decisiones y resolviendo desacuerdos. Antes de la boda, es muy probable que no te imaginabas ni a ti ni a tu pareja riñendo, discutiendo o incurriendo en actitudes mutuamente derogatorias. Es posible que se lo hayas visto hacer a tus padres y es probable que te prometiste que cuando te casaras nunca harías eso. Y cuanto más joven eres tanto más fácil es que esperes resolver cada problema con buen ánimo y amabilidad.
Sin embargo, mientras te adaptas a la rutina de la vida conyugal, tendrás que tomar decisiones relativas a la vida diaria, el funcionamiento mutuo y los objetivos mayores compartidos. Y cada vez que hagas una decisión, estarás estableciendo una referencia futura. En otras palabras, cuando te encuentres con una decisión similar, no volverás a las negociaciones previas; lo más probable es que te basarás en la decisión tomada anteriormente.
Pero, ¿cómo se logran las decisiones? ¿Puede uno hacer la decisión y tratar de ganarle al otro automáticamente? ¿Siempre debe ceder uno de los dos? Los recién casados se sienten impactados cuando se dan cuenta de que es absolutamente básico para su relación ventilar los sentimientos en voz alta cuando están por tomar una decisión. A menos que cada uno verbalice sus sentimientos, nunca comprenderán los sentimientos subyacentes por causa de los cuales disienten.
No es el disenso, sino el patrón de conducta que estableces durante las primeras semanas y meses de tu matrimonio, en tu intento compartido de manejarlos, lo que realmente importa. He aquí algunos asuntos para recordar:
Disponte a estudiar juntos cualquier problema que surja.
Trata de resolver las diferencias sin establecer que uno está “correcto” y que el otro está “equivocado”.
Evita los arranques de ira. El “levantar presión” raramente produce resultados positivos. El enojo surge casi siempre cuando nuestra autoestima es amenazada. En lugar de mostrarte airado, sería mucho mejor reconocer ese sentimiento de enojo e intentar descubrir por qué es tan necesario defenderse tanto. Los gestos románticos y palabras amorosas son depósitos en el banco del amor, los arranques de enojo hacen enormes extracciones. Vigila que tu cuenta no se quede sin fondos.
La crisis de los suegros
Los problemas con los suegros están a la cabeza de las áreas conflictivas de los recién casados. Más que cualquier otro problema, los desacuerdos vinculados a los suegros afectan los primeros años del matrimonio.
A los padres les resulta difícil dejar ir a un hijo o una hija, a los cuales han cuidado durante tanto tiempo. Durante las primeras semanas y meses de casamiento, ambas parejas de padres observan el agregado a la familia y juzgan de acuerdo con sus propios niveles de exigencia. Algunos estudios realizados muestran que la madre del esposo puede representar el mayor problema, porque ella se identifica más cercanamente con la función de la esposa y puede volverse crítica de la manera en que otra mujer cumple una función que ella ha manejado exitosamente por años.
Estas son algunas sugerencias que pueden ayudar:
1. Establezcan su propio hogar después del casamiento. No vivan con sus padres, ni siquiera temporariamente. No es posible desarrollar intimidad en la casa de otro, aun cuando los padres prometan dejarlos solos. El vivir con los padres hace que ustedes sientan que no han crecido lo suficiente todavía y pueden sentirse restringidos en muchos aspectos, hasta en el aspecto sexual.
2. Esmérense en el establecimiento de una buena relación con sus suegros. El flamante esposo podría enviar un ramo de flores a su suegra para su cumpleaños. La nuera podría enviarle a su suegra un regalo para el Día de la Madre. Invítenlos a cenar o a salir de noche. Las recompensas pueden ser grandes. Si tratan a sus suegros como amigos, van a descubrir que ellos los van a tratar a ustedes del mismo modo.
3. Acepten a sus suegros como son. Es posible que a ustedes les gustaría hacer algunos cuantos cambios en ellos, pero ocurre que a ellos también les gustaría hacer algunos cambios en ustedes. Concédanles tiempo para ajustarse a ustedes y a la pérdida de su hijo o hija.
Y nunca, nunca, nunca...
discutas las faltas de tu marido o esposa con tus padres;
cites a tu familia o pongas a tus familiares como modelos ante tu cónyuge;
des consejos a tus suegros a no ser que ellos te lo pidan;
hagas de un viaje a casa de tus suegros tus vacaciones;
amenaces con un “Me voy a casa de mamá” o realmente lo cumplas.
Cuando visites a tus suegros, procura que las visitas sean cortas. Si ellos te dan consejos, acéptalos cortésmente. Si te resultan adecuados, síguelos. Y si no, ignóralos. Entra en el matrimonio con una actitud positiva hacia tus suegros. Determínate a gozar de tu familia política.
La última palabra
Harry y yo experimentamos numerosos problemas en nuestros primeros años de casados. Aunque no éramos quinceañeros o adolescentes, eramos jóvenes, ingenuos e ignorantes de las disciplinas de la vida conyugal. Tratamos de resolver nuestro problemas a nuestro modo, pero no funcionó muy bien.
