Marcos 9:38-41
No somos los únicos
38 Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. 39 Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. 40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. 41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Metodistas, Pentecostales, Nazarenos, Presbiterianos, Reformistas, Asambleistas, y ni que decir de los bautistas. Hay iglesias bautistas de todos los colores y sabores. Tenemos bautistas independientes, bautistas del sur, bautistas reformados, bautistas bíblicos, cristianos bautistas y así por el estilo. Por el otro lado tenemos las iglesias no-denominacionales o interdenominacionales, que dicen que Cristo no vino a fundar a los Nazarenos o bautistas, sino que todos debemos ser uno en Cristo. La confusión es tal que a veces hasta nosotros andamos confundidos. Esta tarde quisiera aclarar un par de confusiones al respecto.
I. Cuando otros predican de Cristo
Un argumento muy común que yo he escuchado es que Jesús vino a fundar
una iglesia y que las diferentes denominaciones son un invento moderno. Se usan datos como "tal iglesia fue fundada por tal persona en el año tal" e inclusive llegan a llamar a todos los grupos evangélicos "protestantes". En primer lugar, el concepto de que la iglesia fue inicialmente una y que después de la reforma se ha dividido en muchas denominaciones es un concepto sin fundamento y completamente equivocado. La historia contradice esta teoría, puesto que nos cuenta que desde el principio de la iglesia, y en esta ocasión, aún antes de la fundación de la iglesia, había varios grupos que predicaban por separado la salvación en el nombre de Jesús. En esta ocasión es Juan, el discípulo amado, quien hace de portavoz y comunica a Jesús que hay otro grupo que predica, pero que no se quiere unir con ellos. Antes del principio de la iglesia, entonces, ya habían otros grupos que predicaban el mismo mensaje, pero que no pertenecían a la misma organización. Más tarde, en las cartas de Pablo podemos ver que habían varios grupos. Pablo inclusive, después de una discusión grande con Bernabé, decide que se separen los ministerios y se va él con Silas, mientras Bernabé se junta con Juan Marcos para empezar un nuevo ministerio. Las separaciones y los múltiples ministerios no son, entonces, una cosa moderna, sino que han existido desde los tiempos del Señor Jesús.
II. A los hombres no nos gusta
Una cosa sí es segura, tanto a los discípulos de entonces como a muchos de nosotros hoy en día, no nos gusta la idea de que haya otros grupos predicando el mensaje de salvación en Jesús.
Los discípulos aquí, liderados por Juan, muestran un poquito de las dos posiciones. Primero intentan que haya un solo grupo y les piden que se unan a ellos, cuando los otros no quieren unirse, los condenan y los tratan como equivocados.
Estas dos formas se mantienen hasta hoy, los unos que quisieran que desaparecieran todas las barreras denominaciones y todos fueramos un sólo grupo adorando al Señor, y los que están contentos de estar separados porque piensan que todos los demás están equivocados. Y la situación a veces se pone cómica, puesto que ambos grupos se basan en la Biblia para afirmar sus posiciones.
Los separacionistas se basan en pasajes de la Biblia que hablan sobre la doctrina como II Juan 9-11. En este pasaje la Biblia nos enseña a mantenernos apartados de los que no tienen la misma doctrina que nosotros, por lo tanto, siendo que los pentecostales y los presbiterianos y metodistas tienen ligeras diferencias doctrinales, debemos mantenernos apartados de ellos y evitarlos como a una peste.
Por el otro lado, los unionistas, se basan en pasajes como Juan 17:21 "para que todos sean uno". En este pasaje Jesús ora al Padre que nos mantenga unidos, que todos seamos uno y los unionistas usan este pasaje para decir que Jesús no quiere que andemos separados en denominaciones, sino que todos nos unamos.
¿Cuál de estos dos grupos tiene la razón? Como iglesia, ¿cuál posición debemos tomar? ¿Debemos ser adenominacionales y no dar tanta importancia a la doctrina, o debemos ser separacionistas y mantenernos como enemigos de los demás grupos cristianos?
III. Pero Dios no le ve nada malo
A veces es más fácil escuchar a nuestra propia lógica que a la palabra de Dios. Nos gusta resolver los problemas con nuestras propias soluciones. Sin embargo, la Biblia es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Cuando nos encontremos en dificultades, recurramos a la Biblia, pero con el corazón abierto para escuchar lo que nos dice y no buscando una excusa que apoye nuestra posición. Las dos posiciones más comunes con respecto a otros grupos que predican la palabra son extremas, usan la Biblia para sus propósitos y no soportan un analisis bíblico profundo. Aunque la Biblia nos enseña a mantenernos separados de los que "se extravían", no nos dice que por "
quítame estas pajas" debemos tratar a otros hermanos en la fe peor que si fueran incrédulos. Tampoco Jesús, en Juan 17, intentaba decir que no deben existir denominaciones, sino que entre los hijos de Dios debemos estar unidos en el amor del Padre. Contrario a la reacción de las dos posiciones humanas, Jesús ni se muestra interesado en que todos se unan en una sola denominación, pero tampoco se agrada de que habían condenado y prohibido a los otros seguir predicando. Jesús no se pone en ningún extremo, ni unirnos, ni condenarlos, sino que debemos aceptar que hay diferencias y mientras la meta final de la propagación del evangelio se cumpla, demos la gloria a Dios.
Yo considero las diferencias denominacionales como las diferencias de personalidad de mis hijos. A ellas les gusta las muñecas, a él los carros. Una me besa en la boca, la otra piensa que es abominación. ¿Me quiere una más que la otra? ¿Debo obligar a todos a portarse siempre de la misma forma atropellando sus personalidades? No, de ninguna manera. De la misma forma, hay personas que sienten la necesidad de usar las palmas para alabar a Dios, otros lo sienten una falta de reverencia. Unos sienten la necesidad de entrar en un local grande donde con la excepción de un sútil organo hay casi silencio absoluto; otros necesitan el ensordecedor ruído del bajo electrónico y la batería. A unos les gusta el verde, a otros el azúl. El problema no es las diferencias, el problema es cuando queremos forzar nuestra forma en los demás. Un pastor me dijo la semana pasada que él considera las diferencias denominacionales como las diferentes formas de preparar el pollo. Los peruanos lo preparan a la brasa, los mexicanos tienen el delicioso pollo loco, los portoriqueños el pollo al carbón, y así, los cubanos, argentinos, venezolanos, cada uno tendrá su forma diferente de preparar el pollo. ¿Quién lo prepara en forma correcta? Ninguno, no hay nada de malo en que a cada uno le guste el pollo en diferente forma. Lo malo sería si los peruanos queremos obligar a todos a comer el pollo como a nosotros nos gusta. Así, lo malo no es tener iglesias que alaban, adoran y practican en forma diferente. Lo malo es cuando creemos que nuestra forma es mejor que la de los demás y tratamos de forzarles a usar nuestra forma.
No caigamos pues, nosotros, en ninguno de los extremos, ni de dedicarnos a predicar contra otros grupos evangélicos (prediquemos a Cristo), ni de tratar de hacer una super-denominación ignorando las diferencias reales que existen.
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