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    Quien fue JOHN HARVEY KELLOGG?

    JOHN HARVEY KELLOGG UNA SEMILLA DE QUINIENTOS DOLARES J. N. Loughborough, delgado, alto, pero vigoroso miembro de la congregación adventista de Battle Creek, Michigan, fue nombrado para recolectar fondos para la nueva institución de salud que se construiría en ese lugar. Visitó varios miembros de iglesia solicitando su ayuda, pero no tuvo éxito. Por fin llegó a una fábrica de escobas cuyo dueño era John Preston Kellogg, quien era también miembro de la congregación de Battle Creek. Cuando Loughborough le solicitó una contribución para el proyecto, Kellogg le preguntó cuánto había recolectado. Loughborough le dijo que hasta el momento nada. Kellogg se enderezó y tomó la lista donde se habían de anotar los contribuyentes y puso su nombre junto con la cantidad de 500 dólares. "Sepa -le dijo, "que estos 500 dólares son la semilla para levantar una nueva institución de salud que flotará o se hundirá." Kellogg, trabajando catorce horas al día ganaba 75 centavos de dólar. Prometer 500 dólares, para el proyecto, significaba el salario de dos años. Y nótese, tenía una familia de 16 hijos a los cuales debería alimentar. Pero tomando en cuenta cómo se practicaba la medicina en esos años en los Estados Unidos, y que, por causa de esa medicina precientífica había perdido su querida esposa y a su niña, y que por ello había sufrido lo indecible, no es de extrañarse que él estuviese motivado a dar un donativo de 500 dólares para una institución de salud diferente. Loughborough se puso contento. Corrió a la casa de la señora Elena White, le presentó lo acontecido y le pidió otros 500 dólares. Con estos ya había recolectado 1000 dólares. La iglesia pronto comenzó una campaña nacional de recolección de fondos para el proyecto y pronto se juntaron más de 11,000 dólares. Se compró una finca en las afueras del pueblo de Battle Creek, Michigan, que por entonces era un pueblo de 5000 habitantes y un centro floreciente manufacturero. En ese sitio el Instituto Occidental de Reforma Pro Salud abrió sus puertas el 5 de septiembre de 1866, con el personal siguiente: Dos doctores: H. S. Lay y Febe Lamson, una enfermera, tres ayudantes, y dos más que atendían a los pacientes que tomaban los baños a vapor. Los medios para facilitar la cura mediante el agua eran: un molino de viento capaz de llenar un barril en cinco minutos, si había una brisa moderada. Con un sistema de calentamiento interno, era posible calentar el agua a la temperatura requerida para los distintos baños que allí se daban. El nuevo instituto fue todo un éxito desde su comienzo. Los precios, incluyendo el cuarto, los alimentos, cuidado de enfermería, tratamientos y medicinas, eran de cinco a siete dólares por semana. Durante los primeros dos meses, los pacientes llegaron de los estados del Este y del Canadá. Llegaron en tal número que tuvieron que ser acomodados en las fincas aledañas, pues no había cupo suficiente en el instituto para acomodarlos. En los años siguientes, los miembros de la iglesia y los accionistas vieron la condición de las multitudes de enfermos, que sintieron la presión de agrandar el edificio. Algunos de los líderes de la iglesia en forma particular -Elena y Jaime White-sintieron la necesidad no solo de cupo, sino la necesidad de médicos para atender tanta gente. Urgieron a que más médicos deberían ser preparados y entrenados. En el otoño de 1872, enviaron cuatro jóvenes promisorios al Colegio Higieno-Terapéutico de Nueva Jersey. Al término de este curso, Jaime White animó al más brillante de estos cuatro para que prosiguiera una carrera de medicina en la Universidad de Michigan. Este joven fue John Harvey Kellogg, hijo de Juan Preston Kellogg. Se le dieron mil dólares para que fuera a especializarse en el Colegio Bellevue en Nueva York. Allí Kellogg estuvo entre un selecto grupo de seis estudiantes, quienes recibían instrucciones cada día de parte del prestigioso doctor Austin Flint, padre, y de parte del doctor Edward Janeway. Esto, por supuesto, además del curso regular, del cual graduó el 25 de febrero de 1875. A través de su vida Kellogg se empeñó en un arduo estudio de revistas y libros sobre medicina y problemas relacionados con la salud. Para 1908, había invertido 15,000 dólares en su biblioteca personal, y 150,000 dólares en cursos de observación e instrucción especializada en América y Europa, especialmente en la rama de la cirugía ante prestigiosos y notables cirujanos. El Instituto se Convierte en Sanitarium Cuando el joven médico, John Harvey Kellogg se unió al equipo del Instituto Occidental de Reforma Pro Salud, comenzó una carrera profesional que iba a durar 68 años. Un año más tarde, en 1876, fue nombrado superintendente del instituto. Desde sus comienzos en 1866, el Instituto había sido un sanatorio, esto es, un establecimiento que proveía terapia mediante agentes físicos (hidroterapia) combinada con dieta, ejercicio y otros tratamientos de rehabilitación. Sin embargo, en 1877, Kellogg le cambió el nombre de sanatorio a Sanitarium Médico-Quirúrgico de Battle Creek. La palabra Sanitarium significaba lo mismo que Sanatorium, pero Kellogg invirtió algunas letras bajo el concepto de que esta palabra identificaría mejor la institución como aquella en la cual las precauciones de sanidad e higiene se tomarían para prevenir el crecimiento y propagación de los gérmenes. Kellogg escogió este nombre (Sanitarium) en 1877, el mismo año que José Lister, cirujano de la Reina Victoria había experimentado con cirugía antiséptica, y fue nombrado jefe de cirujanos en King's College (Colegio del Rey) en Londres. Fue en 1877, que Luis Pasteur presentó a la academia de ciencias de Francia su teoría de los gérmenes. Kellogg creía, que el nombre Sanitarium llegaría a significar un lugar donde la gente aprendería a cómo estar bien. Kellogg a menudo recalcaba en años posteriores, que Sanitarium era una Universidad de la Salud más que un hospital. Consistentemente consideraba la enseñanza como el aspecto más importante y principal de la institución. Durante sus primeros diez años, de 1866-1876, el Instituto Occidental de Reforma Pro Salud, había atendido a 2000 pacientes. De éstos, 10 habían muerto. Un promedio de uno al año. Tan fuera de lo común era este record, que la naciente institución pronto se proyectó a un nivel nacional de preeminencia. Este record fue establecido durante la década anterior, antes que Koch y Pasteur fueran los primeros en demostrar (1876) que el microbio del Antrax producía la enfermedad del Antrax. Este descubrimiento implicaba que eran los microbios específicamente los que producían ciertas enfermedades, a menos que se tomaran las precauciones necesarias para prevenir su propagación. El descubrimiento de Koch y Pasteur abrió la moderna era de la microbiología, y obligó a la profesión médica escéptica, a aceptar que las medidas sanitarias recomendadas por los médicos antes mencionados eran necesarias. Medidas tales como lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño; desinfectarse las manos antes y después de tocar las heridas o antes y después de practicar cirugía, eran indispensables para prevenir el contagio. Por 1885, el Sanitarium de Battle Creek era la "institución más grande de su clase en el mundo." En 1926, contaba con un equipo médico de 800 (médicos y enfermeras). En 1927 tenía espacio para acomodar más de 1500 pacientes. Poseía un comedor para 800 médicos juntos. Sus gigantescos hornos y boilers