Ibamos a la iglesia fielmente, compartíamos el culto familiar con nuestros hijos y hacíamos todas las buenas cosas que se supone que todos los cristianos deben hacer. Pero las cosas no mejoraban. Si no hubiera sido por nuestra fe en ese momento, hubiéramos tirado todo por la borda, creyendo que no valía la pena conservar lo que tuvimos juntos, que hubiera sido mejor seguir cada uno por su camino y no seguir atormentándonos más.
Pero la fe cristiana en la que habíamos crecido nos retuvo y no nos permitió hacer eso. Hoy nos hemos afianzado más fuertemente que nunca en el amor del Señor y en el amor del uno para con el otro, lo que nos ayudó a encontrar la solución a nuestros problemas. Aprendimos que sacamos de nuestro matrimonio lo que ponemos en él.
Un matrimonio feliz requiere valentía, determinación, honestidad y sí, ¡una dosis de buen humor! Si tú puedes aprender a divertirte con los errores, el Cielo promete enviar un escuadrón de limpieza para barrer las piezas rotas y darle a tu matrimonio un comienzo fresco, renovado.
Nancy van Pelt es una profesional de vida familiar y autora de 22 libros, de los cuales el más reciente es Highly Effective Marriage. Van Pelt vive en: 493 Timmy Ave., Clovis, California 93612-0740, E.U.A. E-mail: vanpelt5@juno.com. Sitio en la web: heartnhome.com
Dos culturas: Un matrimonio Matrimonio
Friday, April 24, 2009 at 2:48PM
Dos culturas: Un matrimonio
Reger C. Smith
Ocurre todo el tiempo. Una mujer caucásica se casa con un hombre coreano. Un estudiante misionero norteamericano rubio va a Japón, se enamora allí de una joven oriental y la trae a su casa para que ella conozca a sus padres. Un estudiante de la India en los Estados Unidos ata el nudo conyugal con una condiscípula etíope.
Tales matrimonios con entrecruzamiento cultural están aumentando en número, al mismo tiempo que las barreras a tales uniones están disminuyendo en gran parte del mundo. ¿Pero qué ocurre en un matrimonio intercultural? ¿Qué impacto tienen en el matrimonio los factores ambientales de entrecruzamiento cultural? ¿Qué pasa con los hijos? ¿Qué efecto tienen dichos matrimonios en la experiencia religiosa? ¿Qué factores pueden contribuir al éxito de los matrimonios interraciales?
Dinámicas de los matrimonios interraciales
Genéticamente hablando, no hay impedimentos físicos para un matrimonio interracial. Por lo tanto, los factores que favorecen u obstruyen el éxito de los matrimonios mixtos en comparación con los que ocurren dentro del mismo grupo no son genéticos, sino que son enseñados y aprendidos por individuos que viven en una comunidad. Los grupos y los individuos hablan a través de declaraciones implícitas y generalmente no escritas que se convierten en presiones culturales —”lo que se debe” y “lo que no se debe”—, que pueden afectar las decisiones de los miembros de la futura pareja antes del matrimonio y la calidad de éste después del mismo.
Cuando los individuos llegan a la etapa en la que eligen al compañero o compañera de la vida, hacen frente a una cantidad de otras tareas propias del desarrollo. Generalmente están en la época de completar sus estudios y de preparación para una carrera y avanzan hacia la independencia y la adultez, aunque las diferentes culturas pueden asignarles significados diversos a tales términos. Se hallan en el proceso de descubrir su papel o rol individual, tanto en términos de sexo como de responsabilidad individual, el cual puede complicarse al cruzar fronteras étnicas, puesto que las diversas culturas tienen diferentes maneras de definir tales roles, particularmente cuando interactúan con el sexo.
Cada cónyuge trae a la unión marital una lista (no escrita, por supuesto) de qué hacer o no hacer, qué decir o no decir, en un matrimonio. Estas listas individuales aprendidas en diferentes ambientes culturales o raciales, pueden diferir tanto que resulten inevitables los malentendidos y conflictos. Cuando las diferencias raciales o culturales se suman a las diferencias familiares, regionales y de clase, aumenta la posibilidad de que haya problemas. Aun las diferencias culturales pequeñas pueden causar malentendidos de importancia. He aquí algunos ejemplos comunes:
Revelación. La cultura dicta a menudo qué clase y cuánta información personal debiera revelarse entre los cónyuges y a aquellos que están fuera del círculo del matrimonio.
Demostración de afecto. ¿Cuánto afecto y qué formas de afecto son permisibles entre los cónyuges, ya sea en privado o en público? ¿Qué demostración de afecto es apropiado entre uno de los dos cónyuges y un amigo o amiga fuera del matrimonio?
Papel de los sexos. ¿Cuán rígida es la división entre actividades “masculinas” y “femeninas” dentro y fuera de la casa?
Actividades en tiempo libre. ¿Cómo comparten los cónyuges su tiempo libre? ¿Cuánto tiempo libre debiera disfrutarse sin el cónyuge?
