SOMOS NOVIOS
Por: Guillermo Durán
Benjamin miró a Claudia con un dejo de nostalgia. Todo había terminado. Ya no habría más paseos a la luz de la luna, ni largas tertulias en la sala, ni salidas domingueras, ni los momentos en que juntos trataban de estudiar. Acaso nunca más se volcarían el uno al otro para expresarse sus sentimientos. Benjamín sabía que todo iba a fracasar. lo intuyó antes de manifestarle su amor a Claudia, pero se engañó pensando que el amor vencería todos los obstáculos.
¡Habían terminado como novios! Ambos estaban desesperados, se sentían a la vez marcados y decepcionados. ¿Qué harían? Todo había terminado para ellos, su vida amorosa nunca podría reconstituirse...
Así pensaba Benjamín, estudiante, 14 años, y Claudia, estudiante, 13 años.
¿Quién Inventó el Noviazgo?
¿A quién se le habrá ocurrido inventar esta relación que tantos problemas suele traer? Bueno, admitamos que también es muy gratificante y deja excelentes recuerdos. Pero, ¿cómo podemos armonizar ambas cosas?
En algunos pueblos de la antigüedad eran novios aquellas personas cuyos padres comprometían desde niños para ser esposos. También se aplicaba a quienes se prometían mutuamente en matrimonio, previo depósito de una suculenta dote. Además, se llamaba novios a los que contraían enlace o a los recién casados.
El diccionario se encarga de definir el asunto: los novios son personas recién casadas o que mantienen relaciones amorosas con intención de casarse. Etimológicamente, novio es aquel que se va a casar.
Nuestro siglo nos ha enfrentado con muchos problemas que son tan antiguos como el mundo y nos encontramos ante lo que podemos definir inequívocamente como una crisis. Pero el noviazgo es una de las ventajas de nuestra época.
¡Claro que sí!
Tienes la oportunidad de elegir y hacerlo bien, porque gracias al noviazgo puedes:
- Tener un período de exclusividad con una persona para conocerla a fondo. ¡Sí, conocer hasta sus defectos!
- Conocer el porqué de las afinidades y las diferencias, las que cuando eran sólo amigos se explicaban diciendo: "me gusta", "no me gusta".
- Evaluar sinceramente el carácter de tu media naranja, usando la Palabra de Dios para calcular su nivel espiritual y moral.
- Ver si coinciden los objetivos que se han propuesto en la vida.
- Analizar de cerca cuál es su relación con la iglesia y especialmente si comparten una íntima comunión con Dios.
- Profundizar tus afectos con la comunicación y el contacto cotidiano.
- Conocer a la familia, que inevitablemente pasará, si te casas, a ser tu familia.
- Medir verdaderamente el amor con el termómetro de la paciencia, renunciación y el perdón.
- Planificar, ¿por qué no?, qué pasará con los estudios, cómo juntarán dinero para los gastos de¡ hogar, dónde vivirán, si deberán trabajar ambos, y ¡cuántos niños tendrán!
Después de un tiempo estarás en condiciones de tomar una decisión. Si has sido perseverante en la oración y te has dejado orientar por los consejos divinos, podrás decir: "Esta ha de ser mi pareja para toda la vida", o "jamás seremos felices si nos casamos".
Un joven me afirmó que se casaba a pesar de que sabía que su novia tenía grandes defectos y que no congeniaban, sabía que su matrimonio sería un via crucis. ¿Y por qué daba este paso? Porque todos en el barrio, en la iglesia y sus padres mismos no entenderían una ruptura después de cuatro años y medio de noviazgo. Se casaron, y su vaticinio se cumplió. Hoy están separados.
Pero, ¿qué dirá la gente si rompo mi noviazgo? Vuelvo a repetirte, si has sido obediente al Señor y sincero contigo mismo no debe asustarte el terminar una relación cuando todavía es tiempo. Siempre es mejor disolver un mal noviazgo que comenzar un mal matrimonio o terminar en un divorcio. La gente (los vecinos, los hermanos de la iglesia) no se casará contigo ni te resolverá los problemas que surjan en tu matrimonio.
Cuando Prevenir Es Mejor que. . .
"Si tú, hermano mío, te sientes tentado a unir los intereses de tu vida
a una niña joven, sin experiencia, cuya educación en los deberes comunes y prácticos de la vida diaria es verdaderamente deficiente, cometes un error" (Mensajes para los Jóvenes, pág. 435).
Dijimos que novio es alguien que piensa casarse. ¿Puede pensar en casarse alguien que física y emocionalmente no está desarrollado? Seguramente las representantes del sexo "¿débil?" están pensando: "Pero las mujeres maduramos físicamente antes que los hombres. No hay muchos cambios después de los 15 años". Eso es lo que piensan ustedes. Hay muchos cambios más, sobre todo en lo que atañe a nuestra madurez mental. Algunos psicólogos piensan que el joven moderno alcanza su madurez psicológica recién a los treinta años.
¿No sería bueno hacernos algunas preguntas antes de buscar un novio? Por ejemplo:
- ¿Ha madurado nuestra experiencia religiosa?