quemaban 55 toneladas de carbón al día. En 1938 el complejo médico incluía 32 edificios, ocupando éstos un área construida de 27.5 acres. Pacientes y Huéspedes Famosos En los registros de ingresados al Sanitarium se hallan los nombres de los que una vez fueron pacientes o huéspedes. Entre los cientos de miles que alguna vez visitaron Battle Creek, se hallan las siguientes celebridades: Industriales: Henry Ford; James Buick; Harvey Firestone; John D. Rockefeller, Jr; Alfred Du Pont; Joseph H. Peterson, fundador de la Compañía Nacional de Cajas Registradoras; Joseph Cannon, fabricante de Toallas; Edgar Welch, fabricante y productor de vino de uvas; A. E. McKinstry, presidente de la International Harvester; E. H. Little, presidente de la Compañía Colgate-Palmolive y el General David Sarnoff, presidente de la Radio-Corporación de América. Comerciantes: J. C. Penney; Montgomery Ward; R. H. y A. H. Kress; S. S. Kresge. Escritores y Publicistas: Dr. Morris Fishbein, editor de la Revista de la Asociación Médica Americana; George Bernard Shaw, novelista británico; C. W. Barron, publicador de la Revista Wall Street y Semanario de la Compañía Barron; Dale Carnegie, autor del libro Cómo Ganar Amigos e Influir Sobre las Personas; Willy Durant, ganador del premio Pulitzer y filósofo-historiador; el Coronel Frank Knox, publicador del Diario de Chicago. Músicos famosos: Harry F. McLean, director del Coro del Tabernáculo; José Iturbi y Percy Grainger, pianistas; Homer Rodeheaver, cantante evangelista. Deportistas: Bill Tilden, campeón de tenis; Gene Sarazen, golfista; Johnny Weissmuller, campeón de natación y protagonista de la serie Tarzán. Políticos de los Estados Unidos de América: William Howard Taft, presidente; W. A. Julián, Tesorero; George W. Wickersham, ministro de la Suprema Corte de Justicia; William Jennings Bryan, Secretario de Estado; Frank Knox, Secretario de Marina; James J. Davis, Secretario del Trabajo; además muchos Gobernadores, miembros del congreso y Senadores. El paciente número 100,000 que se registró en Battle Creek, fue nada menos que el ex-presidente Taft. Científicos: Iván Pavlov, ruso, ganador del premio Nobel de ciencia por sus trabajos en Psicología; Sir Frederick Grant Banting, ganador del Premio Nobel por haber descubierto la insulina; los doctores Carlos y Guillermo Mayo, de la mundialmente famosa Clínica Mayo en Minnesota; el doctor William M. Scholl, fabricante de remedios y el cuidado para los pies. El inventor Tomás Alva Edison; el comediante Eddie Cantor; el viajero Lowell Thomas, el explorador Almirante Richard Byrd; petroleros como Harry F. Sinclair y L. E. Phillips; horticultores como Lutero Burbank; naturalistas como John Burroughs; educadores Booker T. Washington; la fundadora de la Cruz Roja Clara Barton; Evangelistas como Billy Sunday y la piloto Amelia Earhart. Amelia Earhart le pidió al doctor Kellogg la acompañara para sobrevolar Battle Creek cuando ella estuvo de visita en la institución. El Almirante Byrd le pidió al doctor Kellogg, le aconsejara respecto a la dieta que debería seguir antes de emprender su viaje de exploración a los polos. Johnny Weissmuller, campeón olímpico de natación, mejor conocido como Tarzán vino a Battle Creek para la inauguración de la piscina de 120 pies que tenía el hospital. Después de seguir un régimen prescrito por el doctor Kellogg, Weissmuller rompió su propio record al nadar en 3 minutos 33.5 segundos los 300 metros, un record que había tratado de romper por muchos años. Weismuller había roto 54 records mundiales. Enfasis en la Medicina Preventiva El Sanatorio de Battle Creek, no sólo ofrecía medicina curativa, sino preventiva. Ponía mayormente énfasis en esta última. Los pacientes venían para ser curados. Se les daba tratamientos o se les practicaba cirugía; pero gran énfasis se hacía para enseñarles cómo prevenir las enfermedades, cómo promover y preservar la salud. El Sanitarium tenía la fama de estar entre las instituciones más avanzadas científicamente en el mundo, tanto en la técnica como en equipo. Usaba medicamentos cuando era necesario, pero enfatizaba la dieta inteligente, y una vida natural y sencilla. La filosofía de la institución era que muchas enfermedades eran causadas por la violación de las leyes naturales y por lo tanto el mejor modo de prevenir tales enfermedades era obedecer estas leyes. La causa principal, o el responsable por el éxito fenomenal de la institución era el doctor John Harvey Kellogg, hijo de John Preston Kellogg. Battle Creek y la Reforma Pro Salud El doctor John Harvey Kellogg, influyó en el desarrollo de la filosofía adventista de la medicina a nivel mundial más que ningún otro, excepto Elena White. El también proveyó la evidencia científica más temprana, para documentar y constatar la veracidad y eficacia de los consejos de Elena White sobre la salud. Siendo uno de los mejores especialista en bioestática y reformador de la salud, Kellogg hizo la mayor contribución a la salud de su nación por muchos años. Kellogg como Orador Para promover lo que él llamaba "el vivir biológico", Kellogg habló a cientos y a miles de americanos a lo largo y ancho de la nación, en más de cinco mil conferencias públicas. Habló en el Central Music Hall de Chicago. A petición del alcalde Samuel M. ("Regla de Oro") Jones, se dirigió a una audiencia numerosa al aire libre en el parque municipal de Toledo, Ohio. Dio conferencias en la Universidad del Noroeste, en Michigan, en el Instituto Tuskegee, en la Universidad de Stanford, en el Colegio de Médicos y Cirujanos de Boston y en numerosos sitios más. Bosquejó las prácticas de salud a siete mil personas reunidas en el Tabernáculo de los mormones en la ciudad del Lago Salado, a petición del presidente de la Iglesia Mormona, Wilford Woodruff. Esto condujo a que diera también conferencias en el Club de Damas de la ciudad y en la Universidad de Utah. La señora Mary F. Henderson, una prominente huésped de la capital, y esposa del Senador por el Estado de Missouri John Brooke Henderson, fue una de las conversas del doctor Kellogg al hábito de vivir sanamente. Después de una conferencia del doctor Kellogg en la capital, la señora Henderson vertió en la cañería todo el contenido de su bar privado, que se consideraba el más fino de la ciudad. Más tarde, envió a su cocinero jefe a Battle Creek, para que aprendiera cómo cocinar comida vegetariana. Kellogg acuñó la frase "vivir biológico" para resumir el sistema de vida saludable al cual dedicó su vida para promover tal sistema, que generalmente hablando, reflejaba la influencia de los consejos sobre salud de Elena White y de los más sensibles reformadores de salud de ese tiempo. Para ayudar a la gente a estar bien de salud y prevenir las enfermedades, les enseñó la obediencia a las leyes naturales como un deber moral, necesario para la salud física y mental. Vivir biológicamente, requería asimismo, total abstinencia de alcohol, te, café, tabaco y carne de animales. Esto incluía una dieta adecuada, descanso, ejercicio, aire puro, vestido sencillo y en caso de enfermedad no muy seria: remedios naturales. Por el año 1891, el doctor Kellogg le dijo al doctor David Paulson que el Sanitarium de Battle Creek estaba cinco años adelantado al resto de la profesión médica. Si algo nuevo aparecía, rápidamente lo adoptaba, si estaba también de acuerdo al conocimiento que tenía de los escritos de Elena White. Cuando otros médicos, finalmente lo aceptaban, después de rodeos y dilaciones, Kellogg estaba cinco años adelante y a la