Etnocentrismo. Es la tendencia de considerarlo todo desde el punto de vista de uno, lo cual, por supuesto, está condicionado por el trasfondo cultural de uno. Por ejemplo, cuando un norteamericano habla de la altura “normal” de una persona, esto podría significar alrededor de 1,80 metros (5 pies y 10 pulgadas). Pero para un japonés, “normal” puede significar otra cosa. La cantidad normal de comidas diarias puede referirse a tres en una cultura y a dos en otra. El hecho de que una esposa sea dependiente puede ser una virtud en una cultura, mientras que puede considerarse con desaprobación en otra.
Otras diferencias potencialmente problemáticas incluyen las relaciones con los padres y la familia política, la toma de decisiones entre los cónyuges y la crianza y disciplina de los hijos.
Estos y otros asuntos similares debieran discutirse con cuidado antes del matrimonio. Tales discusiones traerán a luz los sentimientos y expectativas de la pareja, los que entonces podrán analizarse libremente.
Impacto ambiental sobre el matrimonio
Las sociedades difieren en su aceptación de los matrimonios mixtos. Las diferencias culturales están llegando a ser cada vez más políticas en muchas partes del mundo. Aunque tal vez no existan barreras legales contra los matrimonios interraciales, continúan el prejuicio y la discriminación. Estos pueden incluir vivienda, oportunidades de trabajo, ambiente de trabajo, bromas, miradas fijas y comentarios groseros u ofensivos.
En una sociedad como la norteamericana, cuanto mayores sean las diferencias percibidas entre el grupo racial dominante y cualquiera de los otros grupos raciales, cuanto mayor el prejuicio y la discriminación que el grupo haya experimentado, tanto más negativamente verá la sociedad dominante el casamiento interracial con miembros de ese grupo.1
Los que escogen compañeros maritales estando lejos de parientes, de contornos y red social familiares, pueden carecer de una perspectiva equilibrada para evaluar objetivamente las características físicas y emocionales de un amigo o amiga de otra cultura y su compatibilidad en una unión potencial. Sus necesidades emocionales pueden verse afectadas por la soledad. Su juicio puede estar limitado por una falta de realidades “normales” que pudieran servir de marcos de referencia. Bajo estas circunstancias, puede ser útil traer a un cónyuge potencial a la casa para una visita prolongada de manera que él o ella puedan observar e interactuar en un ambiente de hogar diferente. “Casarse con un individuo de otra cultura es casarse también con esa cultura. El no expresar un interés o el hecho de que una de las partes asuma la posición de que no está adherida a su cultura da lugar al tipo más grave de problemas”.2
Esta perspectiva de entrecruzamiento cultural se complica con el concepto de aculturación, un proceso en el cual aquellos que son nuevos en una cultura adoptan las actitudes, valores y conductas de dicha cultura. La aculturación puede modificar la forma o la intensidad de las costumbres del hogar del recién llegado, conduciendo a las parejas durante el noviazgo a cegarse fácilmente con respecto a las diferencias culturales y a los posibles problemas. Tales parejas tenderán a minimizar el impacto de las diferencias culturales puesto que el noviazgo tiende a “acentuar lo positivo”.
Siguiendo en importancia al conocimiento de la cultura del individuo está el de la estructura de la familia del individuo. La familia interpreta y transmite la cultura y por esta razón, puede influir significativamente y aun determinar los papeles familiares y las responsabilidades en el matrimonio.
Muchos cónyuges de matrimonios interraciales pueden ser capaces de manejar la mayoría de los problemas que surgen en el matrimonio, pero sus hijos pueden tener dificultades. Los hijos de raza mixta a menudo son percibidos como pertenecientes a una raza “minoritaria”: el grupo racial representado en el matrimonio que tiene menos poder y status o nivel social. En los Estados Unidos, la descendencia de un matrimonio negro-blanco generalmente es considerada negra.3 En realidad, cualquier mezcla racial que incluya aun una fracción de sangre negra es considerada negra. Por lo tanto, los niños de razas mixtas en los Estados Unidos generalmente son tratados como si hubiesen nacido de uniones en las que ambos cónyuges son negros.
Los niños que se añaden a cualquier familia traen cambios. Aunque la gente desea tener hijos y los ama, generalmente afirma que hay menos satisfacción en la relación marital durante los años más exigentes de la crianza de los niños. En ocasiones los padres que poseen un trasfondo cultural muy divergente parecieran hablar dos idiomas diferentes al tratar el tema de la crianza de los niños.
El desarrollo de la identidad personal y el sentido de seguridad de los niños de matrimonios interraciales reciben apoyo mediante la consideración positiva de los padres hacia ambas razas, por su discusión abierta de ambas herencias o legados culturales y al proveer ejemplos de conducta positivos, acceso a eventos culturales, etc.
Los casamientos interraciales y la religión
Consideremos dos pasajes bíblicos. Primero: “No os unáis en yunta desigual” (2 Corintios 6:14, versión Nácar-Colunga).* El contexto de este pasaje prohíbe claramente cualquier alianza que pueda comprometer el Evangelio. Aunque el versículo primariamente se refiere a la mezcla de sistemas religiosos incompatibles, puede interpretarse como significando matrimonios entre los que sirven a Dios con los que no le sirven.
