No quedará piedra sobre piedra
No quedará piedra sobre piedra
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Cuando Jesús salía del templo, se acercaron sus discípulos y le señalaron los edificios del templo. Mateo 24:1
Las palabras de Jesús: "Vuestra casa quedará desolada", dejaron a los sacerdotes con una sensación de peligro inminente. También preocuparon a sus discípulos. Mientras salían con él del templo, llamaron su atención a la fortaleza y belleza del edificio. (Mar. 13: l.) "Las piedras del templo eran del mármol más puro, de perfecta blancura y algunas de ellas de tamaño casi fabuloso. Una porción de la muralla había resistido el sitio del ejército de Nabucodonosor. En su perfecta obra de albañilería, parecía como una sólida piedra sacada entera de la cantera. Los discípulos no podían comprender cómo se podrían derribar esos sólidos muros". "Josefo compara las murallas de piedra blanca del templo con la hermosura de una montaña cubierta de nieve, y da las fabulosas dimensiones de algunas de las piedras empleadas en su construcción: 45 por 5 por 6 codos (es decir, unos 20 por 2 por 2,5 m)". Jesús y sus discípulos bajaron la empinada cuesta que llevaba al valle de Cedrón. "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?" (Mat. 24:3).
"Al formular su pregunta, los discípulos tenían en cuenta los mensajes mesiánicos de los profetas del AT. Sin embargo, ellos, al igual que muchos otros Judíos, no comprendían que las promesas hechas por Dios a Israel sólo podían cumplirse si se daban las condiciones necesarias". Ellos creían, al igual que muchos judíos, que el Mesías desaparecería por un corto tiempo y regresaría de algún lugar secreto. Después de una "segunda venida" así, el reino mesiánico permanecería para siempre. Jesús sabía que la destrucción final de los grandes muros del templo en el año 70 d.C. por las legiones romanas bajo la dirección de Tito (a pesar de sus esfuerzos para salvarlo) no ocurriría por manos humanas. "Ángeles de Dios fueron mandados para destruir el templo, de modo que no quedara ni una piedra sobre otra de las que no hubieran sido ya derribadas".
¡Podemos confiar en las palabras de Cristo! Nuestra fe debe ser fortalecida mientras consideramos las profecías que todavía no se han cumplido.
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