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    La Noche mas larga

    La noche mas larga
    Víctor M. Armenteros Colegio Adventista de Sagunto Personajes Escena primera 1. Emile: Padre de la familia. Aventurero, ingenuo. Se deja guiar por cualquier corriente de pensamiento. 2. Sasha: Madre de la familia. Dependiente. Recrimina a su esposo por la situación. 3. Elena: Hija del matrimonio. Silenciosa, confundida. 4. Markus: Amigo de la familia. Joven ambicioso e interesado. 5. Ben Hocma: Amigo de la familia. Anciano experimentado y prudente. 6. Narrador 7. Gritadores Escena segunda 1. Emile: Padre de la familia. Confundido, variable religiosamente. 2. Sasha: Madre de la familia. Anciana de iglesia independiente y desosegada. 3. Elena: Hija de la familia. Púber, contestataria e insatisfecha. 4. Markus: Amigo de la familia. Ambicioso responsable de una institución. 5. Ben Hocma: Anciano jubilado, sin interés social. 6. Narrador: Fideicomisario. Hombre de visita para dar una conferencia. 7. Gritadores. Escena primera 23 de octubre de 1844 • En una gran mesa se encuentran Emile, Ben y Elena. Elena, callada y con un muñeco en los brazos, se encuentra en un extremo. Emile, confundido y con las manos sobre su rostro, es aconsejado por Ben. • El narrador entra en escena. Narrador: Más puros que el día se entregaron a la fecha. Sus blancas túnicas reflejaban el color de sus esperanzas, iluminados como el sol. Cientos, miles, habían estudiado, comentado, disertado sobre aquel momento. Sus vidas se centraron, por completo, en ese 22 de octubre de 1844. Cedieron sus tierras, dejaron perder sus cosechas, abandonaron sus negocios y se entregaron, totalmente, a difundir su certeza: Cristo volvería en ese día. El mensaje se extendió como un reguero de polvora. Y llegó el día. El sol nació como nacen los astros, con regularidad y cansino ciclo. Y pasaron las horas y...Cristo no vino. Y llegó la noche, la noche más larga. Emile: No lo entiendo. No lo entiendo. Estaba tan claro. Ben: Tranquilo, Emile. Todo tendrá una explicación. Emile: ¿Cómo puedes decir eso? Ben, no eres consciente de la situación. Elena: Papa, por favor. Emile: Perdona, Ben. Estoy un poco alterado. Ben: Dios sabe la razón de las cosas. Hemos de confiar en El. Emile: Pero, todo estaba tan claro. Las profecías lo indicaban con total certeza. Tú has leído lo mismo que yo los textos de Daniel. Las fechas llegaban a su destino. Y al final... Ben: Su santuario sería purificado. Ya lo sé. Todos lo sabemos. Emile: Entonces...si este mundo es su santuario...¿por qué?... ¿por qué no ha venido a purificarlo?... ¿por qué nos hace esto? Ben: No lo sé, Emile, no lo sé. • Entra en escena Sasha. Lleva algo de comida. Sasha: Comed algo. Es lo único que queda. Elena toma una pieza de fruta. Emile: Sasha. Sasha: Sí, Emile. Emile: Tú lo sabes, estaba tan claro. Sasha: Siempre está claro. Para ti todo está claro. Emile: Emile Sasha: No te das cuenta que lo hemos perdido todo. ¿Qué vamos a comer? ¿Cómo vamos a vivir? De tus sueños. Ben: Estás cansada. No sientes lo que dices. Todos estamos chasqueados. Elena: Ben. Ben: Sí, cariño. Elena: ¿Por qué no ha venido Jesús? Hubiera sido tan bonito. Ben: No lo sé cariño, quizá... Emile: Quizá no acertáramos en la fecha. Y, si la fecha del edicto fuera otra...Estoy seguro que debe haber otra fecha. Markus: Es un desastre. Mirad como han quedado. Quien iba a pensar que se estropearían tan pronto. • Entra en escena Markus con gran cantidad de patatas en sus brazos. Ben: Las mías también están así. Hemos perdido la cosecha de este año. Markus: Esto no puede ser. Había invertido toda mi fortuna en esos campos. Emile: Pensábamos que nunca más los necesitaríamos. Markus: Es vuestra culpa. Nos embaucasteis con mensajes de esperanza. Y, ¿qué ha sucedido? Lo he perdido todo. Ben: Todos lo hemos perdido. Dios proveerá. Markus: Dios, ¿qué dios? Un ser que nos confunde con unas escrituras erróneas. Un ser que juega con sus criaturas. Sasha: La Biblia es palabra de Dios. Markus: La Biblia es un libro más, con los errores de cualquier texto, con las desilusiones de cualquier cuento. Emile: Entonces... Markus: Nada era verdad. Os dejo. Sois hijos de la desilusión. • Mientras Markus sale de escena, varios gritadores, entre el público, se mofan de los adventistas. Gritadores: ¿Dónde está vuestro señor? ¡Ya no voláis sobre nuestras cabezas! ¿Dónde está el rey prometido? ¿Quizá se ha equivocado de mundo? Salid, queremos ver a los santificados. Emile: ¡Qué vergüenza, Ben! ¡Qué vergüenza! Ben: Emile, nos hemos equivocado. La Biblia habla palabra de verdad. Nos hemos tenido que confundir en la interpretación. Hemos de orar más, estudiar más. Narrador: Emile continuó buscando fechas. Una decepción siguió a otra. Su esposa, fielmente, le siguió en el devenir de su suerte. Al final de sus días leía con lágrimas en los ojos que “el día y la hora, nadie lo sabe”. Su esposa, también lloró. Markus se asoció a movimientos de corte sindical. Murió sólo, divorciado y muy rico. Ben siguió estudiando la palabra. Fallecía una noche de invierno con una sonrisa de sosiego en el rostro y una Biblia en su mano. Escena segunda 23 de octubre de 1999 • En la sala se encuentra Ben, un anciano que pone la mesa para comer, y el Narrador, un conferenciante del Centro White. Narrador: Más puros que el día se entregaron al estudio. Sus blancas miradas reflejaban el color de sus esperanzas, iluminados como el sol escudriñaban las escrituras. Cientos, miles, habían estudiado, comentado, disertado sobre aquellos textos. Sus vidas se centraron, por completo, en la comprensión de la verdad. Cedieron su tiempo, dejaron sus ideas más tradicionales, abandonaron sus prejuicios y se entregaron, totalmente, a difundir su certeza: Cristo volvería pronto. El mensaje les dio nombre y misión: adventistas. Y pasaron los días. El sol nació como nacen los astros, con regularidad y cansino ciclo. Y un año siguió a otro, una década a otra, un tiempo a otro, y...Cristo no vino. Y, al final, llegó la noche, la noche más larga. Ben: Le agradezco su ayuda. No tiene porque hacerlo, estará cansado de tanto viaje. Narrador: Para mí es un placer. Además, no puedo dejarle hacer esto sólo. Ben: No se crea, aún tengo fuerzas. Narrador: Ya, ya lo sé. ¿Qué edad tiene? Ben: Setenta y cuatro. Narrador: No lo hubiera dicho. Y eso que ustedes pasaron por una guerra. Ben: Y una postguerra que fue mucho peor. Entonces si que se pasaba hambre. • Entra en escena Sasha. Sasha: Papá, no moleste al pastor. Narrador: No es ninguna molestia. Sasha: Tiene la manía de contar sus batallitas. Está muy mayor. Narrador: Pues yo diría... Sasha: Dejemos el tema, no tiene importancia. Y ¿qué?. Piensa que se permitirá la ordenación de las mujeres en Toronto. Narrador: No sé. Sasha: Ustedes tan diplomáticos como siempre. Hasta las iglesias más ortodoxas se están planteando esta cuestión. Debemos avanzar socialmente. Narrador: El peligro es que la iglesia se divida. Sasha: Pero es una realidad sociológica. Los países más conservadores suelen ser los más pobres, los menos evolucionados económica y culturalmente. No podemos, no debemos ir a su ritmo. Ben: Quizá la pobreza te ayude a tener más fe. Sasha: ¡Qué dices! Tienes que comprender que hoy no vivimos en la postguerra, que la gente ha estudiado, que tenemos un estatus. Perdone a mi padre, pastor, tiene algunas fijaciones propias de la edad. • Entran en escena Emile y Elena. La adolescente está enfadada. Emile: No me parece bien que hagáis eso en sábado. Elena: Me hace mucha gracia que tú, precisamente tú, digas esas cosas. No hace ni tres meses que me decías que tampoco pasa nada por hacer eso en sábado. Emile: No es lo mismo. Vivimos momentos especiales. Sasha: Si que habéis tardado en llegar. Emile: El aparcamiento está imposible. Sasha: Si hubieras comprado la plaza de garaje cuando te lo dije. Emile: Tu sabes lo que pensamos sobre esto. Elena: Lo que tú piensas sobre esto. Sasha: Mi marido quiere... Emile: El pastor estará hambriento. ¿Por qué no termináis de aderezar la ensalada? Sasha: Ayúdame, Elena. Elena: Mamá, convence a papá. Sasha: Discutiremos eso en la cocina. • Salen Sasha y Elena de la cocina. Emile: Ahora que estamos solos. Narrador: (mirando a Ben) Casi Emile: Mi suegro es de confianza. No se entera. ¿Ha escuchado las cintas de los seis mil años? Narrador: ¿Las cintas? Emile: Son una interpretación moderna de las escrituras que sugieren que la venida de Jesús será en el mes de octubre del 2000. Nos invitan a cambiar radicalmente nuestras vidas y a salir de... Bueno, a ser más fieles de lo que somos hasta ahora. Usted sabrá mejor que yo lo que está pasando. Narrador: Los pactos secretos con el Vaticano. • Entran en escena Sasha con Markus. Markus: ¡Qué, Emile, consultando a los doctores de la iglesia! Emile: Lo de los seis mil años. Sasha: Perdone a mi esposo, se deja llevar. Le presento al doctor Markus. Dirige una de nuestras instituciones en la zona. Markus: Emile, eres demasiado buena persona. Sasha: Le comentaba al pastor lo de la ordenación. Markus: Supongo que usted opinará que no existe una argumentación bíblica con relación a este tema. Narrador: Bueno. Markus: Creo que debemos ir disociando algunas cosas. Lo religioso es religioso y lo social es social. Cuando llegue al UPL se mantenían estructuras muy espirituales pero poco rentables a corto plazo. He sido muy criticado pero, en estos momentos, la institución que dirijo ha incrementado sus ganancias en un 215 por ciento. La iglesia es una multinacional y debe actuar de otra manera. Ben: Y la Biblia. Markus: Perdona, Ben, no te había visto. Es normal en la gente de tu generación pensar en eso pero... han pasado los años,... yo no digo que no vaya a venir Cristo pero... queda mucho todavía. Narrador: Sin embargo la Biblia sigue siendo nuestra base, ¿no? Markus: (irónicamente) Sí, por supuesto que sí. Ben: Nos estamos equivocando. La Biblia habla palabra de verdad. Tenemos que investigar más, de orar más, de soñar más porque viene pronto. Gritadores: ¡Inundaciones en Sudamérica! ¡Hambre en Burundi! ¡Violencia en el mundo! ¡Se casarán y se darán en casamiento! ¡Una iglesia tibia! ¡Guerras y rumores de guerras! Narrador: Estamos viviendo la noche más larga. Poco a poco todo se ha ido oscureciendo. Tanto que apenas percibimos la grandeza del amanecer. Una vez más se nos pide confiar, tener fe, esperar con anhelo. Nuestra fuerza sólo está en Cristo y en su palabra. ¿Qué haremos? Dormir. Dejarnos llevar por los cantos de las sirenas. Desconfiar. Tras la oscuridad viene la luz, la claridad, la certeza. Abramos los ojos de la esperanza y vivamos como si ya fuese de día porque...EL VIENE PRONTO.

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