Segundo: Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra” (Hechos 17:26). Este pasaje enfatiza la igualdad de todas las personas. Dios no reconoce ninguna división entre la gente, ya sea racial, étnica, lingüística, tribal, o de barreras nacionales. Debe permitirse que el poder del Evangelio erradique esas barreras y cree una comunidad común. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). Esto significa que Dios no hace distinción entre personas, ni les asigna status sobre la base de la apariencia externa. No hace diferencias en base a la clase social, el conocimiento, la riqueza, la nacionalidad o la raza. ¿Significa esto que todos los que tienen el mismo sistema de creencias, aunque siendo de razas distintas, están en libertad para casarse entre sí?
Moisés es un buen ejemplo. El dirigente de Israel se había casado fuera de su raza, con una madianita. Pero Séfora creía sinceramente en la religión israelita y su padre era un sacerdote respetado, temeroso de Dios. Sin embargo, María, la hermana de Moisés, se sentía desdichada con este matrimonio de su hermano, “fuera de su raza”. Los celos impulsaron a María y Aarón a fijarse en el matrimonio de Moisés y a murmurar acerca de su esposa etíope. El Señor demostró dramáticamente su desagrado ante la actitud de María, quien fue castigada con la lepra (ver Números 12).
La posición bíblica respecto al casamiento con alguien que no es de la fe de uno, es clara: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?… Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor” (2 Corintios 6:14, 15, 17).
Esta es una clara prohibición de casarse con alguien que no es de la fe de uno. Es una advertencia contra cualquier asociación que pudiera colocar a los creyentes cristianos en situaciones comprometedoras. Seguramente tal prohibición incluye también la relación marital.
Casamiento interracial exitoso
Las investigaciones han mostrado que los casamientos interraciales exitosos tienen varios factores en común. Los integrantes de tales matrimonios tienden a casarse cuando son algo mayores que los cónyuges de la misma raza.4 Probablemente han tenido noviazgos más largos que las parejas de la misma raza; han demostrado capacidad para ser independientes en su modo de pensar, en su toma de decisiones y en su vida en general; tienden a pertenecer a la clase media, con una educación superior a la del promedio y han sido expuestos a experiencias interculturales. Una vez casados, generalmente viven en áreas cosmopolitas.
Una palabra final
Además de lo expresado acerca de los matrimonios interraciales o interculturales, se necesita considerar un asunto final. Cuanto más factores en común tengan los miembros de la pareja, más posibilidad hay de que el matrimonio perdure. Si tú estás contemplando un casamiento tal, plantéate algunas preguntas: ¿Tenemos la misma fe? Cuando llegue la puesta de sol del viernes, ¿estaremos ambos recibiendo el sábado o uno de nosotros estará mirando televisión? La fe, en vista de lo que hemos considerado anteriormente en la información bíblica, no es negociable. ¿Qué pasa con nuestra posición social? ¿Y qué en cuanto a nuestra edad? ¿Pertenecemos a culturas suficientemente cercanas como para permitir una mejor comprensión mutua? ¿Qué ocurre con el sistema de valores y con las prácticas del estilo de vida? ¿Qué blancos acariciamos para nuestros hijos? La lista podría continuar casi indefinidamente. Pero recuerda: cuantos más factores en común tengan ustedes dos, más posibilidades hay de que el matrimonio tenga éxito. El casamiento no es un paso que ha de darse apresuradamente ni es un compromiso; es una decisión razonada, basada en el amor y en un voto de lealtad eterna.
Reger C. Smith (Ph.D., Michigan State University) enseña en el Departamento de Servicio Social de la Universidad Andrews. Es autor del libro Dos culturas: un matrimonio (Andrews University Press, 1996), del cual se ha adaptado este artículo. Su dirección postal es: Andrews University; Berrien Springs, Michigan 49104; E.U.A. Su dirección electrónica: smith@andrews.edu
Notas y referencias
*A no ser que se indique lo contrario, los demás pasajes bíblicos están tomados de la versión Reina-Valera, revisión de 1960.
1. Reger, C. Smith: Two Cultures: One Marriage (Berrien Springs, Mich.: Andrews University Press, 1996), pp. 1-3.
2. Beulah F. Rothlici: “Dual-Culture Marriage and Communication”, International Journal of Intercultural Relations 12:35 (1988), p. 42.
3. Ernest Porterfield: Black and White Mixed Marriages: An Ethnographic Study of Black-White Families (Chicago: Nelson Hall, 1978), p. 3.
4. Smith, p. 29.
Cuando dos es igual a uno: La matemática del matrimonio Sermon
Friday, April 24, 2009 at 2:47PM
Cuando dos es igual a uno: La matemática del matrimonio
Miguel Ángel Nuñez
Juan y María son dos personas completamente diferentes: diferentes en crianza, personalidad y antecedentes. Después de un tiempo y de mucha oración y consejos, marchan hacia el altar y toman el voto de llegar a ser una carne bajo la bendición de Dios. ¿Qué significa llegar a ser uno? ¿Es posible que dos personas diferentes lleguen a ser "uno"? Algunos dirían que no. Sin embargo, la Biblia dice que sí.
Pero, ¿cómo comprendemos la declaración de que los dos "serán una sola carne" (Gen. 2:24) ¿Será un misterio matemático? ¿O hay algo más en ello?