cabeza de ellos. Por otro lado, Kellogg rechazaba algunas de las novedades médicas, porque no concordaban con la luz dada a la señora White. Cuando otros doctores finalmente descubrían sus errores, se preguntaban gpor qué Kellogg no había sido entrampado como ellos? Kellogg Como Autor Al darse cuenta que sus palabras habladas podrían ser olvidadas, se empeñó por 70 años en manifestar sus ideas por escrito. Durante ese tiempo publicó cerca de 50 libros, uno de ellos de 1680 páginas. Su libro más completo sobre nutrición fue La Nueva Dietética. Henry T. Finck, un editor del Washington Post dijo que en su opinión, las investigaciones del doctor Kellogg para la formación de ese libro lo calificaría para recibir el premio nobel "como salvador de vidas." El filósofo Will Durant, siendo él mismo un ganador del premio Pulitzer, escribió que el libro de Kellogg era uno de los cien mejores libros que jamás se hubiesen publicado. Los libros de Kellogg tuvieron una circulación de más de un millón de copias. Algunas fueron las primeras obras de ciencia jamás publicadas en América en sus respectivos campos, y fueron usados como libros de texto autorizados en las escuelas públicas. Kellogg Como Cirujano Kellogg llegó a estar reconocido como uno de los mejores cirujanos en los Estados Unidos. Estudió con un buen número de especialistas en Europa. En 1889 estuvo casi cinco meses como asistente del doctor Lawson Tait en Birmingham, Inglaterra. Por ese tiempo, el doctor Tait, cuya especialidad era la cirugía abdominal y obstétrica, había establecido un record de 116 operaciones sucesivas, sin un caso fatal. Este récord era increíble y poco común en ese tiempo, cuando los médicos esperaban que de cien operaciones del abdomen, murieran de 15 a 20 pacientes, regularmente. Ese récord no fue roto en los Estados Unidos, hasta que Kellogg, usando los métodos del doctor Tait, más su propio y distintivo régimen biológico, (dieta especial pre y post operatoria), estableció un nuevo récord de 165 operaciones sucesivas del abdomen sin un caso fatal. Kellogg también visitó la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, que era a la sazón el principal centro de cirugía experimental de los Estados Unidos. Se amistó con los doctores Mayo. Los Mayo, rápidamente reconocieron las habilidades del doctor Kellogg. Cierta vez Carlos Mayo asombró a uno de sus pacientes cuando al examinarlo le dijo: "Veo que ya fue operado por el doctor Kellogg." "Ciertamente," -respondió el paciente. "gCómo lo supo?" "Es fácil saberlo." -replicó el doctor Mayo. "La cicatriz es pequeña y fina como una firma." Los hermanos Mayo pasaron varios días observando los métodos usados en el Sanitarium de Battle Creek. Por ese tiempo la habilidad quirúrgica del doctor Kellogg había sido reconocida oficialmente, y por lo mismo se le había elegido miembro del Colegio Americano de Cirujanos. Algunas de sus habilidades quirúrgicas, eran el resultado de su destreza manual, cultivada a través de toda su vida. En momentos de ocio, y mientras viajaba por tren, a menudo practicaba haciendo pequeñas puntadas con hilo en un pedazo de tela, a fin de incrementar su velocidad y exactitud al suturar una herida. A partir de 1900, el doctor Kellogg se dedicó de lleno a la cirugía gastro intestinal. Por lo mismo, realizaba los procedimientos más complicados en forma más rápida que la mayoría de los cirujanos de su tiempo. Era cuidadoso, y sin embargo, la velocidad no interfería con su precisión. Después de haber observado al doctor Kellogg realizar nueve cirugías en rápida sucesión, el doctor Howard A. Kelly señaló que el doctor Kellogg había hecho algunas de las más difíciles operaciones jamás vistas. El doctor Kelly mismo, era uno de los más prestigiados cirujanos del abdomen, y miembro del renombrado equipos de cirujanos de la Escuela de Medicina de la Universidad de John Hopkins. Durante toda su carrera, el doctor Kellogg realizó más de 22,000 operaciones; la última la realizó cuando tenía 88 años. Kellogg el Reformador en el Vestir A través de su carrera, Kellogg insistió que el vestido apropiado estaba estrechamente relacionado con la salud óptima. Señaló en forma especial al corsé, quien según él, desplazaba los órganos internos e interfería con sus funciones y bienestar. Algunos fisiólogos del siglo XIX concluyeron, después de observar a los hombres respirar, que estos respiraban abdominalmente, mientras que las mujeres solo usaban la parte superior del tronco. Quizá se debe, decían, a que existe una diferencia inherente entre el hombre y la mujer en su constitución. El doctor Kellogg difería rotundamente en esto, y decía que era el corsé lo que hacía que la mujer no respirara en forma natural. Kellogg convenció a muchas de sus pacientes del sexo femenino a que se olvidaran de la forma de sus cuerpos e ignoraran el corsé. Kellogg y el Vegetarianismo Una de las más grandes contribuciones del doctor Kellogg a la causa del sano vivir, fue su énfasis en la dieta vegetariana. De todos los factores necesarios para mantener la salud, la dieta apropiada era la más importante, según Kellogg. Ningún artículo de consumo fue más atacado por el doctor Kellogg que la carne de cualquier clase. Argüía, contrario a la opinión pública, que su libre uso menoscababa más bien que promovía la fuerza física. Para ayudar a persuadir a las personas no afectadas por el miedo a los riesgos fisiológicos de comer carne, el doctor Kellogg usaba argumentos morales y religiosos. Aseguraba que el quitar la vida tendía a brutalizar los instintos humanos, y en efecto, acostumbraba al hombre al homicidio y a la violencia. Un estudio cuidadoso de los primeros capítulos del Génesis -decía-convencería al cristiano sincero y al judío, que originalmente Dios no planeó dar la carne como alimento a los hombres, sino que había permitido su uso después del diluvio, cuando toda la vegetación estaba destruida. Kellogg a menudo enfatizaba que el permiso de Dios para comer la carne fue dado, con la condición que estuviera desprovista de la sangre. Basaba este argumento en citas de la Escritura. Kellogg decía no se debería comer la carne, hasta que le hubiese lavado toda la sangre, pero con esto le habría quitado todo su sabor. El aumento de las enfermedades en los animales domésticos le dio a Kellogg evidencias en contra de la carne. Para dramatizar su punto de vista, el doctor mandó cierta vez a traer un bistec de primera al Post Tavern, el restaurante más famoso y exclusivo de Battle Creek. Luego le pidió a un bacteriólogo del hospital que examinara al bistec y a una porción de estiércol del ganado del establo par ver si acaso hubiese gérmenes en el bistec. El resultado es que había más gérmenes patógenos en el bistec que en el estiércol. Kellogg demostró también que el fuego lento al cocinar no destruía los gérmenes. Sin embargo, en aquellos años, la mayoría de la gente no sabía el significado de la palabra germen. Después de mirar a través de un microscopio una mujer le preguntó al doctor Kellogg: "qué tan grande son?" Tratando de ayudarla a entender y apreciar su tamaño, el doctor le dijo: "Si colocáramos 20,000 de ellos en línea, ocuparían más o menos una pulgada." "fOh!" contestó la dama, "no les tengo miedo amiguillos." Cómo Nació la Crema de Cacahuates Un día Kellogg pasaba junto a la cocina del Sanitarium, cuando de pronto olió que algo se quemaba. Irrumpió en la cocina y vio al joven que se suponía debería estar tostando los cacahuates en el horno y cuidando de ellos, platicando embelesado