El salvador se ciño
Monday, May 11, 2009 at 9:39AM
El salvador se ciño
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Jesús se levantó de la cena, se quitó su manto, y tomando una toalla, se ciñó con ella. Juan 13:4.
Los discípulos notaron que ningún siervo extranjero esperaba para ejecutar el despreciado ritual de lavar los pies. Alguien había preparado un cántaro con agua, y toallas, "Pero cada uno de los discípulos, cediendo al orgullo herido, resolvió no desempeñar el papel de siervo. Todos manifestaban una despreocupación estoica, al parecer inconscientes de que les tocaba hacer algo.
Por su silencio, se negaban a humillarse". Jesús esperó para ver qué harían los discípulos. "Luego, él, el Maestro divino, se levantó de la mesa. Poniendo a un lado el manto exterior que habría impedido sus movimientos, tomó una toalla y se Ciñó". "Luego puso agua en una vasija, y empezó a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido" (Juan 13:5).
Los discípulos se llenaron de vergüenza y humillación. ¿Cómo pudieron haber dejado que su Maestro ocupara una posición que ellos deberían haber aceptado? Cuando Jesús trató de lavar a Pedro, él rehusó que Jesús lo sirviera, diciendo: "¡No me lavarás los pies jamás!" Jesús respondió: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". "El servicio que Pedro rechazaba era figura de una purificación superior. Cristo había venido para lavar el corazón de la mancha del pecado. Al negarse a permitir a Cristo que le lavase los pies, Pedro rehusaba la purificación superior incluida en la inferior. Estaba realmente rechazando a su Señor". El lavamiento de los pies simboliza la limpieza de los pecados que hemos cometido después de nuestro bautismo. Demuestra un espíritu cristiano de servicio y comunión. Simboliza la aceptación de la humanidad necesaria para ser siervo del Señor. Tomado como un simple acto externo, el lavado de pies no es significativo. El significado está en la separación simbólica del pecado por la confesión y el arrepentimiento sincero, resultando en un espíritu de comunión con Cristo.
Jesús anhelaba rescatar a Judas. "Mientras las manos del Salvador estaban bañando aquellos pies contaminados y secándolos con la toalla, el impulso de confesar entonces y allí mismo su pecado conmovió intensamente el corazón de Judas. Pero no quiso humillarse. Endureció su corazón contra el arrepentimiento; y los antiguos impulsos, puestos a un lado por el momento, volvieron a dominarle... Judas quedó convencido de que no había nada que ganar siguiendo a Cristo. Después de verle degradarse a sí mismo, como pensaba, se confirmo en su propósito de negarle...".
¿Dejamos que el orgullo nos impida seguir al Señor y servir a otros?
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