La matemática de la anulación
Algunos argumentarían que el matrimonio cristiano es un milagro que trasciende la sencilla regla matemática y que nos da la ecuación 1+1=1. Tal argumento no refleja el verdadero significado de Génesis 2:24 o el principio bíblico subyacente de la unidad en el matrimonio. Si 1+1=1 es correcto, se deduce que uno de los dos debe renunciar a sí mismo y llegar a ser 0. Tal renunciamiento propio permite una posibilidad matemática (1+0=1), pero crea una dificultad teológica.
Consideremos a Elisa. Ella era una de esas personas que parecen tener una visión muy clara de su futuro. Tenía el potencial para llegar a tener éxito profesional. Siempre alegre, siempre alerta, tenía una personalidad que la hubiera hecho avanzar hacia arriba. Sin embargo, cuando Elisa se casó, comenzó a experimentar pequeños cambios en sus actitudes. La inseguridad y dudas acerca de sí misma lentamente comenzaron a entrar en su vida. Llegó a ser una profesional, pero el alto nivel de éxito parecía eludirla. Llegó a ser muy tranquila y sonreía o reía sólo cuando su esposo no estaba cerca. Vivía una vida rutinaria, a veces dolorosamente solitaria y rara vez se expresaba aun sobre asuntos como la educación de su hijo, la decoración del hogar, o las ropas que vestía. Su esposo decidía todo.
Ustedes se han encontrado con Elisa muchas veces en todo lugar imaginable. Ella lleva la vida como una rutina, aun presentando una imagen placentera por afuera. Pero dentro de ella hay escondidos una multitud de problemas que no los detectan ni siquiera los amigos más íntimos o los miembros de su familia. Los sicólogos llaman a esto el Síndrome de la Identidad Anulada, que se observa más en las mujeres que en los hombres.
Dos características muy significativas identifican a este síndrome: la pérdida de la capacidad de tomar decisiones y la lenta transferencia del control de todas las cosas a su cónyuge, incluyendo los gustos más personales. ¿El resultado? Un gran sentido de frustración, no expresado verbalmente, pero guardado internamente hasta que un día estalla en forma de trauma emocional. Y surgen a la superficie sentimientos de temor, angustia y dolor emocional.
Elena White aconseja que la esposa "no debería sacrificar sus fuerzas y permitir que sus capacidades queden dormidas, apoyándose totalmente sobre su esposo. Su individualidad no debe ser absorbida por la de él. Ella debería sentir que es igual a su esposo, para estar a su lado, fielmente en el puesto del deber de ella, y él en el de él".1
También escribió: "Dios le ha dado conciencia [a la esposa], la que ella no puede violar con impunidad. Su individualidad no puede ser absorbida en la del esposo... Es un error imaginarse que con devoción ciega ella ha de hacer exactamente lo que su esposo dice en todas las cosas, cuando ella sabe que al hacerlo, su cuerpo y su espíritu sufrirían daños".2
En otra ocasión, hablando a una pareja de recién casados, Elena White dijo: "Pero mientras deben combinarse como uno, ninguno de ustedes ha de perder su individualidad en el otro. Dios es el dueño de la individualidad de ustedes. A él deben preguntarle: ¿Qué es lo correcto? ¿Qué está mal? ¿Cómo puedo cumplir mejor el propósito de mi creación?"3
De este modo, el ideal de la unidad bíblica no permite la anulación o la renuncia del uno hacia el otro. Un cónyuge no ha de controlar la conciencia del otro. En realidad, la actividad creadora de Dios que involucró una costilla es un símbolo poderoso de que Eva "no habría de controlarlo como la cabeza, ni ser pisoteada bajo sus pies como inferior, sino estar a su lado como igual".4 "Nadie se casa para que su personalidad sea destruida o ignorada por su cónyuge".5
La matemática de la mutilación
Si la anulación de una persona no es la respuesta al problema de la unidad, ¿podremos pensar en la mutilación de ambos como una manera de comprender el concepto? Por mutilación quiero decir que cada persona renuncia al 50 por ciento de su yo. Esto permitiría que la fórmula se cumpliera: 0,5+0,5=1. Algunas parejas cristianas caminan por este sendero por razones sociales y financieras, por el bien de los hijos o para evitar el fracaso. En el proceso, se ven forzadas a renunciar a muchas de sus metas y de sus sueños personales.
Aquellos que siguen esta ruta, muchas veces no se dan cuenta cuándo dejaron de ser ellos mismos y llegaron a ser otros. "Ambos decidieron que su 'vida' sería una 'forma de vida'. Pero con el transcurso del tiempo, ambos deben examinar si su vida diaria es una vida real, una agonía... o una muerte".6 En realidad, ambos están "medio muertos" porque han dejado el 50 por ciento de sus vidas fuera de la relación.
Si el porcentaje es diferente, digamos que uno renuncie al 40 por ciento y el otro al 60, el resultado podría ser aún más desastroso. No, la respuesta al problema de la unidad en el matrimonio no reside en la matemática de la mutilación, sino en el misterio del amor. Pero primero, consideremos una pregunta fundamental.