con su novia. Kellogg reconvino al joven por dejar quemar los cacahuates, y le dijo que los tendría que pagar. Recobrando lo que pudo de su orgullo y de los cacahuates, el joven se dirigió a su casa. Al entrar a la casa uno de los cacahuates tostados cayó al piso. Estaba tan de mal genio que en lugar de levantar el maní, cogió un martillo que estaba a su alcance, y comenzó a golpearlo a fin de hacerlo pedazos. Notó que en lugar de quebrarse en mil pedazos, el maní se volvió una pasta rara. Echó otros cacahuates al piso y a propósito les dio con el martillo. Igualmente se tornaron en una pasta rara. Recogió del piso la pasta y echándola en un plato, se la llevó al doctor para que la viera. Esperó fuera de la puerta, esperando que Kellogg saliera, y efectivamente salía para una cirugía. Al salir le mostró lo que había en el plato. Kellogg lo inspeccionó y le preguntó "¿qué es esto?" "Crema de cacahuates, doctor." "Llévala a la cocina, te voy a dar 50 dólares por ella." Y así, bajo la dirección del doctor Kellogg se inventó la cacahuatina y se comenzó a vender poco después en el centro de Battle Creek. El Invento del Corn Flakes Un día una paciente se quebró su puente al comer un pedazo de bizcocho tostado. Kellogg decidió desarrollar un cereal precocido. Gastó muchas horas probando cómo, mediante rodillos de acero, hacer copitos de maíz o de trigo, hasta que eventualmente el invento salió. De su genio brotó la industria de cereales en los Estados Unidos, que transformó el desayuno de millones de americanos. Fue sin embargo su hermano W. K. Kellogg quien hizo de este invento una industria internacional. Un paciente muy pobre llamado C. W. Post junto con su esposa a menudo visitaban el laboratorio experimental de alimentos del Sanitarium. Un empleado informó de su curiosidad al doctor Kellogg y dijo que sospechaba que los Post estuvieran planeando copiar las técnicas del doctor Kellogg a fin de desarrollar su propio producto. Cuando se sugirió que los debían echar del laboratorio, Kellogg respondió: "No, entre más gente haya que los haga, habrá más gente que los querrá usar. Eso es lo importante." Hasta su hospitalización, Post había vendido prácticamente todo para poder pagar. Luego, aparentemente copiando las recetas de Kellogg, y con 69 dólares, el señor Post comenzó su propia industria de cereales para el desayuno, la cual hoy fabrica las llamadas tostaditas Post, y muchos otros productos. Más Invenciones de Kellogg Muy temprano en su carrera, Kellogg llegó a estar interesado en los ejercicios mecánicos. Inventó una silla vibradora simple la cual consistía en que la silla estaba atada a una plataforma pequeña la cual oscilaba a razón de 20 veces por segundo. Creía que las vibraciones que de ahí se generaban, aumentaban la circulación de la sangre. En la década de los 90's Kellogg organizó la Compañía de Equipo Médico del Sanitarium, con la cual construyó una variedad de inventos a fin de aumentar la circulación de la sangre, mejorar la digestión y ayudar en la reducción del peso. Algunos fueron de su propio ingenio, otros fueron inventados por Gustavo Zender, pero mejorados y adaptados por el doctor Kellogg. Estos inventos incluían por ejemplo: una barra vibradora para las manos, los brazos, la columna y la cabeza; un cilindro vibrador para aplicar fricción a la planta de los pies; un cinturón vibrador, el cual ha llegado a ser el equipo estándar para reducir el peso. En 1894, después de una década de investigaciones, Kellogg perfeccionó el Dinamómetro Universal, aparato que mide la fuerza. Sus dinamómetros fueron usados en los programas de educación física en West Point, las Universidades de Wisconsin, Yale y otros colegios. Otros inventos del doctor Kellogg incluían: el inhalador de mentol para descongestionar las fosas nasales; su propia sábana eléctrica (no se desarrolló para la venta al público); el caballo mecánico, usado por el Presidente Calvin Coolidge para su ejercicio diario en la Casa Blanca. En resumen, diríamos que John Harvey Kellogg fue: un brillante administrador, pionero médico, orador entusiasta, autor y publicador influyente, diestro cirujano, celoso reformador en el vestir, educador persuasivo de la salud, y prolífico inventor. Mediante los talentos que Dios le dio, contribuyó mucho a que la iglesia adventista fuera conocida en el mundo. A mediados de la década de los 70's y a través de la década de los 80's, mediante su poderoso liderazgo, el Sanitarium de Battle Creek creció y llegó a ser una escuela donde se educaron veintenas de médicos y enfermeras y otros profesionales de la salud que de otra manera no hubiese sido posible. LA CRISIS CON EL DR. J. H. KELLOGG Nace en Tyrane, Michigan. Tuvo 16 hermanos. Siendo muy niño la familia se mudó a Jackson, y luego a Battle Creek. Su padre abrió una fábrica de escobas en Battle Creek. A los diez años ya trabajaba en la fábrica con su padre. A los doce años ya estaba en la imprenta de la Review and Herald. A los 14 años ya sabía el oficio y era lector de pruebas. A los 16 años había terminando la escuela elemental y a los 17, en un solo año, terminó la escuela secundaria. Tomó un curso para maestro de educación primaria y calificó. Poseía una energía inagotable. Las noches las ocupaba para leer. Su Relación con los Esposos White Los esposos White, viéndolo tan sobresaliente y dedicado, lo llevaron a su casa y le ayudaron para que adquiriera una preparación superior. Quiso estudiar medicina y los esposos White le ayudaron para que ingresara a la mejor escuela de medicina en los EE.UU. que había en aquellos días, el Hospital Bellevue de Nueva York. En tres años terminó sus estudios de medicina, debido a que por las noches recibía clases especiales de sus maestros. Pero mientras estudiaba medicina servía como redactor asociado de la revista adventista Health Reformer. Al terminar sus estudios regresó a B. Creek. Los dirigentes le insinuaron que él debería ser el director médico, pues era joven y graduado. Kellogg declinó el nombramiento. Pero como la presión era grande, y él solo contaba con 21 años tuvo miedo y se fue a Delaware y se puso a escribir. Pronto los White fueron por él y lo trajeron. Casi lo obligaron a aceptar ser el director médico de la naciente institución. Aceptó, pero con la condición de que el Dr. W. Russell saliera del personal, pues él no podría dirigir teniendo al antiguo director en el personal. En 1876 se hizo cargo de la dirección del hospital. Lo primero que hizo fue cambiarle el nombre de Instituto Occidental de Reforma Pro Salud por Sanatorio B. Creek. Con la salida del Dr. Russell, ocho de los 20 pacientes se dieron de baja en el hospital. Esto no desanimó al joven Kellogg. Se entregó en cuerpo y alma a la administración de la institución. Ahora los esposos White descansarían, tenían en manos jóvenes y competentes la dirección del hospital y todo marcharía bien. Kellogg era equilibrado, de iniciativa y ahora estaba a cargo de los pacientes, de la revista, y ahora los White se podían dedicar de lleno a la obra de la evangelización. Pronto se dio cuenta el joven Kellogg que necesitaba mejor preparación que la de un médico general, muchos pacientes tenía que referirlos a otros hospitales cuando estos requería cirugía mayor. Así que manifestó su deseo de estudiar cirugía en Chicago. Luego en Londres. Fue a Europa, regresó, pero mientras había algún nuevo método médico, él quería estar al día y fue por eso que regresó a Europa para estudiar en Viena, París y Berlín. Esto lo capacitó para llegar a