Un programa de televisión y una infracción de tránsito
Saturday, March 14, 2009 at 3:50PM
Un programa de televisión y una infracción de tránsito
Un oficial de policía tenía todo lo que quería en la vida—excepto paz.A los 23 años de edad, pensaba que ya había triunfado en la vida. Había logrado casi cada meta que me había propuesto. En mi primera semana como patrullero estatal, ayudé a salvarle la vida a una mujer cuando su automóvil quedó sumergido bajo el agua. Gracias a esto, me nombraron el Patrullero del Año en mi región. Todo lo que tanto había deseado era mío.
Pero no era feliz. A decir verdad, me sentía miserable, desanimado y deprimido. Cierta noche, en un momento de reverencia sincera, le rogué a Dios que
volviera a mi vida.
Esperanza
A la mañana siguiente sintonicé el televisor en una de las redes cristianas para ver si podía conseguir dirección espiritual. Pasé varios programas de sanadores por fe y predicadores religiosos, mirando programa tras programa pero ninguno me levantó el ánimo. Luego empezó el programa llamado Amazing Facts [Hechos Sorprendentes].
Me cautivó el predicador, un pastor llamado Doug Batchelor, quien nos mostraba cómo se cumplían los eventos proféticos en nuestros días. Me sorprendió ver que todo lo leía de la Biblia. Aprendí más en 30 minutos que en mis ocho años de educación cristiana. Inmediatamente llamé al teléfono que tenía en la pantalla y ordené los estudios bíblicos en disco compacto que estaban ofreciendo.
Cuando me llegaron los estudios bíblicos, inmediatamente me dispuse a estudiar las lecciones. A medida que estudiab; sentí el mismo gozo que había experimen tado durante el programa que había visto en televisión.
La verdad del sábado
Mis estudios me condujeron a aguí profundas cuando el pastor Batchelor presentó la verdad del sábado en sus estudios bíblicos. Había descubierto lo que me faltaba en mi caminar previo con el Señor un compromiso de pasar tiempo de calidad con Dios. Pero luego mi confianza se corvirtió en consternación al descubrir qu este mandamiento requería que hiciera cambios en mis prácticas religiosas. Había asistido a la iglesia en domingo. Mi consternación se convirtió en confusión al tratar de comprender cómo mi pastor y congregación pudieron haber ignorado esta verdad bíblica tan importante.
—¿Dónde escuchaste esto? —Le expliqué que estaba completando un serie de estudios bíblicos de Amazing Facts.
—Amazing Facts. —preguntó—. ¿Te refieres a la iglesia adventista? ¡Aléjate de ellos! ¡Esas personas adoran un día en vez de adorar al Señor! ¡Ellos son una secta —
No podía aceptar lo que me decía asi que le di las gracias y me fui, más confundido aún. No sabía qué creer, pero estaba más decidido a comprender las verdad de Dios y de la Biblia.
Noche tras noche permanecí sentado ante mi computadora estudiando cada lección nueva. En la lección 14 descubrí que Batchelor en verdad era adventista como me había advertido mi pastor. Estaba seguro que lo que estaba escuchando en el CD era la verdad, pero sentía una lealtad a mi pastor, también. Al terminar la última lección estaba tan agotado emocionalmente por el conflicto en mi corazón que caí de rodillas sobre el piso alfombrado de mi recámara. En la penumbra de la noche le pedí al Señor que me ayudara a comprender la verdad.
¿Una infracción rutinaria?
La noche siguiente patrullaba mi ruta de costumbre y tuve que detener un automóvil por una infracción de tránsito menor. Después de conversar unos instantes, me enteré que la pareja del automóvil era adventista y que venían de una reunión de iglesia. El señor me dijo que era pastor. Le dije que había estado estudiando las lecciones de Amazing Facts. El pastor me dio su número telefónico y me invitó a estudiar con él, aun después de recibir la multa.
Acepté la invitación del pastor y nos vimos en su casa más tarde esa semana. Estudiamos y oramos juntos y el pastor me aconsejó que dejara que Dios me condujera en mi dilema respecto de la iglesia.
Más tarde esa semana llamé a mi pastor. Le pedí que me mostrara de la Biblia dónde me equivocaba acerca del día de reposo. Me invitó a su casa a cenar, con la promesa de que repasaríamos juntos la Biblia. En preparación para ese momento imprimí la lección acerca del sábado. Nos sentamos juntos a la mesa, cara a cara. Estaba ansioso por empezar, pero cuando coloqué mis materiales sobre la mesa, el pastor puso su mano sobre ellos. Me quedé viendo sus dedos al hacerlos a un lado. Profundamente decepcionado lo miré mientras me hablaba.
—El Señor me está diciendo que no tenemos que ver esto —dijo—. ¿Crees que soy profeta de Dios? ¿Crees que me habla?
—Sí, pastor, lo creo —repliqué—. Pero creo que me habla a mí también. El puso sus palabras en blanco y negro para que todos las puedan leer y obtener el mismo mensaje.
El pastor frunció el ceño. Luego dijo:
—Así me lo temía. Yo te ordené, pero también Jesús ordenó a Judas. Si decides salir de mi iglesia, caerás presa del diablo.
Escojo a Cristo
Me sentía terrible al salir de su casa. Pero sabía lo que tenía que hacer. La Biblia dice que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29). No importaba lo que dijera mi pastor, tenía que escuchar lo que Dios me decía por medio de su Palabra. Cuando finalmente tomé mi decisión, sentí que una paz increíble inundaba mi ser.
Dios usó un programa de televisión y una infracción de tránsito para conducirme a la Iglesia Adventista. Me mostró el camino de mi vida y estoy ansioso por seguirlo.
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