En busca de una solución
Si sientes que cualquiera de los acertijos matemáticos descritos arriba calzan en tu caso, detente un momento. ¿Qué deberías hacer para vencer la tentación de la negación propia?
1. Pide ayuda. Es relativamente fácil no percibir que tu personalidad está sufriendo lentamente un proceso de anulación. Busca la ayuda de un profesional cristiano, preferentemente con antecedentes pastorales. Tal ayuda puede permitirte redescubrir y reforzar tu personalidad peculiar.
2. Desaprende. La conducta es aprendida, y como tal, puede ser desaprendida. Las personas tienen muchas razones para entregar sus vidas para ser administradas por otros. Cada vez que las personas permiten que otros las controlen hasta el punto de no saber quiénes son deberían tratar de encontrar la causa. Pueden ser situaciones familiares, traumas de la niñez que no se han resuelto, o alguna crisis que forzó a un miembro de la pareja a hacerse cargo de todo.
3. Expresa tus sentimientos. Si sientes que no se te está escuchando, o que tu cónyuge tiende a despreciarte y a tomar ventajas, es tiempo de hablar. Comunícate y hazte oír. Ayuda a tu cónyuge a apreciar y a afirmar el principio de mutualidad en el matrimonio.
4. Estudia el propósito del matrimonio. Dios dio al esposo y a la esposa la responsabilidad de cuidar el uno del otro. Tanto el esposo como la esposa han de complementarse mutuamente. Aunque ninguno debe ser conciencia para el otro, ambos pueden ser una fuente de fortaleza mutua.
5. Trátense el uno al otro con respeto mutuo. El esposo y la esposa deben comprender que son socios iguales en una relación ordenada por Dios. Ambos tienen responsabilidades para conservar esta relación de amor y cuidado mutuos.
El misterio del amor
Volvamos a nuestra pregunta. ¿Qué significa "serán una sola carne"?
Cuando Mary y yo comenzamos nuestra vida de casados, tuvimos que afrontar muchos conflictos que surgieron de nuestras diferencias culturales y de la manera en que hacíamos las cosas. Los primeros años fueron difíciles. Después de tratar de "convencer" e imponer nuestro punto de vista al otro, finalmente pudimos tomar el camino del acuerdo. Comenzamos con cosas pequeñas, como nuestras comidas. Personalmente no me gusta el aceite de ninguna clase. Mi esposa, por otro lado, goza poniendo aceite a todo. Al comienzo fue una lucha, tratando de hacer desaparecer el aceite de la comida y de la despensa. Pero, un día, ella descubrió que era posible cocinar sin aceite, añadiéndolo después. Durante 14 años hemos estado cocinando sin aceite en casa, pero los que están interesados en comer con aceite, sencillamente lo añaden en su plato más tarde. Problema resuelto.
Para mí, descansar significa recostarme en un sofá para leer un buen libro o escuchar algo de música. Para mi esposa, descansar significa salir a caminar. Al comienzo traté de convencerla de la ventaja de quedar en casa para leer un poco. Ella, por otro lado, quería que yo entendiera la importancia de salir al aire libre. Finalmente, optamos por decidir por turno qué actividad haríamos, aunque al otro no le gustara demasiado la elección. Estamos contentos con este arreglo. A través de los años, yo aprendí a apreciar un día al aire libre, y mi esposa pasa más tiempo leyendo. Lo que aparece como un problema puede resolverse con respeto y consideración mutuos.
La unidad, por lo tanto, no significa eclipsar la personalidad del otro. Significa renunciar al deseo de dominio sobre el otro, y en cambio, llegar a un alto nivel de amor y de respeto mutuo, y crear la unidad que es el fundamento del éxito en el matrimonio. El ingrediente básico de esta unidad debería ser, por supuesto, el amor.
El amor es la solución
El amor no es egoísta, no busca lo suyo. Nacido del libre albedrío, el amor busca dar y no recibir. Sólo los que no aman demandan sumisión y anulación.
Ninguno se une con otro en matrimonio para perder su propia individualidad. Por el contrario, nos unimos con una persona que aprecia nuestra singularidad y dignidad. La relación de una pareja es una dedicación recíproca de cooperación mutua. Ambos son felices al ver que el otro alcanza su máximo potencial.
Cada persona es única. El dicho de que "Dios quebró el molde después de haberte hecho a tí" no sólo es cierto, sino debería ser repetido más a menudo. Nunca hubo ni nunca habrá otra persona exactamente como tú o como yo. Por lo tanto, en el matrimonio, al establecer una relación de amor, lo estamos haciendo con una persona muy singular. El amor y el respeto por esa singularidad conserva la unidad de la relación.
Un proverbio chino dice: "No camines delante de mí, no puedo seguirte. No camines detrás de mí, no te puedo guiar. Camina a mi lado y seré tu amigo". Allí reside el secreto de un amor perdurable y unido. Dos seres diferentes, caminando lado a lado, tomados de la mano, con los corazones unidos, afirmando que ellos son uno en la misteriosa relación del matrimonio.