ser, a fines del siglo pasado y en las primeras décadas de este, uno de los mejores cirujanos del mundo. De ahí comenzó una vida de éxito siempre creciente. Su fama como cirujano trascendió las fronteras y los mares. De todas partes venían los enfermos para ser tratados en Batle Creek. No solo era novedad los métodos de cirugía y la destreza del Dr. Kellogg, sino el tipo de medicina que se practicaba en B.Creek. Kellogg no solamente era cirujano famoso, sino un inventor nato. Inventó el Cabinete Eléctrico, y otros aparatos que se usan hoy en hidroterapia. El apegarse fielmente a la filosofía sobre salud y el cuidado de los enfermos trasmitida mediante la pluma de Elena White, lo llevaron a granjearse la confianza y el aprecio del público que visitaba B. Creek. Celebridades del mundo de la ciencia, de la industria, del arte y de la política vinieron a B. Creek. Sienes coronadas de Europa vinieron a tratarse en nuestro hospital. Pero satanás sabía las debilidades del doctor. Y así como Lucifer, en el Cielo, pronto el orgullo y la suficiencia propia comenzaron a aflorar en la vida de J. H. Kellogg. El humilde sanatorio que en 1876 tenía 20 camas había crecido de tal manera que en 1900 tenía 700 camas y era un edificio de cuatro pisos. Kellog era humanitario. Su pasión era vestir al desnudo, cuidar del desvalido, ayudar a los pobres. Creía que cada adventista debería ser un médico misionero. Llegó a sugerir que la obra médica era la médula del mensaje del Tercer Angel. Elena de White no tardó en señalarle al doctor que la obra médica no es el cuerpo del mensaje del Tercer Angel, sino que es la cuña de entrada y el brazo derecho del mensaje. Como líder era humanitario con los desvalidos, pero con los que disentían de sus puntos de vista era implacable. De joven fue ambicioso y de convicciones; ya como adulto y siendo médico fue testarudo y terco, además de rudo. También se volvió celoso con sus rivales en potencia dentro de la medicina. Fue escritor prolijo. Escribió mas de 50 libros, además era orador interesantísimo. En 1905 fue invitado para dar una conferencia sobre salud por el presidente Wilford Woodruff de la Iglesia Mormona en el famoso Tabernáculo en Salt Lake City. Era además vegetariano estricto. Pronto comenzó a tener problemas con los ministros de la iglesia, debido a que él consideraba a los ministros como de escasa educación comparada con la que él había adquirido. Comenzó a criticarlos en cuanto a su dieta. Decía que no observaban el vegetarianismo estricto. Sintió una humillación al hecho de que los ministros dirigieran las juntas del hospital. Textualmente escribió: " Parece incomprensible que los hombres lleguen a exaltarse en su propia estima, de tal manera, que lleguen a creer que un pastor es mucho mejor que un doctor o que un doctor es inferior a un ministro, y que un grupo de médicos cristianos no sean capaces de administrar su propio trabajo y obra." " Los médicos que han sido entrenados en su oficio por años no son capaces de hacerlo, mientras que un predicador que no tiene experiencia en esta obra, llega a creer que por virtud de su credencial ministerial está capacitado para dirigir a los médicos y a las enfermeras." Siempre hacía comparaciones entre médico y pastor. Esta actitud creó un mecanismo de defensa entre los pastores, los cuales comenzaron a criticar a los médicos y al hospital. Levantaron la voz acusando que en el hospital no se guardaba bien el sábado; que había inmoralidad entre médicos y enfermeras. Así comenzó una terrible lucha y resentimientos que no es fácil de erradicar hasta hoy. Satanás conoce y sabe bien qué poderoso es el mensaje de salvación cuando se combinan los dos ministerios en un mismo fin, por eso ha creado división entre el médico y el pastor. Naturalmente, Elena White comenzó a escribir cartas de consejo al doctor, debido a la actitud mostrada. El no recibió de buen grado los testimonios. Pronto se vio que la tensión aumentaba. Fue más evidente, cuando el pastor A. G. Daniells fue nombrado presidente de la Asociación General en 1901. El pastor Irwing fue más consecuente con el doctor. Pero ahora un australiano de carácter estaba al frente de la dirección de la iglesia. En 1901, el doctor, debido a su influencia, logró que prácticamente no hubiera presidente en la Asociación General, pues el pastor Daniells estaba nombrado pero era de membrete. Así, fue necesario que él tomara las riendas de la dirección y actuara sin titubeos. Pronto el doctor y el presidente Daniells entraron en conflicto directo. En 1890 se presentaba la oportunidad al doctor para hacer una nueva acta constitutiva del hospital. Nuevos accionistas entraron. Convenció a la sesión de que se estableciera en la nueva acta constitutiva una cláusula que dijera que el hospital no era una institución sectaria, que estaba abierto a todas las religiones; que nadie debería ser molestado ni importunado en su fe mientras estuviera encamado en la institución. Argumentando que si lograba que el Estado de Michigan reconociese al hospital como una institución no lucrativa eso pondría las bases para solicitar al Estado que también le condonaran impuestos. Se logró, y la condición de no gravarla con impuestos fue que las ganancias se reinvirtieran en la misma institución, o en otras afiliadas, pero que en ninguna manera deberían desviarse las ganancias para otro fin. Kellogg tuvo éxito. Con esta nueva constitución poco a poco el hospital se iría alejando del control de la iglesia. Los médicos y enfermeras le apoyaban. Otros dirigentes como A. T. Jones lo mismo. Elena White le escribió testimonios que el no aceptó. Comenzó a manifestar falta de fe en los Testimonios, y dijo que a Elena White la manipulaba su hijo Guillermo. En un viaje hecho a Europa con el presidente Daniells, Kellogg lo quiso obligar a abrir un hospital en Inglaterra. Daniells le dijo que no estaba lista la iglesia para asumir un compromiso tal. En ese mismo viaje le sugirió al pastor Daniells dudas respecto a las visiones de Elena G. de White. Pronto comenzó a dejar sentir en sus predicaciones ideas esotéricas, tales como: Dios está en todo. El es un efluvio universal que llena todo. Está en el árbol, en la flor, en el ave, en el rayo, está en nosotros. Esto se conoce como panteísmo. Escribió estas ideas en un libro al cual le puso por título: "El Templo Viviente." Algunos leyeron el manuscrito y descubrieron en él ideas raras y extrañas al mensaje del Tercer Angel. Cada vez el hospital y su personal se alejaban más y más del ideal de Dios. Era una lucha sin cuartel, el doctor se había metido en su torre de marfil y era difícil sacarlo. Sólo Dios podía hacer lo que ningún hombre podría hacer. Fue necesario que actuara por fuego. Así el 18 de febrero de 1902 nuestro gran sanatorio se incendió misteriosamente. De los 400 pacientes encamados ninguno pereció, pero todo se quemó hasta los mismos fundamentos. El doctor no estaba en Battle Creek: estaba en Chicago. Cuando se enteró de la noticia por el periódico, cogió el tren, y en pleno viaje comenzó a hacer los planos para un gigantesco hospital que tuviese 1300 camas, contrario al consejo dado por la mensajera del Señor. Se le vino la idea de publicar su libro El Templo Viviente y pedir a la Review que se lo publicara y que se autorizara a los colportores estudiantes que lo vendieran; que las ganancias fueran para construir el nuevo hospital. Se pidió a una comisión de cinco para que revisaran el manuscrito. La comisión estudio el libro. Tres votaron que sí se