- ¿Tienes una buena relación con tus padres?
- ¿Te conoces a ti mismo?
- ¿Has definido tu vocación?
- ¿Has madurado emocionalmente?
- ¿Tienes solvencia económica? Si aún no has definido tu relación con Dios no puedes emprender la aventura de buscar a alguien que comparta tu vida, pues con seguridad tampoco sabrás definir tus obligaciones conyugales.
Nadie más interesado en tu felicidad que tus padres. Sus consejos te serán valiosos para elegir tu pareja, sobre todo si han demostrado ser piadosos. Además, nada es peor que pensar en buscar un novio que nos ayude a liberarnos de¡ "yugo" de nuestros progenitores.
Si aún no sabes lo que quieres, o quién eres, no puedes intentar conocer íntimamente a otra persona.
Si tienes una meta en la vida será mucho más fácil conocer y dejarte conocer, y sabrás el tipo de compañía que necesitas.
Es triste descubrir que la mayoría de los jóvenes comienzan un noviazgo cuando aún no pueden superar la crisis de la adolescencia. Frecuentemente encontrarnos parejas hermosas que terminan en el fracaso porque no habían madurado emocionalmente. Muchas "novias" me han expresado su desilusión porque no son tratadas como esperaban, porque su "novio" se comporta con ellas como si fueran muchachos y hasta les han propinado alguna paliza. Esta es una escena frecuente en la pareja de adolescentes que aún no pueden controlarse a sí mismos y parecen (si acaso no lo son) dos niños peleándose por un juguete.
No me interpretes mal, no debes ser rico para casarte, pero tampoco puedes pensar en casarte si no tienes los medios para mantener tu hogar. Y si no vas a casarte pronto, no te
conviene comenzar un noviazgo que dure varios años. (los noviazgos largos no son recomendables. Dos personas genuinamente cristianas pueden conocerse muy bien en dos años y estar listas para contraer matrimonio.) ¡Por favor, no basta el pan y las cebollas ... ! Para casarse se debe tener lo elemental y pensar en vivir independientemente, con entradas propias. Si te pones a sacar cuentas encontrarás que se necesita invertir bastante dinero.
El Fracaso y la Presión Social
Una revista femenina publicó recientemente una encuesta a 276 matrimonios de 25 a 35 años. De ellos sólo 3 matrimonios resultaron del primer noviazgo. Para 15 personas su cónyuge fue el primer novio/a. Y en el resto, todos habían fracasado en su primer intento, y muchos aún en el segundo y el tercero. Sin embargo, todos recordaban con cariño su "primer amor".
¿Era preciso pasar por esta experiencia o fracaso? la respuesta necesariamente es no. De ningún modo un joven cristiano tiene que recibir un golpe tal en la vida. Basta con sólo analizar cuidadosamente los puntos antes mencionados que nos darán un reflejo fiel de dónde estamos parados.
"Deberían mantenerse sujetos los afectos juveniles hasta que llegue el tiempo en que la edad y la experiencia suficientes, permitan libertarlos con honra y seguridad" (ibíd., pág. 449).
Si sólo te detienes a pensar, te percatarás de que quien se pone tempranamente de novio no tiene la oportunidad de disfrutar plenamente su juventud con la gente de su edad. Generalmente el noviazgo se plantea como una relación exclusiva y quienes están de novios deben dedicarse cierto tiempo a diario, lo que les impide participar de distintas actividades en grupo.
El joven que aprovecha esa etapa de la vida buscando amigos y actividades que llenen su tiempo libre, llega al noviazgo contento pues no sólo ha gozado su juventud sino que también ha tenido la oportunidad de elegir entre muchos amigos, a aquel que puede ser su pareja.
¡Y qué ventajas tiene! Conoce sus gustos, inquietudes y hay una comunicación fluida. Ambos se entienden y se aprecian ¡son amigos! Y esto es ya mucho decir.
Es muy triste escuchar a ese muchacho que contempla embelesado a una señorita brillante y dice: "¡Qué extraordinaria! Si yo no estuviera comprometido... Si no me hubiera atado. . .".
"El noviazgo tal cual se realiza en esta época es una farsa e hipocresía con la cual el enemigo de las almas tiene más que ver que el Señor. Si en algo se necesita el buen sentido es en esto, pero el hecho es que éste tiene poco que ver en el asunto" (ibíd., págs. 447, 448). No hay razones valederas para plegarnos a las filas de los que se engañan mutuamente llamándose novios, aunque saben que están muy lejos del matrimonio.
Si todos cometen un error, no lo hagas tú, y en el futuro no tendrás que lamentarte de ellos ni tendrás momentos de melancolía al recordar tu carrera romántica.
Cuando hayas definido tu relación con Dios y tu vocación, cuando ya tengas las armas para lanzarte a conquistar la vida desarrollando tus capacidades al máximo, cuando pienses que ya estás listo para formar tu hogar, entonces deja de buscar buenos amigos y piensa cuáles serían los mejores esposos. De allí en adelante puedes decir que buscas un novio.
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