Miguel Ángel Núñez era director de educación y de ministerio juvenil de la Unión Chilena cuando escribió esto. Las ideas de este artículo han sido desarrolladas más ampliamente en uno de sus libros, Amar es todo. Su dirección es: Universidad Adventista del Plata; 25 de Mayo 99; 3103 Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina. Email: miguelanp@hotmail.com
Notas y referencias
1. Ellen G. White, El hogar cristiano (Mountain View, Calif: Pacific Press Publ. Assn., 1979), p. 206.
2. Id., p. 101.
3. White, Joyas de los Testimonies (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1970)t. 3, p.95.
4. White, El hogar cristiano, p. 27.
5. Alfredo Altamira: "En el matrimonio 1+1 no es 1 ni 2", Vida Feliz 29 (Julio 1992) 7:8.
6. Id., p. 9.
MINISTERIOS DE LA FAMILIA ADVENTISTA
Friday, April 24, 2009 at 2:46PM
MINISTERIOS DE LA FAMILIA ADVENTISTA
Orientaciones para Directores de la Iglesia Local
Nuestra Filosofía
Las Escrituras afirman la importancia de la familia y bosquejan los principios divinos que rigen las relaciones familiares. Dios instituyó en la creación el matrimonio y la familia, como la principal institución destinada al desarrollo y edificación de los seres humanos (Gen 2:18-25). Cuando Cristo redimió la raza humana de la maldición del pecado, redimió también las relaciones conyugales y familiares. El Señor insta a los miembros de la familia a relacionarse entre ellos tal como corresponde a personas que han aceptado el evangelio (Ef. 5:21; 6:4)
La familia es central en el proceso del discipulado (Juan 8:31; 13:35) porque es el principal lugar para desarrollar la capacidad de amar y de intimar con Dios y con otros seres humanos, y porque es allí donde se transmiten los valores cristianos de una generación a otra. Las Escrituras vuelven a focalizar la importancia de la familia al hablar de los acontecimientos de los últimos días. La Biblia predice que Dios haría, antes del gran día del Señor y en el espíritu y poder de Elías, un último llamado a dicha generación para que los corazones se vuelvan hacia él, y los de los miembros de la familia se vuelvan los unos a los otros (Mal. 4:5,6)
Elena de White tenía firmes convicciones en cuanto a la importancia de las familias y el ministerio a favor de ellas. “No hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar” (El ministerio de curación p 270) “Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar… Muchos han descuidado vergonzosamente el campo del hogar, y es tiempo de que se presenten recursos y remedios divinos para corregir este mal” (Joyas de los testimonios, t.3,pp 62, 63)
El Departamento de Ministerios de la Familia de la División Sudamericana, reconociendo el importante papel de la familia, tanto en la vida de los creyentes como en la de los no creyentes, se propone fortalecer el hogar como un centro formador de discípulos. En ese centro los miembros de la familia se sentirán apoyados en su relación con Cristo y con su iglesia a través de sus relaciones interpersonales, y desarrollarán la habilidad de relacionarse con otras personas. El departamento se propone propiciar una comprensión clara de los ideales de Dios para la vida familiar. Por lo tanto, el Departamento invita a todas las personas, a los cónyuges y a los padres, a tratar de alcanzar los ideales divinos y ejercer el ministerio redentor y restaurador de Cristo. Los esfuerzos hechos a favor de las familias son considerados urgentes, vitales y parte integrante de la misión de la iglesia.
Objetivos
El Departamento de Ministerios de la Familia, reconociendo la fuerza y el apoyo mutuo que la iglesia debe prestar al hogar y el hogar a la iglesia, adoptó los siguientes objetivos para que la misión de la iglesia se torne una realidad: proclamar el mensaje revitalizador y restaurador del evangelio eterno en el contexto de la vida familiar. Cristo es y debe ser reconocido como el Salvador y Cabeza de cada hogar. En un hogar tal, los miembros de la familia están en paz con Dios y en paz los unos con los otros. Al ser atraídos a él son también atraídos unos a otros en amor, perdón, reconciliación, restauración y renovación.
Afirmar y fortalecer a cada familia adventista del 7º día para que llegue a ser la principal unidad formadora de discípulos, profundizando la comprensión de los que realmente significa ser y hacer discípulos, y adiestrando a los miembros de la familia como formadores de discípulos dentro de ella.
Ayudar a los padres a aumentar su capacidad de transmitir a la siguiente generación, de forma atrayente y participativa, los valores cristianos sustentados por la iglesia, lo cual dará como resultado una fe madura.
Ayudar a las familias a desarrollar el sentido de pertenencia a la “familia de Dios”
Priorizar el hogar como el más importante campo misionero. Capacitar a las familias para dar un testimonio positivo. Ayudar a sus miembros a descubrir sus dones espirituales y a relacionarse eficazmente con sus vecinos y familiares no creyentes. Difundir entre todas las familias adventistas las orientaciones sobre la familia, contenidas en los libros del Espíritu de Profecía.
Áreas de énfasis
El departamento focaliza su atención sobre las relaciones. Es el ministerio de la “y”, tal como esposo y esposa, padres e hijos. Por eso, este ministerio se preocupa con la dinámica de las relaciones.