publicara, y dos que no. Contrario a los reglamentos, la iglesia optó por no publicar el libro. Cuando se le comunicó esto al doctor, apeló al procedimiento, sin embargo los dirigentes se mantuvieron firmes en la decisión. Como la Review aceptaba publicar libros de autores no cristianos y algunos de esos libros no eran los mejores, él, sabiendo que eso se hacía, cogió el manuscrito y lo llevó a los dirigentes de la casa publicadora. No pudiendo aquellos decirle no, aceptaron el manuscrito como el de un cliente particular. Se hicieron las galeras, y cuando estaba listo el libro ya vaciado en planchas de plomo, el día 30 de Diciembre de 1902 el edificio de la Review se quemó hasta los cimientos y con él el libro El Templo Viviente. El doctor, sin embargo, se había quedado con una copia del manuscrito. Lo publicó en otra editorial. Ya no atendía consejos de nadie. Estaba decidido a luchar contra la iglesia viniese lo que viniese y pasara lo que pasara. Su caída Elena de White vio en un sueño la suerte del doctor. Dios se lo presentó como un témpano de hielo que se oponía a la embarcación donde ella y muchos otros viajeros iban. Cuando el vigía dio la voz de alarma diciendo: fIceberg a la vista! Todos temblaron pensando que naufragarían. Ella oyó que alguien con autoridad grito: fNo tengan miedo! fArrementan contra el Iceberg! El maquinista aceleró la máquina al máximo de su capacidad; el timonel enfiló el barco hacia el témpano y arremetieron contra él. La nave chocó con fuerza de tal manera que muchos trastabillaron y cayeron. Hubo algunas averías en la nave, pero no naufragó. Cuando despertó ella supo que el témpano de hielo era el doctor Kellogg. Rápidamente le escribió al presidente Daniells. No le tenga miedo al doctor. "Arremeta contra él. Nada le pasará a esta embarcación." El incendio del hospital y de la Review hizo que muchos atendieran a la voz del profeta que desde mucho había estado amonestando: "Salgan de Battle Creek. No agrada al Señor el hecho de que su pueblo se junte en un solo lugar. Hay que esparcirse e ir a otros lugares. Les parece que una vez en Battle Creek ya llegaron al Cielo o muy cerca del Cielo, y que en Battle Creek no van a tener tentaciones.... No se dan cuenta que en Battle Creek el enemigo trabaja más arduamente. Un gran número de adventistas en un sólo lugar, aumenta las tentaciones al orgullo, a la complacencia propia, al andar charlando y criticando. Este congestionamiento priva a otras localidades del testimonio que los hermanos necesitan dar a sus vecinos." Review and Herald, Abril 14, 1903. Los hermanos comenzaron a emigrar de Battle Creek, la Asoc. General y el sanatorio se fueron a Washington. El colegio a Berrien Spring, Mich. Los hermanos comenzaron a vender sus propiedades y poco a poco Battle Creek comenzó a quedar con pocos adventistas. Por fin el 10 de Noviembre de 1907 la iglesia de Battle Creek quitó el nombre de John H. Kellogg como miembro de la iglesia. Se le invitó a estar presente, pero no quiso asistir. Dijo que la iglesia adventista colapsaría en unas pocas décadas. Hasta hoy su profecía no se ha cumplido. Al ser desfraternizado, comenzó una lucha de carácter legal por las instituciones médicas que estaban bajo la Asociación Internacional de Benevolencia de la cual él era el presidente supremo. La iglesia perdió en la lucha legal contra el Dr. Kellogg. Perdimos el Hospital, perdimos otras instituciones como el hospital de Guadalajara, México. El doctor siguió con su plan de construir el Mamut (hospital gigantesco). Se endeudó a fin de lograr sus objetivos. Vino la depresión de los años de 1929-1931, y no pudo sostener tan gigantesco proyecto. Agobiado por la deuda, lo remató, pero nadie podía comprarlo ni quería comprarlo. Solamente el gobierno pudo financiar la adquisición. Hoy es un edificio controlado por la Defensa Nacional de los EE.UU. El Dr. Kellogg vivió hasta 1945, cuando murió, nunca se unió a otra iglesia, pero ya no fue el mismo. Su sol se apagó. No dudamos que se haya arrepentido, y quizá Dios tenga misericordia de él en el día del juicio. Pero de él se podría decir: ICHABOD. ENTREVISTA CON EL DR. KELLOGG En 1907, poco antes que el doctor J. H. Kellogg fuera desfraternizado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, dos ancianos de la iglesia de Batlle Creek, donde el doctor tenía su feligresía, sostuvieron una entrevista de ocho horas con él. El objeto de esta entrevista era asegurarse si el doctor Kellogg deseaba continuar unido a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, trabajando en armonía, sosteniendo su misión, o, como se rumoraba," preferiría que su nombre fuese eliminado del libro de la iglesia." La transcripción de esta entrevista revela que el doctor Kellogg aprovechó esta oportunidad para justificar su actitud respecto al liderazgo de la iglesia, principalmente contra Elena White. Al tiempo de esta entrevista, la señora White abiertamente le había quitado todo su apoyo al programa del doctor Kellogg y denunciaba sus filosofías, desde luego, después de haber intentado rescatarlo de su mal comportamiento y sus tendencias teológicas peligrosas. Esta historia se halla bien trazada a través de los volúmenes 5, y 6 de la Biografía de Elena White escrita por su nieto. Mientras Kellogg públicamente continuaba aceptando el don profético de Elena White, no podía reconocer al mismo tiempo la veracidad de los testimonios de advertencia que ella había escrito respecto a él. Por lo tanto, la entrevista consistió mayormente de incidentes referidos por el mismo doctor Kellogg, y que ilustran su posición básica respecto a la autoridad de Elena White. Primero, que no todo lo que llevaba su firma es una revelación auténtica, o testimonio. Segundo, que líderes conspiradores a menudo la mal informaban y manipulaban sus escritos a su antojo. Kellogg atacó también la integridad de otros líderes notables de la iglesia, tales como: W. C. White, A. G. Daniells y W. W. Prescott. Para ser honestos, los líderes de la iglesia no estaban libres de reproche en su trato con el doctor. Elena White había reprochado verbalmente a algunos que manifestaron actitudes no cristianas hacia él. Sin duda, aquellos que ella mencionó por nombre podrían haber señalado similares defectos en el carácter del doctor. Es importante recordar, que la entrevista provee únicamente el lado del doctor en esta desavenencia entre las partes involucradas. Dos Acusaciones Básicas Este escrito no intenta justificar las acciones tomadas por los líderes de la iglesia al bregar con el doctor Kellogg, no intenta refutar la defensa del doctor Kellogg de su muy personal teología. Mas bien, considera las implicaciones de las dos acusaciones básicas que el doctor Kellogg hizo en contra de Elena White y su obra. Los muchos incidentes relatados por el doctor y que tienen que ver con Elena White, esencialmente caen bajo uno u otro de estos encabezados: Primero, ¿es inspirado, o es una revelación todo lo escrito por Elena White? Segundo, ¿podemos confiar con seguridad que sus escritos representan el mensaje de Dios? La primera pregunta es contestada inequívocamente por Elena White misma. Veamos: Hay veces cuando deben declararse cosas comunes, pensamientos comunes deben ocupar la mente, deben escribirse cartas comunes y se debe dar información que ha pasado de un obrero a otro. Tales palabras, tal información, no son dadas bajo la inspiración especial del Espíritu de Dios. Claramente, Elena de White reconoció que no todo lo que ella escribió debe considerarse