DOMA TU TELEVISION
Por: Guillermo Durán
Hasta hace poco tiempo estaba rotundamente convencido de que lo único que se podía decir acerca del televisor era: "No puede estar en su hogar". La realidad me ha llevado a pensar de otra manera.
La televisión ha llegado a ser parte de la vida cotidiana en el mundo occidental. Si un nativo de una tribu ignota y aislada fuese enviado a estudiar a los habitantes de nuestro hemisferio, encontraría algo común: la presencia
de un televisor en casi todos los hogares.
Debernos situarnos frente a un hecho, la televisión ha sentado sus reales en los hogares cristianos. Los adolescentes y jóvenes de hoy son los niños que ayer veían por lo menos seis horas semanales de TV (se estima que un niño ve un promedio de dos a tres horas diarias de TV). Por ello, presentamos algunas pautas para utilizar provechosamente y controlar el televisor. No pretendemos criticar aisladamente cada programa, sino dar los elementos que te permitan actuar frente a cada programa y al hábito de ver TV, con la prudencia e integridad necesarias.
- Analiza tu situación.
Antes de tomar cualquier medida debes saber dónde estas parado.
Anota en una tarjeta los horarios en los que ves TV. Observa lo siguiente:
- ¿Hay determinadas horas en las que ves con más frecuencia TV?
- ¿Cuántas horas diarias estás frente al televisor?
La TV es una especie de droga que crea adición. Ya tienes frente a ti un cuadro de la situación en la tarjeta que confeccionaste. Si observas que la TV está presente diariamente en ella y ocupa gran parte de tu tiempo, reacciona y rompe este mal hábito.
- Determina el tiempo que podrás dedicar diariamente a la TV.
- Elige los programas que verás.
Nuevamente toma un papel y descuenta las horas que diariamente tienes comprometidas (reposo, estudio, trabajo, aseo, comidas, etc.; aproximadamente 18 horas); divide las horas libres que te quedan entre los momentos que dedicas a la oración y la meditación, a las actividades y reuniones en la iglesia, a tus amigos, a la TV y otras. En ningún caso tu actitud sería coherente con lo que crees si le dedicaras más tiempo al televisor que a tu comunión con Dios. Sólo con esta medida encontrarás que has puesto las cosas en su debido lugar. Ver TV no es una de tus obligaciones, relacionarte con Dios y tu familia, estudiar y trabajar sí lo son.
Si por algún motivo no puedes usar tu tiempo para ver TV algún día, no podrás acumularlo al de ningún otro día de la semana. Recuerda que tu programa es diario.
Ya que tienes poco tiempo disponible, selecciona los mejores programas. Mira lo que valga la pena y no sólo por pasar el rato". El cristianismo no es una camiseta que nos ponemos para mostrarnos frente a la gente y nos la quitamos ante el televisor. Pablo define la actitud correcta a seguir: "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Fil. 4: 8).
La televisión produce una cultura homogénea, no precisamente de altos ideales, y tiende a unificar al adolescente, al joven y al adulto sin distinguir edades ni culturas. La TV comercial usa abundantemente algunos ingredientes que no están acordes a nuestro estilo de vida:
- La violencia:
Podrás decirme que nada más violento e impresionante que la ilustración de la mano de Jesús atravesada por el clavo, y sin embargo tan necesaria para la comprensión de su sacrificio. Pero la TV usa la violencia sin sentido, sólo como un elemento para atraer al gusto pervertido. Una serie firmada recientemente proyectó 123 actos violentos por hora. "La televisión con violencia es un detonante permisivo para los niños y adolescentes que la llevan latente; y lejos de ser una catarsis, incentiva los instintos" afirman las investigadoras Rey y Ezcurra.
- Una idea equivocada del sexo.
Este don divino se presenta como un fin en sí mismo. Todo parece girar en torno a las conquistas y desventuras sexuales. En la moral televisiva el adulterio parece bueno y la fidelidad absurda; el divorcio es presentado corno algo natural. Hasta los espectáculos cómicos y musicales, y los cortos publicitarios apelan al sexo para captar la atención.
- El egoísmo.
Se resalta el individualismo y se expone la teoría de la supervivencia de¡ más apto. El éxito en los asuntos materiales se coloca como la verdadera medida de¡ hombre.
- La intemperancia .
El alcohol, el tabaco y los malos hábitos son moneda corriente en los personajes televisivos.
Puedes estar seguro de que Jesús no habría sido jamás el héroe de algunas de estas series.
Una reunión familiar para evaluar la programación elegida será, sin duda, de gran provecho para todos.
- Cuida tu libertad.
- Analiza los avisos comerciales.
- Busca actividades que reemplacen a la TV.
- Cultiva la buena lectura.
- Diálogo sí, TV no.
- Planea una semana sin TV.
Todos los jóvenes quieren ser libres, pero hay quienes rechazan actividades muy atractivas y propias de su edad para no perder su programa favorito. ¡No, no lo permitas! La TV no debe robarte tu juventud. ¡Sé libre!
Se calcula que un habitante de 18 años que vive en una gran urbe, habrá pasado 25.000 horas de su vida frente a un televisor y recibido 350.000 mensajes publicitarios. Estos mensajes crean necesidades, apelan mayormente a los jóvenes y venden productos nocivos como el tabaco y el alcohol. Además parecen decirnos que todos los problemas y necesidades de un joven puede satisfacerlos la tecnología, ya sea con un chocolate o un auto deportivo. También provocan impaciencia ante las gratificaciones que no se pueden alcanzar tan fácilmente como aparentemente lo hacen los personajes televisivos. Tú puedes aprovechar las tandas comerciales para demostrar tu capacidad de crítica y discernimiento, buscando las falacias y trucos que se usan en estos mensajes y comentándolos con tu familia y amigos.
Haz un plan de actividades religiosas, culturales y recreativas para la semana. De esta manera no tendrás tiempo para estar sentado entre cuatro paredes y con la vista fija en la "linterna mágica".
La televisión reduce tu radio de atención y tu capacidad de expresión, tiende a desgastar tu caudal lingüístico y fomenta el lenguaje común. la lectura, por el contrario, favorece el pensamiento abstractivo y la meditación, No dejes de proponerte una meta diaria de lectura.
El aparato de TV no debe estar en los lugares donde se reúne la familia para tener momentos en común. la presencia del televisor en los momentos de la comida y la sobremesa entorpece la comunicación familiar.
Prueba dejar la TV por una semana, luego evalúa los resultados. ¡Verás que has recuperado una parte de ti mismo!
Este no es un reglamento para restringir el uso de¡ televisor. Dios nos ha dado la capacidad de elegir, y tú has elegido ser salvo. Por eso, estos consejos pretenden ayudarte a formar un criterio que te capacite para usar con sabiduría el televisor. Sin embargo, la mejor síntesis que podemos hacer, aunque parezca ambigua, es: "El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo" (1 Juan 2: 6, versión Dios Habla Hoy). Nada más seguro que invitar a Jesucristo a que también comparta junto a nosotros un sitio frente al televisor.
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