Las áreas de énfasis son:
F Orientación premarital
F Difusión de las leyes que gobiernan el matrimonio y la paternidad
F Apoyo a las necesidades de los padres solos
F Apoyo a las necesidades familiares de las personas solas.
F Instrucción en el evangelismo de familia a familia
Metodologías
El departamento usa el recurso de la educación, el enriquecimiento y el aconsejamiento como método para alcanzar sus blancos. Educación. Tenemos abundante revelación, tanto en las Escrituras como en el Espíritu de Profecía, en cuanto al propósito divino para las familias y los principios prácticos que gobiernan las relaciones familiares. Los materiales preparados por el departamento, destinados a la educación en la vida familiar, toman en cuenta esos principios, integrándolos con el conocimiento provisto por otras fuentes relativas a la salud mental, la conducta y la ciencia social.
Enriquecimiento. El departamento prepara materiales y desarrolla el liderazgo en actividades enriquecedoras, tales como programas de intercambio de experiencias para grupos de cónyuges, familias y personas solas, con el fin de desarrollar su capacidad de relacionarse a través de la participación y la interacción en distintos eventos y actividades.
Aconsejamiento. En el caso de familias perturbadas se necesita la ayuda de un consejero profesional, cuyo asesoramiento es fundamental e importante. Muchas personas y familias presentan un grado tan elevado de conflictos que requieren la atención de un especialista que las ayude a resolver las crisis y las dificultades de relación que las afectan. El departamento aconseja que se anime a tales personas y familias a buscar la ayuda de consejeros profesionalmente calificados, siempre que esto sea posible ya que el aconsejamiento pastoral y laico tiene limitaciones que deben ser reconocidas.
Deberes de los Dirigentes del MF
(Manual de Iglesia p. 140 y 141)
a) Presidir la comisión directiva de Ministerios de la Familia
b) Representar las necesidades y los intereses de las familias ante la junta directiva de la iglesia, y coordinar los planes de Ministerios de la Familia con el programa general de la iglesia.
c) Informar al pastor y a la junta directiva de la iglesia acerca de los intereses y realizaciones del departamento, e incentivar el apoyo y la provisión de fondos para este ministerio
d) Identificar los recursos de la iglesia y de la comunidad que contribuyan a promover el crecimiento relacional y provean ayuda para enfrentar situaciones críticas, así como para elevar la concientización de estos recursos entre los líderes de la iglesia y las familias.
Comisión Directiva de los Ministerios de la Familia
Aunque esta comisión directiva no debe ser demasiado grande para que pueda ser efectiva, debe incluir los dirigentes que sean necesarios, así como otras personas que comprendan diversas necesidades de las familias de la iglesia. Las personas que enfrentaron experiencias traumáticas en su vida y en su familia, y crecieron espiritualmente en medio de dichas experiencias, pueden hacer valiosas contribuciones como miembros de la comisión directiva. La comisión directiva debe incluir tanto a hombres como a mujeres y, donde sea posible, al menos una persona soltera, un matrimonio, uno o dos padres y una persona que represente a los diversos grupos, por edades, de la iglesia.
Los deberes de la comisión directiva serán los siguientes
Ayudar a los dirigentes de la iglesia a recopilar información demográfica sobre las familias, tanto dentro de la iglesia como en la comunidad que la rodea, para identificar a los grupos a quienes se les debe dar ayuda familiar.
Ayudar a los líderes de la iglesia a evaluar las necesidades de los miembros de la iglesia en lo que se refiere a educación, enriquecimiento y aconsejamiento en cuanto a la vida familiar; y a desarrollar un plan para utilizar tanto los recursos de la comunidad como los de la iglesia para suplir esas necesidades. Incentivar la sensibilidad al impacto de los programas de la iglesia sobre la vida familiar, en asuntos tales como la inversión de tiempo, energía, dinero y otros recursos familiares requeridos. Participar con el departamento de Ministerios de la Familia de la Asociación/Misión/Campo en la instrumentación de programas de énfasis familiar promovidos por el departamento. Cooperar con el liderazgo de la iglesia en la preparación, planificación y ejecución de eventos y programas adicionales sobre vida familiar que sean necesarios tanto para nutrir a las familias de la iglesia como para la penetración evangelizadora en la comunidad.
Promover una atmósfera de cordialidad y compañerismo, produciendo una sensación de “familiaridad” en la congregación y un espíritu restaurador hacia las familias que tienen necesidad de apoyo y aliento.
Perfil del Director de Ministerios de la familia
Las personas elegidas para este cargo, ya sea una persona sola o un matrimonio, deben tener una actitud positiva para con Dios, para consigo mimas, para con los otros y para con la iglesia. Los directores deben tener una familia con fuertes y crecientes relaciones, y demostrar un interés sincero en promover el bienestar de todas las familias. Para ser eficientes es necesario que comprendan el plan de redención de Dios para sanar las rupturas en las relaciones producidas por el pecado. También es sumamente importante que los dirigentes tengan la capacidad de guardar las confidencias, y saber cuándo y cómo animar a los individuos que se encuentran en situaciones críticas a que busquen consejo profesional. (Manual de Iglesia p. 125)