inspirado. Esta respuesta conduce lógicamente A otra pregunta: ¿Y cómo podemos saber cuál es una revelación y cuál es una mera opinión de Elena White? Elena White misma ofrece ciertas pautas que nos ayudan a dar una respuesta a esta pregunta (lea Mensajes Selectos, Vol. 1 pp. 38,39). Sin embargo, sería peligroso si no imposible, establecer reglas para separar aquello que es inspirado de lo que constituye un opinión personal. Por ejemplo, gen qué categoría colocaríamos un consejo dado para solucionar una crisis, que fue basado en una instrucción divina recibida durante una situación similar pero diferente? En tal caso, la sabiduría divina estaría en juego, aunque ninguna revelación nueva ha sido dada para esa particular ocasión. Tan compleja en algunos aspectos como esta cuestión podría parecer, no hay incertidumbre respecto a los muchos testimonios de Elena White que indican claramente la fuente de su información. Expresiones tales como: "Me fue mostrado" o "por la luz que me ha sido dada por Dios," "usted me ha sido presentado por Dios como" . . ., dejan escaso margen de duda respecto a la autoridad que ella pretende. Sin embargo, en la entrevista de 1907, el doctor Kellogg conduciría al lector a suponer que aún mensajes como estos, serían basados nada más que en un rumor equivocado. Como evidencia de su punto de vista, Kellogg mencionó varios ejemplos en los cuales los testimonios recibidos por él y por otros, los hechos eran diferentes o contrarios. Los casos según los relata él mismo, parecen convincentes. En un intento por verificarlos, sin embargo, hallamos que su credibilidad se torna sospechosa. Uno de los obstáculos al documentar sus pretensiones es el hecho de que muy poco se refiere a registros escritos. La mayoría de los incidentes tienen que ver con conversaciones ("yo dije, "ella dijo" "dijeron") donde el testigo citado, no podía defenderse en contra de una mala interpretación. Lo que tenemos es únicamente el testimonio del doctor Kellogg respecto a lo que fue dicho. En aquellos ejemplos o casos donde los registros existen, hallamos: una mezcla de verdad, medias verdades, mala representación y a menudo exageración. En algunos puntos su registro es correcto. Por ejemplo, el doctor Kellogg sostuvo que jamás recibió los testimonios publicados (Series B, No. 6 pp, 5 -10) antes que estos aparecieran impresos al público. Hasta lo que los registros pueden mostrar, lo que pasó fue un olvido de parte del personal de apoyo de la señora White. Pero el doctor enfáticamente acusaba que un párrafo en particular de un artículo, había sido interpolado o insertado en el manuscrito original, al tiempo de su publicación, para hacer aparecer de que él había actuado en contra del consejo divino. El Patrimonio White es muy afortunado al poseer el original de ese artículo, y mientras es evidente que los asistentes literarios de la señora White rearreglaron el material, como a menudo lo hacían al preparar la copia final, cada párrafo hallado en la copia publicada puede hallarse en el original, refutando en forma clara las acusaciones que el doctor Kellogg presentaba como hechos. Experiencia de la Panadería de College View Como una ilustración de lo que implica verificar una de las historias de Kellogg, así como también verificar cómo una presentación seleccionada de que los hechos pueden mal representar el desarrollo actual de los eventos, es el relato que hace el doctor del caso de la panadería de College View. A como él contó la historia, cuando el Colegio Unión comenzó, se solicitó permiso del Sanatorio de Battle Creek para abrir una panadería con privilegios de venta para cada cual al oeste del río Misisipí. Este permiso fue concedido con el entendimiento mutuo de que si en el futuro se abriese un sanatorio en ese lugar, el negocio de la panadería se entregaría al sanatorio. En efecto, se abrió allí un sanatorio más tarde, y Kellogg escribió a la Asociación General explicando el acuerdo y pidiendo el control de la panadería. La Asociación General nombró un comité el cual en su informe especificó que la panadería debería ser devuelta de acuerdo al convenio anterior. Kellogg afirmaba que cuando N. W. Kauble, el nuevo presidente del colegio miró la situación, sintió que el sanatorio de Nebraska no tenía el derecho de recibir las ganancias, puesto que el colegio estaba a cargo de todo el programa. Después de bregar con el comité local, Kellogg llevó el asunto nuevamente ante la Asociación General y le pidió al secretario buscase la solución original. Al hallar el voto anterior, el caso fue cerrado. Sólo Morrison, Santee y Westphal votaron en contra de la decisión. Kellogg relató en la entrevista, que se encontró al pastor Haskell y después de saludarlo y relatarle el caso le preguntó que si qué pensaba él del asunto. Haskell respondió: "por supuesto que usted tiene toda la razón, deberían cumplir con lo acordado: la panadería pertenece al sanatorio." Kellogg luego hizo una "predicción" a Haskell diciendo, que Santee le escribiría a la señora White mal informándole de la situación, y que él pronto recibiría de la señora White un testimonio de condena por su actitud y exigiéndole devolviese la panadería al colegio. Según el doctor Kellog, en menos de tres meses le llegó un testimonio diciéndole: "Usted le ha robado al colegio . . . La Asociación General debería tener vergüenza de haberle permitido que usted los intimidara. Uno que estaba presente oyó sus palabras de amenaza." Se le ordenó a Kellogg que devolviera inmediatamente la panadería y a la Asociación General se le ordenó cancelara el voto, pero ni la Asociación General ni él hicieron caso, pues todos vieron lo inequitativo del testimonio. El doctor Kellogg protestó ante la señora White acerca de este testimonio, y entonces W. C. White le dijo: "No pienso que usted oirá más acerca de este asunto." Kellogg terminó su historia diciendo que en efecto eso fue lo último que él oyó acerca de la panadería, y que nadie hizo nada para corregir el asunto. Diferente a muchos otros incidentes que Kellogg contó en su entrevista, esta historia trata con un número de eventos y comunicaciones que se prestan a verificación. Nutrida y amplia documentación está disponible en el Patrimonio White (véase "La Panadería de College View"), pero aquí sólo resumiremos los resultados al comparar la versión de Kellogg con los registros históricos con que contamos. El doctor Kellogg tiene razón al declarar que la Asociación General sostuvo su voto en 1900, cuando reafirmó el voto anterior de 1895, el cual decía que las ganancias de la panadería se deberían entregar al sanatorio. Pero lo que él selectivamente omitió en su historia, es el hecho de que cuando Kauble llegó a ser administrador del colegio y presionó para determinar quién era dueño de la panadería en 1898, un comité reestudió el asunto y recomendó revocar el voto de 1895, en el cual la Asociación General entregaría las ganancias de la panadería al sanatorio, en atención al pedido presentado por los hermanos representantes del distrito número 4, a menos que arreglos satisfactorios pudieran hacerse con la Asociación Misionera Médica y de Benevolencia, a fin de dividir las ganancias entre el Sanatorio y el Colegio Unión. Las minutas revelan que Kellogg vino a la junta cuando se trataba ese punto, y habló en contra de la moción, reclamando el derecho del sanatorio a las ganancias de la panadería. Sin embargo, se tomó el voto. Aparentemente, esta acción no se trajo a colación en la discusión de 1900 cuando Kellogg nuevamente hizo presión respecto a sus reclamos; y por cierto ni la mencionó en la entrevista, dando la impresión de que no había duda respecto al convenio. Claro, contando únicamente con el voto de 1895, el cual Kellogg pidió al secretario de la Asociación General que buscase, se entiende por qué el comité sintió que lo correcto era apoyar la resolución original. Y cualquiera, ingnorando o desconociendo la rescisión de 1898, tendría que estar de acuerdo con los argumentos del doctor Kellogg, incluyendo al mismo pastor Haskell. El doctor Kellogg supuso que Santee le escribió a la señora White, lo cual fue cierto, dándole un informe de la reunión y substanciando su apelación, al incluirle copias de los votos anteriores de la Junta de la Asociación General. El mes siguiente, Elena White le envió al doctor Kellogg la primera de varias cartas, en la cual ella reprobaba su actitud al querer controlar la panadería. El hecho de que el voto de 1895 había sido anulado después de haber reestudiado el asunto, arroja una luz considerable respecto al cargo de que el testimonio de Elena White fue mal orientado. Pero Kellogg pretendía más aun. Aseguraba que los líderes se opusieron al no atender el testimonio, debido a que todos vieron era una injusticia. El hecho es que los dirigentes de la Asociación General tuvieron intensas confrontaciones con Kellogg sobre este y otros asuntos relacionados, y que una solución respecto a la controversia suscitada por la pertenencia de la panadería, fue lograda entre las partes involucradas, sin ninguna intervención de la Asociación General. (Ver el documento referido para mejor comprensión). Y respecto a Elena White, ella jamás se retractó de la veracidad de su testimonio. Hablando de la visita que le hizo el doctor Kellogg, escribió: Me dio un informe de lo que sucedió en la junta en College View. Me presentó cosas contrarias a la manera en que estas me habían sido presentadas a mí por el Señor. Me relató asuntos como si él fuera el único que no estaba equivocado. Yo le dije: "El Señor me ha instruido respecto a ese asunto. Cuando yo esté convencida de que es la voluntad de Dios cambiar mis opiniones, se lo haré saber. . . Quiero que sepa, Dr. Kellogg, que cada palabra que le he escrito a usted respecto a este caso es correcta." Pero no aceptó la manera en que le presenté el asunto como si fuese correcto, y yo tampoco acepté sus declaraciones. . . y allí quedó el asunto. Pero cada palabra de la presentación respecto a lo que sucedió en College View es cierta. --Carta 160, 1902. El hecho de que Elena White muchas veces recibió información inicial acerca de eventos en las iglesias de fuentes humanas tales como cartas y conversaciones, hacía dificultoso a la mente del doctor Kellogg aceptar sus consejos como provenientes de Dios. Esto puso la base de abundante crítica hecha a la autoridad de la señora White. En ninguna de sus cartas le escribió a Kellog acerca del asunto de la panadería pretendiendo que la información de las reuniones le llegó por revelación. Pero sí afirmó, que los consejos reprobando sus acciones provenían de "Uno de gran dignidad." Cuando cuestionada sobre este asunto al principio de su ministerio, Elena White citó el caso de las carta del apóstol Pablo, las cuales escribió después de haber recibido informes de los problemas que había en las iglesias. Ella explicó también, que "el Señor no le había dado a Pablo una nueva revelación para ese tiempo especial. ... El reproche enviado a ellos fue escrito bajo la inspiración del Espíritu de Dios, como fueron cualquiera de sus epístolas." Sin embargo, algunos tomaron la posición de que "él les había dado su opinión como hombre y nada más." (5T.65-66). La Segunda Acusación Otra acusación muy repetida del doctor Kellogg era de que otros interferían, y a menudo manipulaban los escritos de la señora White, y así no se podía confiar que ellos representaran su posición con certeza. Particularmente acusaba a su hijo Guillermo White, por ejercer demasiado control sobre la obra de su madre, citaba ejemplos donde los testimonios fueron retenidos por él. En estos casos Kellogg no creía o no sabía que él le pedía permiso a su madre, y ella daba su consentimiento antes que tales acciones tuvieran lugar. Indudablemente, algunos mal usaron los Testimonios de Elena White como un látigo para castigar al doctor Kellogg y hacerlo entrar a la horma, igual que algunos hoy continúan mal usando los testimonios. Unos pocos líderes claramente estuvieron ocupados en una campaña para hacerlo a un lado. Pero implicar que los testimonios fueron amañados, y que Elena White no era responsable por lo que salía de su oficina y llevaba su firma, es un cargo muy serio e insostenible. Aceptar la posición del doctor Kellogg, es aceptar la conclusión irracional que aunque el Señor estaba interesado en darle un mensaje a su profeta, también estaba de acuerdo en permitir a otros manipular a su mensajera al grado de que cuando el mensaje se enviara fuera sin valor e indigno de confiar. Sin embargo, esa es la única conclusión posible a la que uno puede llegar, si rehusa aceptar el contenido de sus mensajes. La cosa desafortunada es que Kellogg hizo sus declaraciones tan enfáticas que uno tiende a sentir que está diciendo la verdad. Por ejemplo, Kellogg no podría haberlo dicho más enfáticamente, cuando sostuvo que W. C. White manufacturó un "testimonio" de las cartas personales de Elena White, acusando a Kellogg de que este estaba logrando el control del tabernáculo de Batle Creek. Kellogg admitió que la carta era firmada por W.C. White, pero dijo que fue sacada de un carta personal con el fin de dar la impresión de que lo que allí se decía era revelación de Dios. Kellogg afirmaba: "esas eran cartas privadas a personas en particular, y en ninguna de ellas la señora White dijo: `el Señor me mostró esto'." En realidad, el documento preparado por W. C. White se presentó como "Extractos de las Cartas escritas por la Sra. Elena G. de White," y contenían no menos de tres expresiones indicando que ella había tenido iluminación divina al escribirlas, incluían esta declaración: "He visto que líderes de la obra médica en Battle Creek tratarán de tomar posesión del Tabernáculo"-- dicho esto en una carta personal, sí, pero revelando una fuente sobrenatural de información. Ya sea que Kellogg era simplemente ignorante de estos hechos, o deliberadamente estaba tratando de engañar, jamás lo sabremos. Pero cualquiera que lea su entrevista sin una actitud crítica, aceptará como hechos sus más enfáticas aseveraciones. ¿Qué debiéramos aprender de esta entrevista? Uno debería dedicar tiempo considerable a la investigación de cada cargo hecho por el doctor Kellogg; y, si se hallase suficiente documentación, es posible que en algunos puntos se viera que él estaba en lo correcto. Por otra parte, uno hallaría ejemplos adicionales donde se probaría que él estaba enteramente equivocado. En un análisis final, nuestra fe en que el Señor está guiando el movimiento adventista y nuestra confianza en los mensajes del Señor a través de su sierva, debe fundarse no en el testimonio de una persona, sino en la Palabra de Dios y el testimonio de su Santo Espíritu. "Dios no se ha propuesto removernos toda posibilidad para la duda. El nos da evidencias, las cuales deben ser cuidadosamente investigadas con mente humilde y un espíritu dispuesto a aprender, y entonces debemos decidirnos por el peso de las evidencias." (3T 225)

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